miércoles, 31 de enero de 2024

SORTES VERGILIANAE EN EL WESTERN: TRES PADRINOS.

 

SORTES VERGILIANAE EN EL WESTERN: TRES PADRINOS (1948) -y 5-

 BOTAS PREMONITORIAS.

Kid ha llegado al límite de sus fuerzas. Ante ellos se abre una llanura pedregosa y difícil de transitar.

Es el último obstáculo, pero Kid advierte que su fin está próximo.

  • No has debido dejarme hacerlo, dice kid con remordimientos por haber bebido

  • ¡Cálmate, Kid!, dice Bob. En cuanto hayamos pasado la llanura, habremos pasado lo peor.


Premonitoriamente, Kid sentado sobre el pedregal, trata nerviosamente de quitarse una de sus apretadas botas.

Bob, que lo ve, se acerca y lo ayuda.


 

Luego, de forma aparentemente irracional, empieza a golpear con una piedra el talón de una de ellas. Figuradamente, podría significar que se está agrediendo a sí mismo. Bob se la quita, asombrado, ¿Qué haces?.

  • Será más fácil para caminar, dice en resuello Kid.

  • ¡Hay que atravesar una zona rocosa!

  • No calculo llegar tan lejos, y coge otra la otra bota y vuelve a darle con la piedra. No, señor, no creo que llegue hasta allí, termina de decir absolutamente sin fuerzas, y anunciando el próximo desenlace.



Bob, sin saber por qué, empieza a golpear el tacón de la otra bota también.


El pie, el calzado, tiene un valor simbólico con muchos significados. En muchas ocasiones, hay una relación de identidad entre el pie y el personaje. Uno de ellos está asociado con la muerte, que se ve, por ejemplo, con expresiones como tener el pie en el estribo. Así se ve en muchos casos.

El acto de Kid, al descalzarse, puede avisar o simbolizar, es una ocurrencia, que el personaje está próximo, como así será, está próximo a morir.


Y llevando las cosas al extremo, otro tanto le ocurrirá al segundo pistolero, Pete. Éste, que sigue la caminata con Bob y el niño, cae de un pequeño talud y se fractura algo en su pierna.

Pese a los intentos de Bob por ayudarlo, el personaje y el espectador ya saben que, en aquellas circunstancias, esa fractura significa morir, pues no puede, ni lo intenta, desplazarse.

Otra vez una herida o cualquier cosa que suceda en el tren inferior, en pies o piernas, más que en otras partes corporales, tiene una conexión directa con la persona al completo.

Sin necesidad de decir nada, las últimas palabras del cuatrero son ¡déjame el revólver para defenderme de los coyotes!, a lo que Bob rezonga ¿Coyotes?, queriendo saber lo que le está pidiendo su colega de bandolerías.


Cambio de escena. Implacable, el sheriff y su cuadrilla encuentran la carreta abandonada donde estuvieron los tres nació el pequeño.


Cuando Curly, el ayudante, la inspecciona, el sheriff identifica una de las prendas, su vestido de bodas,  como de su sobrina, que ya tendría que haber llegado a welcome en esos días.

Descubren, además, los destrozos del manantial, que lo achacan a los tres. El sheriff, enfurecido por lo de su sobrina, les ofrece más dólares para continuar la búsqueda 


LA TRAVESÍA DEL DESIERTO Y LA AGONÍA.



Con pasos cada vez más vacilantes, los tres se adentran en el desierto de sal y piedras que deben atravesar. Una música de tragedia y admonitoria les acompaña.


Kid no suelta al niño en ningún momento, mientras los otros, extenuados, van soltando los bártulos de cualquier manera.

Dando bandazos al caminar, de repente, Kid echa a correr como un loco. los otros lo siguen, llamándolo, hasta que cae casi sin alma sobre el pedregal. Pete llega el primero y le coge el niño. Sabedor de que ha llegado el final, piadosamente, le pide a Pete que le coja la Biblia, que ha estado con él en toda la travesía. 

Salmo, 1, 37, le pide que le lea, léelo, por favor“junto a los ríos de Babilonia …”, lee tristemente Pete. Kid, agonizando, le pide al Señor que lo acoja en su seno. Tras pronunciar la oración y decir Amén, fallece, dejando a Bob y a Pete desolados.

Será Bob, débil, delirando, gracias a una intervención, pues, ya que a ello ha derivado el film, gracias a una aparición, la de la mula, cuando a punto estaba de sucumbir, podrá salvarse y salvar al retoño divino.


SORTES VERGILIANAE EN EL WESTERN: TRES PADRINOS (1948) -4-

 LA PARTIDA HACIA NUEVA JERUSALÉN.

