Hace unos días que termine, más o menos, El mundo de Atenas, de Luciano Canfora. Salió hace unos años, y es conocido, pero lo vine a leer en estos fechas.
Lo primero que habría que decir es que nos resulta imposible de resumir o sintetizar todas las ideas, ocurrencias, contenidos, interpretaciones, personajes, etc. que aparecen por el libro en uno de sus momentos más críticos, el de la guerra del Peloponeso. El libro es una fuente de conocimientos, interpretaciones, sucesos, todos ellos bien trabados y centrados a un eje central, el de interpretar realmente la democracia ateniense.
Me llamó la atención cómo enfoca todo el mundo de Atenas de la época de la guerra del Peloponeso, el fin de la guerra, los Treinta y la restauración de la democracia, alcanza hasta Jenofonte, y el último papel de la Atenas democrática reflejada en las figuras de Demóstenes y Filipo de Macedonia.
EL ORIGEN DEL MITO "ATENAS".
El primer capítulo, su título, "El origen de un mito", es ya revelador de la tónica general del libro. Toma la oración fúnebre de Pericles en Tucídides y la reinterpreta de forma distinta a la habitual, revelando detalles o destacando frases de otra manera, desvelando el trasfondo político de una Atenas imperialista bajo las proclamas de la polis modelo democrático para Grecia y el mundo.
Así sigue el resto del libro, confrontando los textos, revisándolos a veces de forma sorprendente pero siempre con la base de la filología, y relacionándolos con los sucesos históricos.
Es un libro desmitificador, primero de la democracia ateniense, y luego de muchos personajes conocidos. Pericles, Tucidides, Eurípides, Aristofanes, Sofocles van apareciendo en las páginas pero desde otro enfoque, bien entendido que prima el análisis político en toda la obra, y más en esos años cruciales.
Quizás no sea tanto desmitificar como contextualizar en aquellos momentos tan críticos de la guerra, tras la muerte de Pericles, con la figura de Alcibíades y la provocativa mutilación de los hermes, la desastrosa expedición a Sicilia, su trágico final, el temor de la ciudad a una invasión subsiguiente, y enlazar con el fin del guerra.
Hay muchos autores que normalmente sólo conocemos desde el punto de vista literario los vemos con otra luz, algo más crítica. Pericles aparece como un consciente ideólogo de la Atenas imperialista, Tucídides, su cronista y seguidor, sigue sus mismas ideas.
Es claro que el eje del libro es historiográfico y centrado en el desarrollo histórico de los acontecimientos, sucesos y personalidades políticas de entonces. Los autores literarios de la Atenas clásica aparecen citados como apoyo a tal o cual suceso, para clarificar sus ideas en ese contexto más amplio de una ciudad en crisis y que se debate entre los principios democráticos o aristocráticos de su gobierno.
LITERATURA Y POLÍTICA: SÓFOCLES, EURÍPIDES Y ARISTÓFANES.
Por eso, en algún momento, breve, se cita a Sófocles, ya anciano, expróbulo, implicado en un juicio contra cierto Pisandro, donde tiene que testificar que en los momentos de crisis, admitía que el gobierno de los Cuatrocientos era la alternativa existente.
Del otro gran trágico, Eurípides, sabíamos también de su autoexilio, como el de otros como Aristóteles, a la corte de un monarca ilustrado como Arquelao de Macedonia. Se sabía también que Eurípides nunca fue un autor del agrado mayoritario del público ateniense. Este exilio lo comenta Canfora dentro de un contexto más amplio, el del exilio de políticos oligarcas atenienses a la corte de Macedonia.
Para ello, alude a unos versos en Las ranas, de Aristófanes, donde dice que Agatón, "buen poeta y amigo querido", se fue al "banquete de los bienaventurados".
De este verso deduce Canfora que ese lugar de los bienaventurados es Macedonia, y lo pone en el contexto del exilio de aquellos otros políticos atenienses.
Luego, de aquí continúa comentando, en breve, que lasideas lúcidas y críticas del autor trágico se entienden mejor dentro de sus ideas negativas hacia el radicalismo democrático de la polis.
Es lo que interpreta Canfora, frente a otras interpretaciones, que puede deducirse del verso, y la marcha de Eurípides no sólo porque nunca fue del agrado total del público ateniense.
