miércoles, 22 de junio de 2011

Rampsinito y el enigma del cuarto cerrado

Sobre el tema del enigma (o misterio, crimen) del cuarto cerrado se han construido numerosas obras literarias. Casi todas pertenecen al género de intriga y misterio. Suele afirmarse que los primeros que emplean este recurso son E. A. Poe y G. Lerroux, en sus obras Los crímenes de la calle de la Morgue y El misterio del cuarto amarillo.
Abusando algo de la imaginación, nos vino a la mente la historia del tesoro de Rampsinito, del historiador Herodoto, en el s.V aC. Es un relato con fines de entretenimiento, surgido del cuento popular. Sin embargo, por buscar un antecedente a este tema del "cuarto cerrado" propio de la novela de intriga, quizás podíamos encontrarlo en esta pequeña y amena narración del historiador, insertada en el amplio marco de su libro dedicado a Egipto.
Dejamos una versión de la historia extraída de aquí, donde está la obra completa. El autor de la traducción, Bartolomé Pou, vivió en el siglo XVIII y la versión responde a los usos de esa época.

HISTORIA DE RAMPSINITO (HERODOTO, LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA)
CXXI. A Protéo, según los sacerdotes, sucedió Rampsinito[92], quien dejó como monumentos de su reinado los propileos que se ven en el templo de Vulcano a la parte de Poniente, y dos estatuas delante de ellos erigidas, de 25 codos de altura, de las cuales la que mira al Mediodía la llaman los egipcios el Invierno, y la que mira al Norte el Verano, adorando y venerando a ésta con mucho respecto, al contrario de lo que hacen con la primera. Cuéntase de este rey un caso singular[93]. Poseyendo tantos tesoros en plata, cuales ninguno de los reyes que le sucedieron llegó a reunirlos, no digo mayores, pero ni aun iguales, y queriendo poner en seguro tanta riqueza, mandó fabricar de piedra un erario, de cuyas paredes exteriores una daba afuera de palacio. En esta el artífice de la fábrica, con dañada intención, dispuso una oculta trampa, colocando una de las piedras en tal disposición, que quedase fácilmente levadiza con la fuerza de dos hombres o con la de uno solo. Acabada la fábrica, atesoró en ella el rey sus inmensas riquezas. Corriendo el tiempo, y viéndose ya el arquitecto al fin de sus días, llamó a sus hijos, que eran dos, y les declaró que, deseoso de su felicidad, tenía concertadas de antemano sus medidas para que les sobrara el dinero y pudieran vivir en grande opulencia, pues, con esta mira había preparado un artificio en la casa del tesoro que para el rey edificó: dioles en seguida razón puntual del modo como se podría remover la piedra levadiza, con la medida de la misma, añadiendo que si se aprovechaban del aviso serían ellos los tesoreros del erario y los dueños de las riquezas del rey. Muerto el arquitecto, no vieron sus hijos la hora de empezar: venida la noche, van a palacio, hallan en el edificio aquella piedra filosofal, la retiran de su lugar como con un juego de manos, y entrando en el erario, vuelven a su casa bien provistos de dinero. Quiso la negra suerte que por entonces al rey le viniese el deseo de visitar su erario, abierto el cual, al ver sus arcas menguadas, quedó pasmado y confuso sin saber contra quién volver sus sospechas, pues al entrar, había hallado enteros los sellos en la puerta y ésta bien cerrada. Segunda y tercera vez tornó a abrir y registrar su erario, y otras tantas veces fue echando menos su dinero; pues a fe no eran los ladrones tan desinteresados que supieran irse a la mano en repetir sus tientos al tesoro. Entonces el rey urdió, dicen, una trampa, mandando hacer unos lazos y armárselos allí mismo junto a las arcas donde estaba el dinero. Vuelven a la presa los ladrones como las moscas a la miel, y apenas entra uno y se acerca a las arcas, cuando queda cogido en la trampa. No bien se sintió caído en el lazo, conociendo el trance en que se había metido, llama luego a su hermano, dícele su estado, y pídele que entre al momento y que de un golpe le corte la cabeza; no sea, añadía, que pierdas la tuya si quedando aquí la mía, soy por ella descubierto y conocido. Al otro parecióle bien el aviso; y así entró e hizo puntualmente lo que se le decía, y vuelta la piedra movediza a su lugar, fuese a casa con la cabeza de su hermano. Apenas amanece entra de nuevo el rey en su erario, ve en su lazo al ladrón con la cabeza cortada, el edificio entero y en todo él rastro ninguno de entrada ni de salida, y quédase mucho más confuso y como fuera de sí. Para salir de suspensión, añaden que tomó el expediente de mandar colgar del muro el cuerpo decapitado del ladrón, y poner centinelas con orden de prender y presentarle cualquier persona que vieran llorar o mostrar compasión a vista del cadáver. En tanto que éste pendía, la madre del ladrón, que moría de pena y dolor, hablando al hijo que le quedaba, le mandó que procurase por