miércoles, 27 de diciembre de 2023
lunes, 25 de diciembre de 2023
CONCLUSIONES: GAUGAMELA EN EL LIBRO DE ALEXANDRE.
CONCLUSIONES
LAS DOS VERSIONES DE GAUGAMELA.
En el Libro de Alexandre, sorprendentemente, encontramos una versión que se aparta de la línea tradicional y mayoritaria, desde las fuentes antiguas, el mosaico, hasta la actualidad, de las figuras de Darío y Alejandro desde la antigüedad.
Muestra el poema, a raíz de esta visión distinta de Darío, un supuesto mensaje intercultural, donde los dos reyes, y el persa más, actúan con nobleza y dignidad, ajena a supremacías de uno sobre otro.
Pero, claro, los dos reyes y sus ejércitos están, anacrónicamente, en plena época medieval, por lo que un aproximación al mundo oriental no asoma salvo en ocasiones
En estas fuentes antiguas podemos encontrar dos versiones diferentes.
1. La más aceptada es la que nos transmiten Arriano, Plutarco y Diodoro, y la refrenda definitivamente el mosaico de Issos. Es la de los dos monarcas contrapuestos en sus actitudes, es decir, un Alejandro envalentonado y decidido, frente a un Darío atemorizado y que huye. Esto supone afirmar la supremacía del macedonio y su mundo frente a los persas.
Digamos que esta es la versión que ha quedado como establecida en la memoria colectiva desde la antigüedad. Y
2. Sin embargo, frente a estos tres autores, y en paralelo a ellos, Curcio nos presenta a un Darío gallardo y digno oponente del macedonio. Presenta al Gran Rey totalmente opuesto a la otra versión, más estereotipada. En Curcio hay una rehabilitación del rey persa, pues no es él quien huye, más bien duda, incluso piensa en darse muerte a sí mismo, si evitaría la ignominia de la fuga con una honrosa muerte, cosa que finalmente rechaza para continuar en la pelea.
Pues bien, a esta línea, a esta versión es a la que se adjunta el autor del Libro de Alexandre. Y es curioso no solo porque haya optado por una versión distinta de la tradicional, sino por el valor totalmente opuesto que representa.
Y, además, por el esfuerzo en caracterizar y desarrollar en mucho, en el texto, esta la figura gallarda y noble de Darío.
Quizás, queriendo ambientar su obra a los códigos de la épica caballeresca medieval, ha querido representar a dos líderes guerreros en pie de igualdad y de similar calidad dramática.
Es más, como el Jerjes de Los Persas de Esquilo, Darío en los momentos de la derrota adquiere una dimensión épica casi mayor que la del propio Alejandro.
Es decir, la supremacía macedonia de la visión estereotipada clásica ha sido sustituida en el poema por una versión caballeresca medieval equilibrada e igualitaria. Darío no es un rey oriental atemorizado y huidizo, en derrota frente a la pujanza de Grecia y Alejandro.
El autor del romance ha querido pasar por encima de la inferioridad bélica y moral del Darío clásico, y nos ha reinventado un rey persa en versión caballeresca, noble y gallardo, desolado pero elevado moralmente en la derrota.
LA AMPLIFICACIÓN LITERARIA.
Como hemos dicho, el poeta del Alexandre no deja de sorprendernos continuamente en el relato y el enfoque de la batalla de Gaugamela.
El autor hace de verdad una amplificación, anacrónica y de corte medieval y caballeresco, claramente, una amplificación literaria de la efectiva carga de la caballería contra el centro persa. Relata entonces caso por caso los hechos y lances singulares de algunos, los principales y destacados de sus miembros, como Clito o Nicanor.
Es claro que los duelos y enfrentamientos personales son objeto de una verdadera recreación literaria, repletos de lugares conocidos en las narraciones de caballería. Pero, a pesar de esto, no dejan de tener descripciones vívidas y logradas, aunque resulten en algún caso inverosímiles e ingenuas.
Y a pesar también de los tópicos épicos que el lector ya conoce de recurrentes, no deja de tener interés, emotividad y atractivo.
ALEJANDRO ALTERNA EL PROTAGONISMO CON LOS HETAIROI.
