lunes, 12 de mayo de 2025

AGAMENÓN, NO CALCANTE, VATICINA EL SACRIFICIO. (7.9)

 AGAMENÓN, NO CALCANTE, VATICINA EL SACRIFICIO.

El paralelismo y la interpretación, anacrónica, del amante de Suzana, al trasponer la leyenda de Áulide al mundo de la Guerra Fría de los años ochenta, le lleva ya a lo más lejos, y, claro, lo aplica con los términos actualizados, a la figura legendaria de Calcante.


O bien, … acabó convirtiéndose en un agente doble.


Así pues, Calcante, como un personaje de una novela de John Le Carré, podía ser un perfecto agente doble.


La reinterpretación legendaria, como si fuera un erudito filólogo haciendo anotaciones o escolios al texto sagrado del mito, continúa, pues apunta, con elementos de conocimiento, que el augurio del sacrificio de la joven para que la flota partiera en expedición


… debió de constituir un momento clave en su carrera.


Y, entre paréntesis, como en un aparte, apostilla que


(No debe olvidarse que sus presagios, como los de todo renegado, eran acogidos con desconfianza)


Es decir, que la mera lectura de los mitos y de la Guerra de Troya solemos entender que Agamenón deconfiara, μάντι κακῶν adivino de males, de los presagios y de Calcante, porque parecían ir siempre en contra de él.

Aquí Kadaré añade un dato más, evidentemente al hilo de su relato: es que Calcante era un renegado y, como tal, cualquier consejo que parta de alguno de estos personajes siempre tienen una sombra de sospecha.

Y sigue, y continúa, con esta argumentación lógica pero trastocada, sobre las posibilidades de interpretar el funesto presagio del adivino, tanto si era un traidor, como si era en verdad un renegado.

Y sigue dando círculos en torno al sacrificio, a la idea de sacrificio, tanto el de Ifigenia como el de Suzana. El presagio era arriesgado para el propio augur, pues su figura despertaba dudas y cualquier error supondría su caída en desgracia:


… su consejo era en extremo arriesgado, por no decir insensato.


En esto sí que se puede citar un referente de la época que coincide con esta apreciación del personaje. Lo encontramos también en el Canto I, 76 ss., de la Ilíada, y precisamente al hilo de esto.

Es decir, cuando, asolando la epidemia el campamento aqueo por culpa del flechador Apolo, se vuelve a consultar al adivino. Éste, teniendo ya la respuesta, pide el amparo de Aquiles, antes de dar el oráculo, porque, de nuevo, atenta contra el poderoso rey de Micenas.


τοὶ γὰρ ἐγὼν ἐρέω: σὺ δὲ σύνθεο καί μοι ὄμοσσον 76

ἦ μέν μοι πρόφρων ἔπεσιν καὶ χερσὶν ἀρήξειν:

ἦ γὰρ ὀί̈ομαι ἄνδρα χολωσέμεν, ὃς μέγα πάντων

Ἀργείων κρατέει καί οἱ πείθονται Ἀχαιοί:


Está bien; voy a hacerlo, mas antes declárame y jura

que dispuesto a valerme estarás de palabra y de obra,

porque temo irritar a un varón que de gran poder goza

entre todos los de Argos y a quien los aqueos acatan.


Así pues, el relato, que funciona aquí como un as anotaciones o comentarios interpretados al texto y figuras del mito, sigue la misma línea que ya refleja Homero en cuanto a la delicada situación de los vates o adivinos, en su relación con las élites del poder. Es decir, desde una mirada sociopolítica, su sagrada figura tenía también su inseguridad y delicada situación.


Y siguiendo con esta lectura en clave de interpretación sociopolítica y manipulación de la información pública, Kadaré, a través de su narrador, llega a la conclusión más sorprendente y reconstruida que pudiéramos oír e interpretar en tantos siglos de tradición filológica.

Y es tal que, según el personaje, en su mente distorsionada, e reinterpretando los datos que le proporciona el libro de Graves, 


Resulta por tanto mucho más creíble que Calcante no expresara consejo alguno 

y que Agamenón concibiera por su propia cuenta la idea del sacrificio, 


Con lo cual le da una vuelta completa a la tradición mítica, de forma extraordinaria.

Y añade, para dejarla aún más relativizada y cuestionada,


debido a razones que sólo él conocía.