De todas formas, la presencia de autores literarios es un punto de apoyo más, y si acaso son detalles, aunque llamativos, en el libro, pues el análisis de la mayor parte de la obra es sobre las tramas, sucesos y personajes políticos que transitan por Atenas en aquellos años. Aunque se deja ver el afán crítico, de paso, hacia opiniones establecidas en el mundo de la filología.
LA COMEDIA FRENTE A 411: ARISTÓFANES.
Canfora dedica este capítulo a la comedia y a Aristófanes, ya se sabe, como altavoz y portavoz de las ideas que pululaban en la Atenas democrática. Es, como se sabe, una comedia política. El historiador hace algunas opiniones llamativas para más de uno.
Dice a propósito de Lisístrata que "muchos críticos modernos ... tienden a perderse detrás de la trama "feminista" de Lisístrata..." (p. 350), cuando, según su opinión y la de otros minoritarios, "Lisístrata no es sino la casi "profética" puesta de escena de un golpe de Estado".
No pretende decir que su autor fuera partidario de ello, sino de que estaba recogiendo lo que se estaba gestando es esos momentos en Atenas, y que finalmente ocurrió.
Más adelante, en los últimos capítulos, equiparará el siginficado global de las obras La asamblea de las mujeres y La república, de Platón. No son deudoras una de la otra y viceversa, afirma y desmiente, ambas son productos de una època de regeneración social que estaba demandando una polis tan en crisis como la ateniense, de ahí las propuestas de utopías sociales, la de Aristófanes en clave de burla de esas demandas de igualdad social de esas ideas, como la de la "comunidad de mujeres" que aparece en el estado ideal platónico.
Así, sigue haciendo observaciones en este sentido en otras obras de Aristófanes en este capítulo.
Aristófanes que, curiosamente, se quedó siempre en Atenas en todos esos convulsos años.
DEMOCRACIA E IMPERIALISMO.
La idea es que la democracia de Atenas funcionó mientras hubo el imperio de la Liga Délica, con Atenas en papel imperialista. Los autores, intelectuales, ... de esta época nunca se identificaron con la democracia popular que era dirigida, como un experimento, por una minoría aristocrática que asumió el reto de dirigir la política así.
El modelo político para muchos de ellos siempre fue Esparta.
No es ninguna novedad, pues siempre ha existido esa visión de la democracia ateniense no tan idealizada, sobre todo en la corriente marxista. Lo expone todo con gran detalle.
Jenofonte es revisado de arriba abajo y no sale bien parado, evidentemente no por su obra literaria solo, sino por su importante papel político en los tiempos de los Treinta y la guerra civil, donde era hiparco, u cargo de cierta importancia al parecer.
SUCESOS Y POLÍTICOS DE ATENAS EN LA GUERRA.
Junto a estos, aparecen muchísimas figuras que no suelen tener importancia en las manuales literarios o históricos de Atenas, no con el espacio que el autor les dedica. Agatón, Frínico, Antifonte, Trasibulo, Teramenes, Critias y otros más, personajes que estuvieron al frente o rivalizando en la Atenas del fin de siglo tiene un espacio destacadísimo.
El libro se lee con interés, pues es un rastreo detallado de los acontecimientos sucedidos en Atenas cuando finaliza la guerra, se impone la tiranía, hay una guerra civil y se recupera la democracia.
Se contrastan opiniones e interpretaciones de estudiosos de todas las épocas y actuales, y se reinterpreta episodios confusos o mal interpretados, según Canfora.
Otra cosa es la rotundidad con la que asevera y afirma sus interpretaciones, basada en fuertes y sólidos argumentos filológico de pasajes interpretables, deducciones históricas que hace sobre la base de sucesos cronológicos aparentemente incongruentes, silenciados, (por ejemplo, en el caso de Tucídides y Jenofonte), donde se ve el extenso y profundo conocimiento de su especialización en historiografía. Es evidente que da al texto una gran solidez y fundamentación.
Es claro que le falta a uno también ver esas otras interpretaciones contrapuestas con la misma rotundidad que Canfora de los mismos sucesos.
Es un autor de base marxista al que no le preocupa criticar a la Atenas idealizada por la historiografía liberal y poner en cuestión algunos de sus principios establecidos
EL GUÍA DE CANFORA EN VIVO Y EN DIRECTO: TUCÍDIDES.
Desde el principio y la mayor parte del libro, el autor toma como guía, aunque reinterpretándolo continuamente, a Tucídides, bien que revisando y conectando con nuevas interpretaciones.