Es singular y particular de este autor, cosa que no se encuentra en las otras recreaciones artísticas vistas, a los largo del tiempo, es muy particular el desarrollo especial que el autor le saca a este episodio bélico-literarios.
La mayoría de los relatos recreados sobre la batalla, salvo Curcio, por ejemplo, reflejan la figura de Alejandro en un primer plano único, total y exclusivo. Luego, los hetairoi, la Caballería de los Compañeros, aparecen en ellos como un grupo valeroso y corajudo, sí, pero anónimo e impersonal, luchando y cargando todos a una y sin distinción.
El ejemplo más claro lo tenemos en el mosaico de Issos, donde el único rostro en primer plano de los helenos, sobre el fondo de sus hetairoi, es el del propio rey, nadie más.
El Libro de A., en cambio, justo en el momento decisivo la batalla que narran muchas de las recreaciones, el del encuentro cara a cara entre Alejandro y Darío, previo al ataque directo del macedonio, el autor detiene el momento, el ya desenlace inminente, y lo ralentiza, demora. Es cuando introduce su particular visión, si, mundialización y caballeresca, de la batalla, es cuando desarrolla su maestría artística los combates y duelos de Alejandro y sus hombres.
De tal manera que Alejandro, en vez de ir contra Darío, empieza exhibiendo sus cualidades individuales frente a singulares guerreros persas que se le interponen.
Una vez exhibido su cualidades, el poeta cede y le pasa el protagonismo a otros miembros de su caballería, a dos concretamente:
Clito, en segundo lugar de aparición, y merced a su renombre, sí tendrá un extenso protagonismo en cuanto a número de versos y actos bélicos.
Pero será Nicanor, hermano de Filotas, en tercer y último lugar, quien tendrá el mayor protagonismo en las armas, y un final trágico que, además, le arrebata el foco y el protagonismo claramente a su rey durante sus hazañas.
Es más, Nicanor es un desdoble, una duplicación de Alejandro, pues enfrentará, también él, al rey Darío, e intentará hacerlo directamente.
Una vez terminada esta participación de los nombrados hetairoi, Alejandro recupera el protagonismo en la batalla, y la lucha se desarrolla con la participación de otros Compañeros hasta la llegada de la tarde, cuando se van viendo los resultados de la misma.
Alejandro y sus hetairoi vendrían a ser una revivificación de Roldán y los pares de Francia de la épica medieval francesa.
Con quien más podríamos relacionar esta recreación bélica del Alexandre es con la película de Stone.
Allí aparecen también episodios de los hetairoi, realizan actos heroicos como Clito, aunque el protagonismo y el enfoque absoluto gira en torno al rey.
Así y todo, el Libro de Alexandre sobresale en algunos momentos incluso por encima de la recreación fílmica en cuanto al protagonismo de los hetairoi, tal como el poema nos describe y relata.
LOS DATOS ERUDITOS.
Los datos eruditos afloran en detalles donde apreciamos que el autor es un poeta docto y ha leído otras fuentes.
Como el género erudito al que pertenece, el fragmento de Gaugamela está salpicado aquí y allá de datos ciertos y verídicos, que encontramos en los textos historiográficos antiguos, o se encontraba en su modelo de G. de Chatillo.
Así, la estrategia para enfrentarse a los carros falcados, el movimiento hacia la derecha de su caballería, el giro y la carga contra el centro persa, aprovechando el hueco, la huída y persecución del rey, muestran una documentación veraz de los episodios decisivos transmitidos por otros textos.
Estas referencias, por ejemplo, no aparecen en la obra novelesca de Pseudo Calístenes, que no tienen esa preocupación fidedigna, por otra parte.
UN RELATO ANACRÓNICO.
En la batalla de Arbelas-Gaugamela, en verdad, recompone con artificio un combate caballeresco, adaptado a las convenciones del género épico medieval.
Alejandro y Darío son dos príncipes gallardos y valientes, que se enfrentan de igual a igual.
E, incluso, podríamos decir más, pues en ocasiones, en este episodio bélico, Dario alcanza en su derrota una altura digna y moral probablemente mayor que la del victorioso Alejandro.