todos medios hallar modo como descolgar el cuerpo de su hermano y llevárselo a su casa; y que cuidara bien del éxito, y entendiera que en otro caso ella misma se presentaría al rey y sabría revelarle que él era y no otro el que metía mano en sus tesoros. El hijo, en vista de las importunaciones de su madre, quien no le dejara respirar con sus instancias ni se persuadía de las razones que aquél alegaba, arbitró, según dicen, un medio ingenioso: busca luego y adereza unos juramentos, llena de vino sus odres, y cargando con ellos la recua, sale tras de ella de su casa. Al llegar cerca de los que guardaban el cadáver colgado, él mismo quita las ataduras de dos o tres pezoncillos que tenían los odres, y al punto empieza el vino a correr y él a levantar las manos, a golpearse la frente, a gritar como desesperado y aturdido sin saber a qué pellejo acudir primero. A la vista de tanto vino, los guardas del muerto corren luego al camino armados con sus vasijas, aplicándose a porfía a recoger el caldo que se iba derramando, y no queriendo perder el buen lance que les ofrecía la suerte. Al principio fingióse irritado el arriero, llenando de improperios a los guardas; pero poco a poco pareció calmarse con sus razones y volver en sí de su cólera y enojo, terminando, en fin, por sacar los jumentos del camino y ponerse a componer y ajustar sus pellejos. En esto íbase alargando entre ellos la plática; y uno de los guardas, no sé con qué donaire, hizo que el arriero riera de tan buena gana que recibió por regalo uno de sus pellejos. Al verse ellos con un odre delante, tendidos a la redonda, piensan luego en darse un buen rato, y convidan a su bienhechor para que se quede con ellos y les haga compañía. No se hizo mucho de rogar el arriero, el cual, habiéndose llevado los brindis y los aplausos de todos en la borrachera, dióles poco después con generosidad un segundo pellejo. Con esto, los guardas, empinando a discreción, convertidos en toneles y vencidos luego del sueño, quedaron tendidas a la larga donde la borrachera les cogió. Bien entrada ya la noche, no contento el ladrón con descolgar el cuerpo de su hermano, púsose muy despacio a rasurar por mofa y escarnio a los guardas, rapándoles la mejilla derecha, y cargando después el cadáver en uno de sus jumentos, y cumplidas las órdenes de su madre, se retiró. Muchos fueron los extremos de sentimiento que el rey hizo al dársele parte do que había sido robado el cadáver del ladrón; pero empeñado más que nunca en averiguar quién hubiese sido el que así se burlaba de él, tomó a lo que cuentan una resolución que en verdad no se me hace creíble, cual es la de mandar a una hija suya que se prostituyera en el lupanar público, presta a cuantos la brindasen, pero que antes obligara a cada galán a darle parte de la mayor astucia y del atentado, mayor que en sus días hubiese cometido; con orden de que si alguno le refiriese el del ladrón decapitado y descolgado, lo detuvieran al instante sin dejarla escapar ni salir afuera. Empezó la hija a poner por obra el mandato de su padre, y entendiendo el ladrón el misterio y la mira con que todo se hacía, y queriendo dar una nueva muestra de cuánto excedía al rey en astuto y taimado, imaginé una traza bien singular, pues cortando el brazo entero a un hombre recién muerto, fuese con él bien cubierto bajo sus vestidos, y de este modo entró a visitar a la princesa cortesana, hácelo ésta la misma pregunta que solía a los denlas, y él contesta abiertamente la verdad: que la más atroz de sus maldades había sido la de cortar la cabeza a su mismo hermano, cogido en el lazo real dentro del erario, y el más astuto de los ardides haber embriagado a los guardias con el vino, logrando así descolgar el cadáver de su hermano. Al oír esto, agarra luego la princesa al ladrón; mas éste, aprovechándose de la oscuridad, le alargaba el brazo amputado que traía oculto, el cual ella aprieta fuertemente creyendo tener cogido al ladrón por la mano, mientras éste, dejando el brazo muerto sale por la puerta volando. Informado del caso y de la nunca vista sagacidad y audacia de aquel hombre, queda de nuevo el rey confuso y pasmado. Finalmente, envía un bando a todas las ciudades de sus dominios mandando que en ellas se publicase, por el cual no sólo perdonaba al ladrón ofreciéndole impunidad, sino que le prometía grandes premios, con tal que se le presentara y descubriese. Con este salvo conducto, llevado de la esperanza del galardón, presentóse el ladrón al rey Rampsinito, quien dice quedó tan maravillado y aun prendado de su astucia, que como al hombre más despierto y entendido del universo le dio su misma hija por esposa, viendo que entre los egipcios, los más ladinos de los hombres, era el más astuto de todos.
NOTA: en esta dirección también se puede consultar y ampliar la información sobre la novela de intriga y sus antecedentes.