Tucídides es la guía, como un periodista en primicias, que lleva a un Canfora avisado y receloso , por los días y las asambleas de una Atenas efervescente y en crisis casi vital. Además, como reconoce, Tucídides es un verdadero experto en fijarse y detallar el estado de psicología de masas, en este caso de Atenas.
En una Atenas en guerra, repleta de altercados, debates, disputas, riñas y rivalidades personales, la existencia, desconocida para nosotros, de las hetairías, especie de club de intereses sociopolíticos que funcionaban como una fuerte corriente de opinión y acción, en paralelo y por debajo de las instituciones democráticas, Canfora con Tucídides va desentrañando, como Anatomía de un instante, de Javier Cercas, paso a paso los episodios, y los episodios críticos, las ideas predominantes y en disputa, que formaban el panorama socio político ateniense caldeado.
LA DEMOCRACIA IDEALIZADA: LA ATENAS DE PERICLES, DE BOWRA.
A su lado, la Atenas de Pericles, de M. Bowra, espléndido y clásico libro sobre la Atenas de todo el siglo V a.C., nos ofrece la imagen más idealizada de aquella edad de oro, y queda un poco cuestionada en el de Canfora..
Bowra compara, y así fue ciertamente, a la Atenas del s v con la Francia de la Revolución, y a Napoleón como divulgador de las nuevas ideas. Los atenienses de entonces actuaban como divulgadoras de las nuevas ideas democráticas sobre un mundo de polis oligárquicas dominadas por la polis de Esparta.
Canfora no toma está comparación en ningún momento, y es mucho más profundo y crítico.
Bowra da la impresión de que al final, las decisiones que tomaba la asambleas, a medida que se acercaba el fin de siglo y de la guerra, equivocadas o no, tenían la grandeza de, cuando menos, ser refrendadas por el pueblo de forma democrática.
En Canfora no hay esa gran confianza depositada en el demos, en el pueblo.
De hecho, el demos es controlado por la élite aristocrática que aún siendo una democracia, controla y dirige la polis por encima de ellos, el llamado pueblo.
De hecho, siempre habrá un distanciamiento y una prevención de la clase aristócrata, aunque acepte el nuevo régimen político, y el pueblo unido a las decisiones politicas por primera vez.
Canfora descalabro de firma verifica la aparente libertad de palabra que habría en Atenas. No, no todos podían hablar. En el caso de que pudieran, no tenían la formación y entidad suficiente para ofrecer un discurso logrado. La tal idealizada asamblea popular no era tan democrática y participativa como por tradición se ha creído.
La controvertida figura de Alcibíades aparece actuando con cierta lógica dentro del agitado mundo de Atenas en la guerra del Peloponeso.
Le dedica mucha atención a la figura de este personaje, junto con la castración de los Hermes, hermocópidas, y el momento crítico de la guerra, cuando se decide enviar la armada contra Sicilia.
Todo está narrado como si estuviéramos viendo en primer plano, en directo, la historia.
EL ENIGMA TUCÍDIDES.
Este se debe en gran parte al texto y la forma de relato que hace Tucídides en su libro.
Así mismo, dedica unas buenas páginas , muchas, casi continuamente, a desvelar la extraña singladura vital de Tucídides de esos años. De siempre se había dicho y escrito que Tucídides estuvo exiliado de Atenas por haber llegado tarde a la ayuda de una ciudad de Anfípolis.
Canfora lo interpreta distinto y da un giro radical a esto. Tucídides tuvo que estar en Atenas todo o gran parte del tiempo de la guerra. No encaja otra solución. Algunos piensan que tuvo un informador, un otro yo. Esto lo descarta rápidamente. No tiene sentido. Tucídides cuenta detalles tan detallados y precisos que muestran que tuvo que estar presente en aquel tiempo en Atenas.
Así, cambia totalmente esa idea generalizada de Tucídides durante la guerra.
Es un experto en Tucídides, y precisamente tiene un librito titulado el enigma Tucídides, donde explica con algo más de detalle, en una labor histórico-policial, que pasó en esos años de "aparente" exilio de este autor y sus escritos.
Pues otra cosa que Canfora da como evidente, que demuestra aquí y en el librito que mencionamos, tema seguramente que debatido en la filología, es que los dos primeros libros de las Helénicas, de Jenofonte, realmente son de Tucídides
Parece que aquel recogió los escritos sin publicar de Tucídides y los editó posteriormente.