Venimos a encontrar aquí, es cierto, una versión anacrónica, donde tanto los griegos, cristianizados, como los persas, todavía paganos, combaten como si fueran todos ellos, sobre todo los persas, épicos caballeros medievales.
No es que sea respetuosa con los persas, es que estos han sido convertidos en caballeros del medievo.
LA JABALINA.
Resulta curioso, a saber por qué, cómo el clérigo poeta desbanca del protagonismo contra Darío al rey macedonio. Parece que no está hecho casualmente.
Y el lanzamiento de la jabalina no tiene un lugar en la obra.
Hemos visto que Alejandro, en el lance con el gigante Geón, cual David ante Goliat, le arroja una lanza que le atraviesa la cara, descrita en una cruda imagen.
Pero para el momento decisivo, el del cara a cara entre Alejandro y Darío que se ve en Arriano, Plutarco o Curcio, el autor no quiere darle el protagonismo. De hecho, tal enfrentamiento no llega a producirse, se elimina totalmente.
El ataque directo a Darío, sobre la brecha de los persas, incluso, no lo hace Alejandro, sino Nicanor.
Y el lanzamiento de la jabalina, que en Diodoro se le atribuye directamente al rey macedonio, el poeta del romance no lo menciona.
Estas amplificaciones y añadidos desarrollados en extenso, como decimos, no los vemos en los otros textos y recreaciones de Gaugamela, y es una posibilidad que el poema desarrolla, y con éxito. Y en eso, como decimos sobresale en el conjunto de creaciones y versiones artísticas y literarias sobre el acontecimiento bélico.
Y es que, además, lo hace de forma atractiva y que insta a la lectura, con los tonos épico-caballerescos que les son propios de ese género literario medieval.
LA HUIDA DE DARÍO
“LA HUIDA DE DARÍO”, 1420-24: DRAMÁTICA Y LOGRADA SEMBLANZA DEL DARÍO EN LA DERROTA
Como decíamos, la figura de Darío, quizá para equipar la victoria de Alejandro sobre un contrincante de enjundia, no sabemos, la figura de Darío está lejos de representar la del personaje sorprendido y atemorizado que huye.
Esta imagen, ya fijada y establecida a lo largo del tiempo, la vemos reproducida en el mosaico de Issos, obras pictóricas, en los dos films conocidos. Pero el poema, quizás influido por Curcio, hasta donde podemos remontarnos, retrata al rey persa con honor y dignidad.
Dedica unos versos emotivos a la imagen desolada y vencida del rey Darío, en unos tonos nada deshonrosos ni humillantes para con él, con un retrato, ya decimos, más propio de un caballero medieval, con dignidad y honor.
1420
Cuando así Darío vio a su pueblo entero,
y vióse allí en el campo, casi solo, señero,
mesándose las barbas, de todos el postrero,
abandonó el juego, sin piezas su tablero.
…
Quando cato Dario el su pueblo plenero
uio-se en el canpo fascas solo sennero
tirando de sus baruas de todos postrimero
desanparo el iuego con todo el tablero
Está claro que Darío se convierte en un personaje literario dramático. Esa estampa del rey preocupado por su ejército, pero ya encontrándose solo en el campo de batalla, nos devuelve una imagen lastimera y conmiserativa del rey hecho ya literatura.
Sigue realzando, por tanto, la figura noble y heroica de Darío en el momento de la derrota, en clara competencia y adquiriendo mayor protagonismo, casi, que el propio rey macedonio.
Recurre, curioso, al símil del luego de mesa, del ajedrez y el tablero en el que se enfrentan los dos ejércitos, abandonó el juego, sin piezas su tablero.
Darío quiere seguir combatiendo y luchando en el campo de batalla, y no es, por lo tanto, aquel que huye ante la irrupción sorpresiva de Alejandro y su caballería, como era la visión tradicional, la reflejada en la estampa del mosaico.
Ya decimos, parece seguir la fuente y las noticias de Curcio, adornado con las cualidades del personaje caballeresco de la época en que escribe.
Indica, para reflejar su honra, que abandona el último la batalla, de todos postrimero, cuando sabemos que el final aún tardará en llegar, pues otros contingentes persas siguen en la lucha. Pero la imagen está dada de esta forma.
