viernes, 20 de mayo de 2011

el ágora de Sol

(Foto tomada de el periódico El País)
La democracia griega o, mejor, la ateniense, lleva ya más de dos mil quinientos años de vida. A lo largo de estos extensos siglos, ha sido una fuente de inspiración para toda la sociedad, especialmente la occidental. En cambio, su realización concreta no ha tenido un éxito paralelo. Es más, allí donde se ha establecido de manera más o menos duradera, dicho régimen político ha tenido siempre tantas imperfecciones y ha estado sometido a tantas presiones que parece que nunca llegará a realizarse de forma total.
Los últimos acontecimientos de España, con las principales ciudades españolas, Madrid y la Puerta del Sol a la cabeza, llamando a la reunión y a la manifestación por un cambo en la sociedad, han vuelto a reivindicar esos viejos valores de la época clásica. Las voces que hablan de "democracia real", de la falta de conexión entre los políticos y el pueblo, ponen de nuevo de actualidad aquel no tan lejano mundo de la polis. En ese entonces, en la polis ateniense, todo ciudadano (ya sabemos que no incluían a mujeres, esclavos, extranjeros y otros muchos defectos), todo ciudadano, en esencia, tenía la oportunidad de ser gobernante y gobernado a lo largo de su vida. Esta condición, entre otras, es la que vuelve a reivindicarse, con otras palabras, otras circunstancias, en un ágora no tan limitado como el de la polis clásica, sino en un ágora globalizado con una repercusión nacional e internacional completa.
La idea de bautizar a dichas manifestaciones con la palabra "ágora" no deja de ser un pequeño homenaje a todo ese mundo grecorromano de donde procede buena parte de nuestra civilización.
Aquí hay un artículo de El País con más información.

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