martes, 21 de junio de 2011

Baudolino

Sería imposible hablar y comentar cualquier cosa de las que aparecen en Baudolino, la novela de Umberto Eco. Como gran especialista de la Edad Media que es, su libro es un compendio general de esta época de la cultura europea, en gran parte olvidada y difícil de seguir por lo fragmentado de la situación política de entonces. Sin embargo, podemos ir comentando pequeñas cosas que nos han aparecido a lo largo de su lectura.

Hipatia: la tristemente célebre Hipatia de Alejandría tiene una transformación en la obra de Eco. De ser un personaje singular y muy conocido, entre otras cosas, por las circunstancias de su muerte y el símbolo que supuso su desaparición, Eco la ha convertido en un ser semidivino, bello, puro, hermoso, casi eterno. A través de ella, el inquieto y engañoso Baudolino alcanzará algo parecido a la felicidad en su grado pleno.
Aquí dejamos una pequeña muestra de lo que pudo haber sido esta nueva Hipatia creada por U. Eco.(La imagen está tomada de http://sticknballoon.wordpress.com/2008/09/10/hypatia/)





El crimen ( o  misterio, enigma) del cuarto cerrado: en claro homenaje a la literatura de intriga, un misterio alberga la novela, el asesinato de un importante personaje, ocurrido en unas circunstancias especiales: su muerte ocurre en un cuarto cerrado al que no se puede acceder por ningún lado.
El tema del crimen del cuarto cerrado aparece en la literatura de intriga desde E. A. Poe (Los crímenes de la calle de la Morgue) o G. Lerroux (El misterio del cuarto amarillo). Es un recurso que aparece en muchísimas obras, más de cien, casi todas del género de misterio e intriga.  Incluso hay alguna publicación, de la que no sabemos su referencia concreta, que trata sobre este tema en la literatura. En las Jornadas sobre Literatura Negra de Arona de este año se mencionó en alguna ocasión, y se nos vino a la cabeza su aparición en la obra de Baudolino. Un claro homenaje a la literatura de intriga, como gusta de hacer al autor en otras obras suyas (cf. El nombre de la rosa y Guillermo de Baskerville).