La figura de Agamenón, que en la tragedia de Eurípides es casi el personaje trágico principal, con sus indecisiones y el conflicto entre su condición paterna y líder de una expedición militar, aquí salta por los aires. El narrador ve a Agamenón como un hábil y cínico poderoso, manipulador de cualquiera de las formas de la voluntad pública, y capaz de los más turbios e infames manejos para conseguir llevar a su comunidad política bajo su manos.

La figura temerosa y sufriente que por momentos refleja la tragedia y muchas otras recreaciones, aquí se desvela como totalmente falsa e hipócrita. Agamenón y, hemos de suponer ya que quien lo piensa es el narrador de la Alemania de los ochenta, Agamenón y el Guía, como Stalin, son cínicos e infames gobernantes capaces de cercenar vidas de su propia sangre con tal de seguir afianzados en el poder y liderando a sus vasallos.


No le resultaría  difícil añadir más tarde el nombre 

de Calcante a toda esta historia …


Para el narrador, pues, que vive en una atmósfera opresiva de manipulación populista y dirigida, la Albania totalitaria y los países de la órbita soviética de los ochenta, no le resulta nada extraño reinterpretar la leyenda de Ifigenia en clave de sus circunstancias vitales, y llegar a tan sorprendentes como increíbles interpretaciones de la leyenda de Ifigenia.


domingo, 11 de mayo de 2025

“SE SABÍA QUE ERA UN TROYANO …”: CALCANTE, EL DOBLEMENTE TROYANO. (7.8)

 “SE SABÍA QUE ERA UN TROYANO …”: CALCANTE, EL DOBLEMENTE TROYANO.

Lo mismo que con la palabra sacrificio, que le evoca automáticamente el episodio mítico, ya dentro de mundo del mito, la sospecha y la ira incontenida del protagonista de LHDAg ante la ruptura amorosa y el abandono obligado de Suzana, le hacen recelar airadamente de todos los que pudieron haber tenido algo que ver con esto, de quién o quiénes surgió la tan desgraciada idea de que la joven renunciara a su relación afectiva y a la vida.

Su trastornada mente lo dirige al consejero del partido y ayudante del padre de la joven. Así, en esa descripción entrecortada del 1º de Mayo, el personaje monologa consigo mismo, buscando con la mirada la tribuna de las autoridades.


“Busqué con la mirada al consejero del padre de Suzana, pero no lo encontré por ninguna parte. En el caso de que consiguiera hablar con él, … era perfectamente capaz de preguntarle: ¿Has sido tú quien le ha dado al padre de Suzana ese consejo perverso? Pero, ¿por qué? ¿Por qué?


Plaza Skandeberg, con el héroe a caballo, donde se celebraban multitudinariamente las manifestaciones del 1º de mayo en la etapa de Enver Hoxa.


y, como antes, la evocación de esa figura, de su papel como consejero, asesor o lo que fuera, y ya dentro de esa atmósfera del mito de Áulide, es casi inevitable que, como antes, por asociación, emerja de sus mente trastocada la también retorcida y perversa para el caso del adivino y sacerdote oracular de los aqueos, Calcas Κάλχας, o Calcante. Sí, el mismo al que Agamenón calificaba de “adivino de males” en el comienzo de la Ilíada.


Calcante en el fresco de Pompeya, con el arma ritual.

En LHDAg, ya nos dice el autor albanés, en un juego metaliterario y de crítica erudita, el libro dentro del libro, que 


En el libro de Graves se hablaba extensamente de Calcante


Y, de forma hábil y detallista, y aludiendo a las fuentes de autoridad, “De acuerdo con las fuentes de los antiguos”, añade que “su figura era de lo más enigmática”.

A partir de aquí viene un muy breve pero nada inocente excurso sobre la biografía de este tan famoso, como inadvertidamente desconocido, personaje de la epopeya griega. Pues, y ya lo apunta como primer dato, y, claro, desconocido en general y hasta entre los más aficionados a la leyenda de Troya, empieza por afirmar que 


Se sabía que era un troyano”.


Evidentemente, Kadaré omite todo el linaje de Calcante que narra Graves en su libro, que si era hermano de Leucipe, hijo de Téstor, …, y va a lo más destacado, la patria troyana del adivino y el cariz sospechoso de su persona.