1421
Hubiera preferido en el campo quedar,
mas no se lo quisieron los hados otorgar;
predestinado estaba, nada iba a cambiar:
Besso y Narbazanes lo habían de matar.
Assaz quisiera Dario en el canpo fincar
mas non gelo quisieron las fadas otorgar
ca era ya fadado non podie al estar
que Bessus e Narbaz[a]nes lo auien a matar
En esta estrofa salen a relucir dos asuntos presentes ya en la épica griega arcaica, el del destino inmutable, y el de la muerte anunciada.
Alude al destino, las fadas, como en los cantos homéricos, casi sin poder evitarlo el autor, diríamos, siendo como es un poema cristianizado. Los hados son una fuerza suprema, como en Homero, ante la cual nada se puede oponer, ni siquiera los dioses. Y a pesar de que, como en Curcio, el rey se resiste a ello.
Adquiere, por tanto, carácter de personaje trágico, manejado por el destino, y con una muerte desgraciada ya determinada, como si de una personaje de tragedia clásica se tratara.
Los personajes de Besso y Nabarzanes se ve que, de personajes históricos, han pasado a formar parte de la leyenda alejandrina y eran conocidos en el relato literario de la la épica medieval sobre Alejandro. Y se adelanta la futura muerte del rey, que Bessus e Narbaz[a]nes lo auien a matar, a manos de semejantes individuos. Es un claro ejemplo de prolepsis épica, de muertes anunciadas, rasgo propio de los poemas homéricos, caso de Héctor o Aquiles.
En las estrofas siguientes, 1422-24, el autor relata la verídica persecución de Alejandro y los hetairoi en pos de Darío. No se produce, por tanto, la también histórica llamada de socorro de Parmenión y sus falanges, que frustra los planes de Alejandro de capturar al rey. Tal frustración en el rey macedonio sí la recoge el poema.
“TERMINACIÓN DE LA BATALLA”, 1425-32.
Un grupo de desesperados persas contraatacan a los macedonios. Es otra ocasión para demostrar la valía y el ardor guerrero de Alejandro y los macedonios, sobre quienes recae el foco ahora.
“DARÍO HUIDO …”, 1433-41,
Aquí vuelve el foco a Darío en su huída. Relata un episodio que vuelve a destacar su nobleza aun en la derrota. ocurre cuando, tras atravesar un puente y pensando que lo más práctico sería destruirlo, decide no hacerlo pensando en el resto de sus tropas que también vienen en fuga.
El retrato del valor y honor del rey persa es notable:
1439
Para que no creyesen que ya estaba vencido,
atendió a su pueblo que llegaba afligido,
lo hizo por saber cuánto había perdido,
además, por mostrarse de valor muy cumplido.
“AUNQUE HUIDO, DARÍO ANIMA CON DIGNIDAD A SUS GENTES”, 1442-54.
Darío da una arenga en este punto a sus hombres, donde revela la honestidad y el valor con que afronta la derrota. Y anima a sus hombres, a pesar de la situación, a sus hombres.
La batalla en el fondo es una cuestión divina, y los persas han sido derrotados por no seguir al Dios cristiano de un dionisíaco Alejandro totalmente cristianizado
1443
»Mucho hemos pecado contra el Creador
pues no le obedecemos como a tal señor,
…
Achaca además al destino el desenlace de la batalla, pues Darío alude a los paganos hados, a la Fortuna, junto con el Dios cristiano como ejecutor del mismo, su derrota.
1449
»No os venció la fuerza, os venció la Fortuna,
por eso Dios os dio tan mala majadura;
…
En sus palabras se aprecia el valor en la derrota, no la cobardía. pensando en un enfrentamiento futuro que no se producirá, pues morirá antes.
Y les avisa de que, en esa futura ocasión, los dioses estarán de su parte, pues la soberbia, la pagan hybris, habrá hecho mella en los macedonios.
1451
»Los griegos engreídos por lo que ya han hecho,
pensarán que lo hicieron por esfuerzo y derecho,
los dioses sentirán contra ellos despecho,
caerán en desgracia, nuestro será el provecho.»
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