OBSERVACIÓN: aunque nos salgamos de la novela de Baudolino, pero ya que tocamos este tema del enigma del cuarto cerrado, quizá podríamos englobar dentro de este recurso una reciente película, Código fuente: En este caso, dentro de una trama futurista e irreal, el cuarto cerrado se convierte en el vagón de un tren en el que se comete un asesinato. La película, inspirada en los relatos de Ph. S. Dyck, juega con las coordenadas espacio-temporales, la física cuántica y los universos paralelos, dando a este tema clásico una dimensión más amplia y atractiva.

Riña de gatos y la mitología clásica

Riña de gatos. Madrid 1936 es la última novela de Eduardo Mendoza. Ganó el premio Planeta del año 2010 y su lectura es muy interesante. Trata de un tema de constante presencia en estos últimos años en España, la Guerra Civil y todo lo que hay alrededor suyo. Según nuestro conocimiento, es la primera obra en la que el autor se sale de su marco de referencia natural, Barcelona,ciudad que ha sido el lugar de acción y personaje propio ya desde su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, pasando por Sin noticias de Gurb, hasta una de sus última obras, Mauricio o las elecciones primarias ( ¿A qué me sonará este título ahora?).
De Riña de gatos se podrían hacer multitud de comentarios y estudios, ya sea por su estilo, su trama, el ambiente histórico, la caracterización del Madrid a pocos meses de la declaración del golpe de Estado, la importancia de la Falange, la figura de José Antonio, los generales golpistas, o el papel de la aristocracia en aquellos momentos. Junto a este fondo histórico, surge el mundo de la pintura de Velázquez de la mano de su protagonista principal, un importante estudioso inglés de dicho pintor. Las reflexiones sobre la pintura, las descripciones (écfrasis, técnica literaria ya procedente del mundo clásico, que están muy presentes en la novela) de cuadros, el papel de Velázquez, , en fin, un sin fin de temas y personajes aparecen por la obra y que dan a pie a muchos comentarios sobre ellos y su integración en la novela.
En este plano, y muy metido en la trama que elabora la novela, aparece una pintua de tema mitológico, La muerte de Acteón. Aunque no juega un papel importante en la obra, sirve como momentos de reflexión y espera en la trama que desarrolla la novela. Como se ha dicho, se hace una écfrasis de este cuadro en una primera visión del mismo. A medida que avanza la novela, la visión del cuadro se repetirá en unas cuantas ocasiones, tantas como las que tiene que visitar el protagonista la casa del aristócrata español que lo ha contratado.
Quizás es demasiado suponer, pero poco a poco, la propia acción de la novela va envolviendo al protagonista en una serie de situaciones que pueden parecerse a la que se narra en el cuadro. Hay que recordar que el mito cuenta la historia de Acteón, un famoso cazador, que sorprende en el profundo del bosque a la diosa Artemis-Diana junto a su séquito de ninfas. En castigo, el cazador será transformado en uno de esos ciervos a los que antes perseguía.
En gran medida, la situación del protagonista a lo largo de la novela lega a derivar en ese estado de "cazador cazado". Por múltiples razones, una de ellas la de su indefinida historia de amor con la hija del aristócrata.
En fin, habría que releer algunas partes de la novela y consultar otras informaciones para saber las conexiones entre el asunto mitológico de Acteón y la trama de la novela. Es  una de las muchas referencias que se pueden hacer en esta novela, y que la enriquecen de alguna manera.
Este cuadro de Tiziano, "Diana y Acteón", representa el momento en que Acteón sorprende en su baño íntimo a la diosa Ártemis-Diana. Inconscientemente, pensamos en esta obra cuando leíamos la novela, quizá porque era más conocida para nosotros.
Sin embargo, el cuadro del que se habla en la novela es el que relata el episodio siguiente, el de su transformación en ciervo y su muerte final a manos de sus propios perros. Se titula  "La muerte de Acteón", el cuadro que aparece dentro de Riña de gatos. Madrid 1936.