Así pues, Calcante era nada más y nada menos que un troyano, un verdadero troyano. Y quizás acabó actuando, no lo sabemos, como un troyano también, en el otro sentido que también tenemos por esto. 

Es decir, el principal adivino y vate de los aqueos, sobrevolando siempre la escena de la epopeya en sus momentos más decisivos, cuando el reclutamiento de Aquiles, lo de Áulide, el rescate de Criseida, …, resulta que no era aqueo de patria, sino troyano y cercano en sus orígenes al rey Príamo además.

Casi un infiltrado, se diría.

Y, aún más. Pues continúa, 


... enviado a propósito junto a los griegos con el objetivo de sabotear la expedición.


Es decir, casi que un espía, un evidente colaboracionista, comisionado nada menos y de forma astuta que por el mismísimo  rey Príamo de Troya.

Vamos, razones de peso y más que tenía el airado Agamenón para renegar una y mil veces del admonitorio y adivino de mal agüero Calcante, cada vez que le tocaba aventurar una decisión. Así, cuando en el canto I de la Ilíada así se dirige al adivino, μάντι κακῶν οὐ πώ ποτέ μοι τὸ κρήγυον εἶπας:. ¡Adivino de males! Jamás me vaticinaste nada bueno. 


Esta información también la extrae y resume el personaje de lo que nos cuenta el libro de Graves.


Y esto lo saca a relucir Kadaré no por mero resabio erudito de filólogo, sino porque le vienen a la ocasión que quiere, entre otras cosas, denunciar con esta obrita, en la situación política de Albania y otros regímenes totalitarios del mismo tipo, de la presencia omnipresente y decisoria funestamente de este tipo de personajes sin principios, más que interesados, oportunistas y que medran a la sombra de las esferas de poder.

Bueno, digamos, Kadaré expone, por tanto, la breve biografía de Calcante, que es retratado como un renegado. Un aparentemente sincero renegado que ha renunciado a su patria, y se ha pasado, como se dice, al bando contrario.

Pero ahora se detiene. Sobre esta base erudita y documentada de las fuentes, el personaje, un ciudadano albanés, el periodista protagonista, conviviendo bajo una dictadura totalitaria a fines de los años ochenta del siglo XX, este personaje en su vivencia y contexto, se cuestiona libremente e interpreta, en clave de sus totalitaria sociedad, estos datos de la leyenda clásica. 

De forma anacrónica, claro.


1º de Mayo en Albania, bajo la guía de E. Hoxa.


“Ahora bien, resultaba imposible (y más para el propio personaje, por sus concretas circunstancias, como decimos) no preguntarse: ¿Era en verdad un renegado o su actitud formaba parte de una estratagema?”


EN CUANTO A LOS LOS VIENTOS … . (7.7)

RETOMANDO LOS ARGUMENTOS:

EN CUANTO A LOS LOS VIENTOS … .


El relato vuelve a retomar los argumentos referidos hasta ahora, de forma insistente y como un estribillo que se repite con variaciones. Ya había apuntado antes que muchos dudaban de que la fuerza de los vientos fuera la razón para no seguir con la expedición. Ahora lo vuelve a repetir, dando algunas argumentaciones nuevas.

  • LOS VIEJOS MARINOS:

En cuanto al viento, los viejos marinos afirmaban que no era tanto para justificar aquella calamidad.


De nuevo poniendo en cuestión, en esta versión de Kadaré, que de forma anacrónica, nos interroga de modo racional sobre las verdades del mito. Y con argumentos verosímiles, como es el testimonio que aduce de los viejos y experimentados marinos, que conocen de las incidencias del clima para la navegación, y dudan de que no se pueda navegar en esas circunstancias..

Así pues, queda en cuestión y casi descartada, el hecho de que los vientos impidieron la navegación.


Y con ello, de paso y en consecuencia, niega el papel de los dioses en el relato. En verdad esto no lo revela de forma clara, pero se deja ver que en esta versión de Kadaré está ausente, aparentemente, el elemento religioso y sobrehumano. Al rechazar la potencia de los vientos, está negando al mismo tiempo el poderío divino. Pues la  diosa Artemis ha impuesto este castigo supremo a los aqueos por el agravio de Agamenón contra su sacra persona.


  • ¿SE CALMARÍAN LOS VIENTOS CON EL SACRIFICIO?

