La famosa novela de F. Scott Fitgerald nos muestra un misterio desde sus inicios. ¿Quién será ese personaje tan fascinante y dichoso, que día sí y día también tiene su mansión a reventar de invitados en una fiesta y jolgorio continuo? La verdad sobre Gatsby, el misterioso propietario de la mansión y organizador de esta continua fiesta se irá conociendo a lo largo de la novela.
Pero sin querer descubrir nada, hay algunas cosas que se parecen al relato de la Odisea, a su pequeño esquema, al menos. El personaje es un personaje enigmático, misterios, desconocido, de varias personalidades, a saber cuál verdadero y cuál no. Incluso su propio nombre no se sabe realmente cuál es. Tenemos aquí a la figura del engañoso Ulises, el que tiene que cambiar de nombre ante Polifemo para sobrevivir, y hacerse pasar por un mendigo cuando regreso a su patria, Ítaca. Allí todos ven en él a un mendigo pordiosero y nadie conoce la verdadera personalidad que se oculta tras ese disfraz.
Por otro lado, la novela es un regreso, un nostos, también, después de una guerra, aquí la Gran Guerra, la I Guerra Mundial que rompe la paz mundial. Y estamos en los años veinte, en donde todo aquel mundo parece haber quedado atrás.
La mansión de Gatsby, símbolo de toda la época de los dorados años veinte, esa fiesta casi initerrumpida donde se citan conocidos y desconocidos atraidos por la fama del lugar, viene a ser como esa fiesta que promueven los Pretendientes en la Odisea. Estos nobles de la isla han tomado la casa-mansión de su antiguo señor, y banquetean día tras día en ella, agotando las posesiones de Ulises. En El Gran Gatsby no hay ese trasfondo, pero si se delata un mundo irreal y superficial que une a todas esas personas en las fiestas ininterrumpidas de la mansión de Gatsby.
Penélope también aparece en la novela, como en toda historia de amor interrumpido que hay siempre detrás de cada regreso, el nostos de los antiguos griegos y el actual protagonizado por Gatsby. ¿Está ella esperando pacientemente en el telar a que regrese su prometido o no ha podido soportar la espera? A lo largo de la novela se irá descubriendo ésta y otras preguntas. Pero se puede decir que hay algunos paralelismos, aunque remotos, entre la Ítaca de la Odisea y la mansión de Gatsby en una zona residencial en las afueras de Nueva York.
¿Y Telémaco? Bien pudiera ser el cronista, el que escribe y nos cuenta en primera persona el relato de la historia de Gatsby. Es un persona joven, emigrante de las zonas rurales de Estados Unidos, que se siente atraído y hechizado por el mundo al que llega, el Nueva York de los felices años veinte, y por la propia personalidad y misterio de alguien que representa todo ese momento, su protagonista, Gatsby. Desde su particular visión, nos irá desvelando el fondo misterioso que se esconde tras aquel mundo de apariencias engañosas.
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