Aquí dejamos el fragmento, la écfrasis, donde se describe el cuadro la primera vez que lo ve el protagonista:

Al quedarse solo Anthony pasó revista a los cuadros que colgaban de las paredes. La mayoría eran escenas de caza, entre las que una llamó poderosamente su atención. La muerte de Acteón pasa por ser una de las más importantes obras de madurez de Tiziano. El cuadro que ahora contemplaba era una hermosa copia del original, que Anthony nunca había tenido ocasión de contemplar, aunque había visto muchas láminas y había leído lo suficiente como para reconocer la obra de inmediato. El asunto provenía de varias fuentes, aunque la más conocida era Las Metamorfosis de Ovidio. Yendo de caza con unos amigos, Acteón se extravía y vagando por el bosque sorprende a Diana cuando ésta se ha despojado de su ropa para bañarse en un estanque. Irritada, la diosa transforma a Acteón en ciervo y es despedazado por sus propios perros. Sin que parezca relevante, Ovidio da el nombre de todos los perros que integraban la jauría de Acteón, y en varios casos el de sus progenitores, indica su procedencia y enumera sus cualidades. La acumulación de detalles acaba por hacer más angustiosa una matanza en la que todos los participantes se conocen, pero no se reconocen ni se pueden comunicar. Cuenta Ovidio que los primeros en dar alcance a su amo convertido en ciervo son dos perros que iban a la zaga pero habían tomado un atajo. De este suceso luctuoso, dice el poeta, no se debe culpar a nadie, porque no es un crimen haber equivocado el camino. Otras versiones dicen que Acteón había querido seducir a la diosa, de palabra o por la fuerza. Otras minimizan la causa: nadie puede avistar una divinidad, con o sin ropa, y salir indemne. Tiziano representa la escena de un modo incoherente: Diana todavía conserva su ropa y en vez de maldecir a Acteón parece como si se dispusiera a lanzarle una flecha o se la hubiera lanzado ya; la transformación del desdichado cazador no ha hecho más que empezar: todavía conserva su cuerpo de hombre, pero le ha salido una cabeza de ciervo desproporcionadamente pequeña; esto no impide que los perros ya le ataquen con la ferocidad que habrían puesto en una pieza de caza ordinaria, aunque en rigor deberían haber reconocido el olor de su amo. A primera vista, estos fallos podrían atribuirse a la precipitación o la desgana del artista ante una obra de encargo. Tiziano, sin embargo, la pintó al final de su vida y en su ejecución invirtió más de diez años. A su muerte, el cuadro todavía estaba en poder del pintor. Pasó por varias manos y recorrió varios países hasta acabar en una colección privada en Inglaterra. La copia que ahora examinaba Anthony tenía un tamaño algo menor que el original y había sido hecha, según pudo colegir, a finales del siglo XIX, por un copista competente. Cómo había llegado hasta el vestíbulo de aquel palacete madrileño era una incógnita que trataba de resolver cuando le interrumpió una voz a sus espaldas.


AAl terminar la novela, el lector puede encontrar bastantes parecidos en la historia del cuadro y lo que le ocurre al protagonista durante su estancia en el Madrid previo ala inicio de la Guerra Civil.

NOTA. en esta dirección hay una buena reseña sobre el libro. También se comenta el papel del cuadro de Tiziano en la obra, refiriendo la comparación que algunos autores han hecho entre Azaña y la República (como Acteón), devorada por sus propios perros (los políticos y los partidos de entonces).

viernes, 3 de junio de 2011

Esparta, la ἀγωγή, la κρυπτεῖα, la mujer, la rival de Atenas.

Una de las instituciones más terribles de la sociedad espartana era la krypteia. En este fragmento de documental, hacia el minuto cinco, encontramos una breve explicación de la misma.Pertenece a la institución de la ἀγογή, la severa educación espartana, que empezaba prácticamente con el nacimiento (eugenesia) y seguía con una educación militar desde la infancia.


Al contrario que la democracia ateniense, en Esparta no se desarrolló la oratoria ni el debate público. Las votaciones se hacían por aclamación ( a diferencia de Atenas, donde había recuento de votos), según dicen algunos. La opción que parecía más ruidosa era la que salía ganadora. De ahí las secuencias famosas de 300 con el grito característico de los espartanos.Ampliar algo más aquí.


Un buen documental es el siguiente: