Este libro, recién salido hace unas semanas y fruto de una larga experiencia investigadora del profesor Fornis centrada en el mundo de Esparta es, en verdad, todo un descubrimiento, revelador, clarividente y muy gráfico de aquel mundo tan nuestro.
El autor advierte desde un principio que el libro no trata de Esparta desde el punto de vista historiográfico, cosa que lleva haciendo desde hace muchos años, sino de la idea de Esparta a lo largo del pensamiento occidental. En este sentido es el que decíamos revelador e ilustrativo de la gran idea o imagen de una Esparta mitificada y acogida como modelo social, frente a la imponente Atenas que todo lo abarca desde las últimas décadas.
Si, ciertamente, nuestra visión de Grecia está prácticamente centrada en Atenas y su mundo, quedando relegada Esparta a un segundísmo plano que no necesita más comentarios que revivir algunos de los tópicos ya fijados desde la antigüedad, vía principalmente de Plutarco.
Noticias como que Esparta era apenas más que un campamento militar, donde han sido desterradas las artes y el comercio, con un sistema social más o menos igualitario, un modelo político arcaizante, su laconismo a la hora de hablar, su vida disciplinada, el sometimiento a las leyes rígido y a las celebraciones religiosas, la kripteía, el hilotismo, el amor dorio y un largo etcétera cobran aquí otra dimensión.
Otra dimensión en el sentido de que, al hacer un repaso exhaustivo de épocas históricas y de pensamiento, y de fuentes, auténtica exhibición de las mismas, el autor nos revela nuestra propia ubicación filoateniense en nuestro contexto actual. Según el autor, esta procede desde finales del siglo XIX, por razones del contexto sociopolítico y de rivalidades europeas. Siendo que Inglaterra se va a identificar en esta época con la imperial, demócrata y marítima Atenas, frente al mundo continental, especialmente el germano, identificada con Esparta.
Pues, una de las primeras sorpresas e impresiones que nos llevamos tas la lectura de este tan bien escrito libro es que Esparta, mejor dicho, la idea de Esparta y su modelo social, lejos de se considerado como ahora, fue el modelo socio-politico preferido por autores, pensadores, dirigentes políticos y un largo etcétera de personajes influyentes en la tradición occidental, Esparta, decimos, fue el modelo socio-político preferido por todos ellos.
Evidentemente no podemos dejar de lado el contexto social de todos estos largos siglos. Es ya sabido que desde la propia Atenas clásica, Esparta causaba admiración, para empezar, en el propio Platón, pr su sentido de vida comunitario, la obediencia a las leyes, etc. El autor llega aún más lejos, cuando señala que en la base de la utopía platónica de la República o Las Leyes estába la constitción espartana. Otros ilustres atenienses, como Jenofonte y, en general y es sabido, la clase política e intekectual de Atenas no valoraba la democracia suya, a la que veían decididamente inclinada hacia la demagogia u oclocaracia.
Pero, aún así, no nos deja de extrañar que pensadores como Rousseau o Montesquieu, por citar a algunos, tuvieran en mente a Esparta, su idea, en la confección de sus tratados y planteamientos.
Pero, aún así, no nos deja de extrañar que pensadores como Rousseau o Montesquieu, por citar a algunos, tuvieran en mente a Esparta, su idea, en la confección de sus tratados y planteamientos.
Evidentemente ya sabíamos que la Alemania del nacionalsocilaismo de Hitler había encontrado en esa idea de Esparta un referente fundacional. Pero el libro nos ofrece fragmentos de textos donde figura literal y gráficamente la admiración que éstos sentían por aquellos.
Pero, ¿por qué de esta admiración secular por Esparta frente a Atenas a lo largo de todo el pensamiento occidental? Entre otras razones, porque ofrecía un modelo político el llamado "de la constitución mixta", el mismo que tanto elogia Polibio acerca de la constitución política de Roma y que permitió a ésta convertirse en un gran imperio.
Desde este punto de vista, ya los propios romanos, y así nos desvela el autor a través de textos de los propios romanos, se identifica con las principales características del régimen espartano.
En ella ven, en su constitución, como en la suya romana, y posteriormente pensadores medievales, humanistas e ilustrados, las virtudes de esa "constitución mixta", mezcla de aristocracia, democracia y gobierno de los mayores, una organización política que frene tanto los excesos de la democracia, la demagogia u oclocracia, y de la aristocracia, que deriva en oligarquía y tiranía.
Hay otras muchas razones, pero el libro es una auténtica mina de conocimientos y desvelamientos de la influencia de esta esparta idealizada en el mundo occidental. Por poner otro ejemplo, los propios estoicos y cínicos pudieron tener en esta imagen del hombre espartiata, como se les suele denominar en toda la obra, por espartano, decíamos que esta imagen del espartiata austero, lacónico, que camina descalzo cuando puede (cf. PIE), cubiero solo con su tribon o capa roja, autosuficiente, es la que pudo influir en el ideal de autosuficiencia y austeridad de estas corrientes filosóficas.
Otro ejemplo, los aforismos, apotegmas o sentencias, el autor nos descubre otro mito, el de que los espartanos eran parcos en el hablar pues en su sociedad el dominio de la palabra era innecesario, siendo una comunidad cuasi-militarizada.
El autor nos revela que su hablar parco y seco tenía, por el contrario, la virtud de la concisión y el hablar sentencioso, la mordacidad, llegando al sarcasmo. Es una forma nueva, para nosotros, de ver el laconismo que hasta ahora veíamos como algo pobre frente a la elocuentísima Atenas.
De ahí se sigue una multitud enorme de frases y literatura gnómica, ecvidentemente muchas veces apócrifas o mal atribuídas, que también pasan al tesoro de sentencias filosóficas del mundo antiguo.
La famosa teoría de la división de poderes, de Montesquieu, sobre la que se basa el mundo político contemporáneo, es la base de la felicitada constitución americana y se invoca continuamente en Europa y cualquier otra parte del mundo para prestigiar, o lo contrario, de tal o cual país, esta parece tener también cierta influencia de esta constitución mixta de la que hablábamos más arriba, y que se lleva a la práctica en Esparta y luego en Roma.
Y así podríamos seguir hasta no acabar. Por ejemplo, los líderes de la Revolución Francesa, la facción radical jacobina, Robespierre, Marat, tiene en mente esa idea de la Esparta comunitaria y socializada en todo, salvo en aquellos aspectos mas escabrosos, como comenta el autor con cierta sonrisa, como el amor dorio o el famoso caldo negro espartano.
En fin, como decíamos al principio, y el autor nos remarca desde el principio, es la idea de Esparta y no la Esparta real, de lo que trata el libro y lo que realmente ha influido en la historia social occidental. Pues la Esparta real, en las últimas investigaciones, se revela más cambiante de la que hasta ahora habíamos creído. Algunos elementos de esta Esparta idealizada se forman en época tardía, por ejemplo, la redistribución de lotes de tierra igualitarios que se hace sobre el s. III aC., pero que sin embargo, se ubican al principio de todo, con la figura del omnipresente Licurgo.
Sobre la figura del propio legislador, es más, hoy se tiene la certeza, ante la imposibilidad de obtener datos fidedignos, de que la consitución espartana fue obra de sucesivos reformadores en diferentes momentos. Pero es en cierto momento histórico, especialmente con Plutarco, en época ya romana, cuando se queda en cierta forma fijado el lugar común de Esparta como sociedad igualitaria, sometida a las leyes, con una educación estatal, ajena a la propiedad privada, austera, valerosa, con un papel importante y hasta licencioso de la mujer, etc., que es la que ha perdurado durante siglos hasta la actualidad, en la que la corriente filoateniense, de forma autojustificada, ha ocupado la preeminencia en cuanto al mundo griego y la idea que de aquella sociedad tenemos hoy en día.
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