Siguiendo con la deducción lógica y de género forense que emplea el personaje, si los vientos fueran, a pesar de todo, son la razón para justificar el acto de aplacarlos, si esto es así, y dando un paso más en este cuestionamiento total de la leyenda, con respecto a la solución dada, el sacrificio de la joven, y con una actitud algo anacrónica


¿cómo podías estar seguro de que realmente se calmaría después de aquello (del sacrificio)?


Es como si dijéramos que dos mil quinientos años de tradición literaria artística habría que lanzarlos por la borda, es tal este descreimiento al que se llega, tal desconfianza en los valores e ideas aceptadas por tradición hasta el momento.

  • CALCANTE, UN PERSONAJE DUDOSO

Y, todo ello en el mismo párrafo, en apenas unas líneas, el tercer punto de crítica y el más importante a todo esto que se plantea esa voz de un anónimo aqueo, desde dentro de la leyenda y que nos habla de ella, el tercer punto clave, definitivo y en cuestión, el adivino Calcante.

Es, quizás, adonde quería llegar la argumentación desde el primer momento en que empieza. En el campo de la retórica, utiliza como refuerzo, si no nos equivocamos, el argumentum ad hominem, este recurso lingüístico y persuasivo de todos las épocas:


A fin de cuentas, era el adivino Calcante quien había pronunciado el augurio, …


Y, a continuación, el gran cuestionamiento del mandato por la personalidad de quien lo pronunciaba,


… pero era cosa sabida que se trataba de un hombre dudoso.


Y, en consecuencia, el augurio también lo era, dudoso, cuestionable, y las verdades y mandatos emanados por los dioses, pudieran serlo en gran medida también, si su mediador lo era.

Pero hasta aquí, hasta el cuestionamiento de la creencia sagrada, por otra parte desapercibida en el relato, hasta allí no entra. Se detienen ante su intérprete y mediador, el adivino Calcante.


Calcante en el fresco de Pompeya.


Un inciso antes de seguir. En verdad, en la tragedia clásica los que traman el engaño de las bodas de Ifigenia con Aquiles son Menelao y Odiseo. Estos serían, en verdad, los consejeros del rey, tal como lo entendemos hoy. Calcante no tienen ese papel de asesoramiento e intriga, es, como si dijéramos, mero instrumento. Y manipulado por los otros.

En la versión de Kadaré, se unifica a todos estos personajes, de modo que Calcante es el consejero que trama cualquier cosa por muy reprobable que sea, para mantener la primacía en el poder de sus mandatarios.


Y así, con ese estado de trance hipnótico con el que el personaje de Kadaré consigue viajar en el tiempo y en el espacio de forma inmediata, y al igual que su Suzana llega a a ser la Ifigenia del mito, ahora es la figura del consejero del dirigente el que inmediatamente evoca la figura de Calcante el augur.


Busqué con la mirada al consejero del padre de Suzana


A continuación, llegado a donde parecía llegar su mente trastocada, a localizar un culpable a su ruptura, hará un pequeño excurso de la figura y persona del augur Calcas o Calcante, especie de espíritu redivivo en la figura del consejero político. Luego llegará a una conclusión  bastante sorprendente, que ya comentaremos, aunque en la línea desmitificadora, y reconstruida en nuevas claves, de la leyenda de Áulide.


“LA MAYORÍA SOÑABA CON LA RENUNCIA A LA GUERRA …” (7.6)

 “LA MAYORÍA SOÑABA CON LA RENUNCIA A LA GUERRA …, PERO …”

La descripción que hace a continuación Kadaré está en la línea del trágico Eurípides. En cuántas tragedias de este autor no vemos una renuncia al mio tradicional, un comentario realista y crítico a la epopeya, una mirada desilusionada y humanizadora?


  

La flota aquea varada en tierra, los soldados desmovilizados 

y perdido todo el afán guerrero en la tediosa espera.


Como ya mencionamos en otro lugar, a propósito de esto mismo,  citamos el valioso libro de C. Alexander, La guerra que mató a Aquiles, Kadaré nos pone delante de esta misma versión. Nada de épica ni de gestas gloriosas, pues la heroicidad de la epopeya choca con el realismo más verídico. Los soldados, cansados de la espera, no piensan en la expedición, quieren volver a sus casas:


La mayoría soñaba con la renuncia a la guerra y el regreso junto a la esposa o prometida


La situación es tal, que incluso ya corren rumores como ciertos de que la campaña se va a aplazar y abandonar. Cosa que coincide, al parecer, con el gentío militar desmovilizado.

