La novela Pompeya es muy amena y entretenida.
El novelista Robert Harris, periodista en sus inicios, es un autor de novelas de intriga histórica con cierta fama
y varias de sus películas han sido llevadas a la televisión y al cine desde
hace unos años (no hay que confundirlo con Thomas
Harris, el de El silencio de los corderos). La última y más conocida es El
escritor, de Roman Polanski, con Ewan Mcgregor como protagonista. Es curioso
también que el mismo director tuviera planeado llevar al cine Pompeya hace unos
años, proyecto que parece que no terminó por llevarse a cabo.
La novela está ambientada no en la
erupción, sino en los días previos. El protagonista es un aguador, un ingeniero de acueductos, joven, que estrena cargo en la
zona de Pompeya. Ha de encargarse del acueducto de la zona, el Aqua Augusta, por ser Augusto quién la mandó construir.
Tienen el esquema de un thriller histórico-policíaco, el
autor en sus novelas de ficción histórica les suele dar esa estructura. Ninguno de los personajes sabe lo
que va a ocurrir, solo nosotros, los lectores. Con esto juega el autor.
El aguador ha de resolver el problema
de la falta de abastecimiento de agua y del intenso olor a azufre que se nota
en muchos de los depósitos y canalizaciones de agua. Nosotros lo sabemos, pero
ellos no, no saben nada del volcán ni de erupciones. A lo más, de terremotos.
Pompeya es retratada con bastante crudeza y realismo, una ciudad
costera, puerto de mar, y con abundantes prostíbulos, barrios bajos,
prostitutas de todas las clases, desde niñas hasta ya veteranas a las que le
espera unos años penosos al dejar los años jóvenes ...
Para dar mayor fidelidad a su
novela, el autor aprovecha los relativamente abundantes testimonios de Pompeya.
Los graffitis que han se conservan sobre las elecciones políticas le
proporcionan al autor los nombres de los políticos de su novela, Holconio por ejemplo.
En el caso del erotismo, se describen algunas de las famosas imágenes que se
pueden ver en los lupanares todavía.
Evidentemente, una vez ya en los inicios de la erupción, los Plinios no
podían faltar. El retrato de Plinio no es el que podamos imaginar, un hombre
activo y en plenas facultades, al menos físicas. Es célebre lo de su
hiperactividad, lo poco que dormía, lo que le permitía aprovechar las horas
para las redacciones de su Historia Natural. Pero en la novela nos lo retrata con
problemas respiratorias, dolencias propias de algún padecimiento cardíaco, y ya
nos está avanzando la posible causa de su muerte.
La novela es un homenaje al
agua, a la cultura del agua, a la cultura y a la ingeniería del agua. El autor,
sin abrumarnos en ningún modo, nos guía de la mano del aguador Atilio por la
red y la ingeniería extraordinaria de las conducciones de agua. Nos lleva a los escenarios naturales desde donde se lleva a cabo la
conducción externa del agua, los canales, la que conduce el agua desde sus fuentes naturales hasta la ciudad; y desde ahí nos traslada hasta la propia ciudad para sumergirnos en una cisterna
urbana que recogía el agua de todos estos canales.
Nos lleva también a unas
termas, las que está proyectando Ampliato, el capo de Pompeya, a punto ya de
inaugurarse, las mayores y mejores después de las de Roma, según dice.
El agua y el fuego son
los dos protagonistas de la novela. El agua aparece como fuente de civilización, cultura,
sociedad, urbanidad, y tantas otras cosas más, frente al fuego, el volcán, la
destrucción, la barbarie, si nos pusiéramos a contraponer los dos elementos... De ahí las descripciones del caos humano y social en la primera
erupción sobre Pompeya.
Entre estos
dos omnipresentes elementos, y el tiempo, también, se describen las figuras,
pasiones, ambiciones y sentimientos, de un grupo de personas ligadas a la civilización romana, a la ciudad de Pompeya, desde los cansados y desconfiados
esclavos, hasta los débiles y corruptos políticos, pasando por las relaciones
paternofiliales encontradas, ...
Hay homenajes a la
literatura romana en toda la novela; por ejemplo, en el pasaje de la cena de Ampliato, que remeda y hace
referencia también a la famosa cena de Trimalción en el Satiricón de Petronio; también presenta recursos clásicos como el deus ex machina.
En fin, una novela interesante, que
se lee como un thriller policiaco, de novela negra, pero que nos lleva al mundo
antiguo de la mano de un encargado de las aguas, un ingeniero de acueductos,
que lucha contra el tiempo y el fuego destructor y salvaje de una de las
mayores catástrofes del mundo.
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