La mayoría de sus obras las ha escrito en los años noventa y principios del siglo veintiuno, coincidiendo con la desmembración de la antigua URSS y la traumática transición a la Rusia de Yeltsin, hasta llegar a la actual de Putin.
Como se lee en algunas críticas a sus obras, la autora hace una radiografía de la nueva sociedad rusa a raíz de su nueva situación. Parece que las antiguas instituciones y controles sociales saltan por los aires, y se vive en una época donde dominan la ley del más fuerte, organizada en torno a grupos poderosos, nuevos oligarcas, mafias locales y nacionales, etc. Al mismo tiempo, la situación individual también sufre las consecuencias de todo esto.
Quizás por eso la acción de su esta novela, Los crímenes del balneario, transcurre allí, en un balneario de lujo ubicado en una ciudad.
Ciudad así, con mayúsculas, la Ciudad. Quizás quiera dar a entender con esto que lo que allí se refleja, en mayor o menor medida, pudiera estar funcionando y rigiendo los destinos de las ciudades rusas que se abren a la nueva sociedad.
El argumento es el siguiente:
La agente, y protagonista de su novelas, Anastasia Kaménskaya, funcionaria de la Brigada criminal de Moscú, una nueva amazona de las que desde hace años protagonizan novelas, películas y series, o quizás siempre han estado, en este caso en el papel de detective o agente de la policía estatal.
Evidentemente, su carácter aguerrido se manifiesta no en su fortaleza física, sino en su carácter analítico y racional, que termina por causar admiración y obediencia en quienes la rodean y secundan en las investigaciones de turno.
Pues bien, es enviada por razones de salud de la espalda, a un balneario de lujo para recuperarse. Nada más llegar, detecta el funcionamiento corrupto y amiguista de la policía local y del personal del balneario. en su lugar hay una situaciones bastante sospechosas.tarse la espada, cuatro horas en la piscina, y a seguir traduciendo novelas policíacas americanas, de Ed McBain, el libro dentro del libro, con la que complementa el siempre escaso sueldo de su trabajo en la brigada
Sin embargo, ella no se va a meter en estos asuntos, de momento. ha venido a tratarse la espalda, como decíamos, y a la traducción. Allí va cargada de léxicos y diccionarios, todavía no estamos en la era internet ni Google ni nada.
Poco a poco, unos empleados del hotel se sortean ligar con ella, un director de cine, Ismaílov, y músico, también, su vecina, Regina, una genial pianista, frustrada aunque no lo muestre, y coja, para más señas, traba inicialmente relación con ella, aunque Anastasia trata de mantener las distancias.
Seguramente será nada, pero esta frustración de la potencial pianista se manifiesta en ese defecto odal. Aunque es cieeto que ello no parece interferir en el desenvolverse del personaje, solo se menciona y se comenta en alguna ocasión.
A todos extraña la conducta de Nastia, uno de sus diminutivos, y no sospechan que sea una policía, aunque no esté en ejercicio por el momento. Incluso alguno se encapricha con ella, pero la cosa no pasa a mayores.
Todo el rato Kaménskaya se dice que debe tener una enfermedad moral, pues todo aquello por lo que los demás se preocupan o siente algún deber, ya sea y principalmente en sus relaciones personales, a ella no le afecta. Le es indiferente hasta cierto punto que su pareja Lyosa tenga de vez en cuando algún ligue, del que pronto se cansa y vuelve con ella, no le causa mayor ansiedad, angustia o inseguridad.
Su forma racional de vivir y sentir también se nota en su calidad de lingüista. Habla cuatro idiomas con fluidez. Y para despejarse por las mañanas en la ducha, se repite, no recuerdo ahora bien la cita, algo así como si uno se repitiera las desinencias casuales y verbales del antiguo indoeuropeo. ¡Ahí es nada!
La novela sigue avanzando en ese balneario en el que poco a poco van complicándose más las cosas. A partir de un determinado momento, intervienen los que en verdad controlan la Ciudad, personificado en un tal Denísov. personaje singular pues, a pesar de ser un mafioso, no ha perdido la visión social y sensata de las cosas. No por otra cosa,sino por mantener la cierta seguridad civil de la que goza la dicha Ciudad, siempre y cuando siga bajo su control. Control ahora amenazado por otra banda que quiere infiltrarse en el lugar.
Kaménskaya finalmente se las tienen que entender con estos sujetos, merced a algún pacto más allá de legalidades y otras cosas.
En cuanto termina el asunto, pide un taxi y que la saquen lo antes posible de aquel lugar. Lugar tan aparentemente apacible como inquietante a poco que se toca algo bajo aquella superficie de calma y tranquilidad.
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