Kadaré hace notar este tipo de noticias que sobrevuelan un grupo humano, y desde la psicología cómo el propio grupo las acaba generando, fruto de una situación de tensa expectación. 

Pero no, de repente corre una nueva noticia. Y tal como la califica el relato, a pesar de que es un mandato divino y oracular, se trata, y ciertamente lo es, de “noticia contradictoria”. 


… ¡con el fin de apaciguar a los vientos, Agamenón … iba a sacrificar a su propia hija!


De tal modo que, y como indica más adelante, cuando siga el discurso de esta noticia, Kadaré y el relato va a darle vueltas y a analizar en detalle y de forma argumentada, la veracidad de este elemento clave de la leyenda de Ifigenia el propio vaticinio de Calcante.

Y lo hará con varios argumentos, uno de ellos la propia persona del intérprete oracular.  


Pero, de entrada, la voz narrativa muestra cómo es recibida la noticia por parte de la soldadesca, la masa de soldados abandonados a la desidia. Y, de forma consecuente, hay diversas. 

Es una aportación, no original, porque se puede ver en otras obras, pero sí lo es en el sentido en como comenta y analiza, como si fuera un estudio de opinión actual, la repercusión que tienen la noticia entre el ejército de Áulide.

Por un lado, los partidarios del rey no creen que sea posible tal sacrificio, cruel para su persona. En boca de ellos pone un argumento tan racional como humanos y de una lógica tan aplastante como anacrónica:


¿Era acaso indispensable un sacrificio semejante?


creencia esta que se supone en boca de este grupo de partidarios.


Otro grupo de la soldadesca, queriendo dar majyor verosimilitud a estos datos que la leyenda tradicional nos ha legado acríticamente, ya veremos que no es inocente este retrato de una multitud social, en el contexto de esta narración. Otro grupo, el que renegaba de Agamenón, 

En un análisis actual de opinión sociopolítica sus detractores no creían este acto posible, porque esto implicaría una revalorización del desprestigiado rey de Micenas:

No lo creyeron sus detractores, porque se negaban a admitir que fuera capaz de un acto tal de abnegación


Un tercer grupo, que no participa de esta lucha partidista a favor o en contra de la guerra, una especie de mayoría silenciosa, lo que quiere es volver a sus casas tampoco lo termina de aceptar.


tampoco quisieron creerlo quienes esperaban con impaciencia la simple anulación de la campaña.


Con esta división de los diversos grupos de la masa de soldados ante la noticia del ritual, Kadaré quiere dar una clave social, junto con la referencia a los dirigentes.

Y concluye, calificando todo esta noticia de sin sentido, de algo imposible,  ἀμήχανον, como hace la propia Electra en la tragedia cuando refuta las señales. Kadaré añade, además, otro calificativo, innecesaria:


“No, semejante cosa no era posible … una locura … innecesaria”

Es, pues, curioso, este detallismo de la novela a la hora de recabar las diferentes posiciones con la que se acoge la noticia de Ifigenia. Dato este que nos viene dado por la tradición legendaria, y que aceptamos como tal de forma natural y sin convertirlo en un fenómeno social, una noticia pública, y sus repercusiones en el colectivo que la recibe, y la forma en que cada facción la recibe y valora.


Y, dejando a un lado este revisión realista del impacto en la opinión de los guerreros y dirigentes …, como haría Electra en la tragedia del mismo nombre de Eurípides, sigue, de forma recurrente, repitiendo otra vez los motivos y cada vez con más precisión,  diseccionando y desmontando la creencia en el augurio divino. 

De forma deductiva, argumenta la voz interior de este aqueo de Áulide, el periodista albanés reencarnado allí a lo largo de los siglos, que,

  1. si los vientos no imposibilitan realmente la navegación,

  2. consecuentemente, el valor y la utilidad del sacrificio se cuestiona, y

  3. en última instancia, se puede dudar incluso de la autoridad del adivino Calcante.

AGAMENÓN, NO CALCANTE, VATICINA EL SACRIFICIO. (7.9)

  AGAMENÓN, NO CALCANTE, VATICINA EL SACRIFICIO. El paralelismo y la interpretación, anacrónica, del amante de Suzana, al trasponer la le...