Además, otro detalle, este ya de gran especialista, al menos para uno que sólo tiene conocimiento superficial, es desentrañar en los escritos esto precisamente, cuándo están preparados para la edición y cuándo son todavía fichas de trabajo previos para la edición.
Sobre eso se basa Canfora para interpretar y reinterpretar algunos textos y fragmentos aparentemente neutros de las Helénicas.
Otro tanto hace con Demóstenes, del que también es un especialista.
JENOFONTE, LA ANÁBASIS Y CÉSAR.
Y otro autor con el que entra más en detalle, en la ultima parte del libro, es con Jenofonte. Canfora es un especialista en la historiografía y griega y se mueve en ella como un buceador experto en medio de textos aparentemente lineales pero plagados de engañosas apariencias.
Jenofonte es revisado de arriba abajo y no sale bien parado, evidentemente no por su obra literaria solo, sino por su importante papel político en los tiempos de los Treinta y la guerra civil, donde era hiparco, un cargo de cierta importancia al parecer.
Llama la atención los subterfugios y las clamorosas ausencias de Jenofonte en la Anábasis.
El libro ya no es el el relato de una especie de periodista aventurero que, en mitad de una expedición militar en Persia, se ve convertido en jefe militar por la muerte de sus líderes. ësta es la idea general que tenemos de la obra. Ver, sin ir más lejos, el artículo de Lorenzo Silva, publicado en estos días, tomando de propuesta de lectura esta obra de Jenofonte.
Canfora desvela que en realidad, Jenofonte actúa como un mercenario más, de los muchos en la época, ofreciendo sus hombres al mejor postor. Además, actúa así a raíz de los últimos acontecimientos en la polis de Atenas: el retorno de los demócratas es imparable, y grupos oligarcas se aprestan a reclutar mercenarios. Entre ellos está el propio Jenofonte.
A esto se añade una acusación, grave tuvo que ser, que lo exilia de Atenas, de ahí que no pueda ni quiera volver. En esos días de restauración de la democracia se empiezan a suceder juicios contra los hechos acaecidos durante el gobierno tiránico. Entre ellos habría que incluir el de Sócrates, que permanece en Atenas, y habría que tener lugar también el de Jenofonte, que prefiere huir y servir de mercenario, pese a las prevenciones de su maestro el filósofo.
De ahí que no pudiera asistir tampoco al famoso juicio contra el filósofo.
Canfora va detallando pasado paso esas extrañas "desapariciones" de Jenofonte en el texto de la Anábasis, o esas "apariciones" por otro lado, y revela haciendo especial énfasis en la estrategia comunicativa y manipulada de Jenofonte.
Es cierto que más adelante, Jenofonte es absuelto de la acusación, puede volver a Atenas y uno de sus hijos morirá combatiendo en Mantinea. Al final de todo, parece ofrecer una visión algo mas atenuada.
Un aparte, ya se sabe que César se inspiró en el género y en Jenofonte para sus Comentarios de la Guerra de las Galias. Pero, al lado de su relato y sus estrategias, como la de hablar de si mismo en tercera persona, enaltecer sus victorias u ocultar sus fracasos, las manipulaciones, aparentes desapariciones y subterfugios con los que escribe Jenofonte su Anabasis son un portento difícil de igualar. Lo que hace César en comparación es mucho más palmario y visible.
Resumiendo, libro de una erudición prodigiosa, de una profusión de datos, conocimientos, situaciones, cuestiones en debate, muy grande. Es evidente que es un libro más orientado hacia la historia social y la historia política, y empeñado en desvelar la parte oculta de la historia. No en vano cita al historiador Ronald Syme y su célbre sentencia "la verdadera historia es la historia secreta".
En ocasiones, como se ve en otras obras, por ejemplo El enigma Tucídides, el libro parece
recurrir a las técnicas del género policíaco y anda tras el desvelamiento de sucesos aparentemente inexplicables o a los que no se les ha dado una solución aceptable como un detective en la historia.
También, aunque se podría seguir comentando más cosas, mantiene el autor la atención del denso libro con enunciados o títulos de capítulos del tipo "¿Quién mató a Frínico?", "Anatomía de un golpe de estado" (como Anatomía de un instante que mencionábamos arriba), "Juicio a un cadáver", "Una verdad detrás de dos versos" o "Cómo perder una guerra después de haberla ganado".