Se cambia de escena, hay una elipsis, y vemos a los tres padrinos saliendo de la carreta, rumbo a Nueva Jerusalén.

Las últimas imágenes del lugar que nos muestra el film tiene  un aire de misterio e inexplicable, como si en aquel lugar hubiera ocurrido algo extraño.

Hay un primer plano de la cruz de la madre fallecida, caída y barrida por el viento, y otra de la carreta, abandonada, que casi es desmantelada por la misma ventolera.

       los tres saliendo hacia N. Jerusalén.              La cruz caída y barrida por el viento.

               la cruz y los tres                          La carreta a punto de ser desmantelada por el viento

Elipsis durante la cual se supone que han caminado un trecho. Entonces se detienen y Bob le dice a Kid, que lleva al niño asido a él desde que partieron.

  • Kid, Pete y yo nos turnaremos para llevar al niño.

  • Yo pienso dejar a mi ahijado cuando me toque. Debo hacerlo. Está en el libro, le dice a Bob mirándolo fijamente como un iluminado. Entonces remata había tres hombres sabios que llegaron del este … tres hombres sabios. Y entonces aparta la mirada, fija la vista al frente y dice convencido totalmente yo soy uno de ellos.

  • Como quieras, Kid. Bien, Pete, ¿ en qué dirección está Jerusalén? Bob ya no sabe si está en Arizona o en Judea.

Kid le responde en lugar de Bob, él es ahora el guía, místico, pero guía.

  • Por allí, Bob, dice convencido y señalando con el dedo, y como si fuera evidente, dice no ves la estrella. Y emprende la marcha, seguido de rondón por Pete, y dejando estupefacto a Bob, que no acaba de entrar en el mundo paralelo de Kid.


Y, como dándole la razón al trastocado Kid, se ofrece una panorámica del paisaje, los tres en marcha y, en lo alto del cielo, una única estrella, ésa que según Kid es la que les marca el camino.

Y con una música serena, de tonos reverenciales, ajenas a un western clásico, un plano claro nos muestra la silueta de los tres forajidos en ruta hacia esa Nueva Jerusalén, siguiendo la luz de una estrella brillante sobre el firmamento.


Fundido en negro. El siguiente plano nos  muestra a los tres personajes, remontando trabajosamente una pendiente, casi un calvario, cargados con fardos Bob y Pedro, y Kid con el niño en brazos. Y la música melodramática de fondo, acompañando la escena.


A estas alturas, es claro que Kid, por las heridas ocasionadas o por su mayor credulidad, la debilidad y la falta de agua, pues toda su ración se la deja al niño, kid ya no es kid, sino, como ha dicho antes, un hombre sabio, en el sentido de santificado y poseído por una misión, la de salvar al niño.

¡Mirad, agua!, exclama, pero lo que ven los otros no es el ansiado líquido,  sino una amplia franja de color blanco.

  • Eso no es agua.

  • Sal.

  • Es un lago de sal. Tenemos que cruzarlo, exclama un desalentado Bob, consciente de la sinrazón en la que han caído.

Kid se sienta desfallecido y se niega a beber el agua que le ofrece pete, pero éste lo obliga.



SORTES VERGILIANAE EN EL WESTERN: TRES PADRINOS (1948) -3-

 LAS SORTES VERGILIANAE.

Pues es entonces cuando le llega el turno a Kid, que surge como una aparición entre medio de los dos, con una sensación de encontrarse raro y casi como en un trance. 

Mientras Bob y Pedro mantenían una discusión airada, Kid, desentendido de ellos, había recogido el libro de la Biblia del suelo de la carreta, manteniéndolo abierto por la página tal cual cayó. Cuando los otros dos estaban a punto de llegar a las manos, Kid, ajeno a la disputa y como fascinado, se queda absorto mirando la página del libro sagrado. 


De forma lenta y ceremonial, empieza a hablar 

como un ministro religioso. 


  • Sois unos estúpidos. Aquí dice, y señala al libro que tiene en las manos, dónde deberíamos ir. Igual que lo ha dicho todo. No comprendéis nada.


Y, ya en tono casi místico, como un vate de la antigüedad, continúa.

  • ¿Creéis que todo esto ha sido una casualidad? Que viniéramos por este camino, encontrar a la madre, ayudarla, sigue diciendo con voz tomada. El niño, el pesebre, la estrella brillante … en la noche. 


Bob lo mira totalmente escéptico.

Al parecer, Kid acaba de tomar ser consciente de la presencia de lo numinoso en aquel lugar dejado de la mano del señor.

Este rapto casi místico de Kid, esta situación extática casi, no es propia del western. La religión, y menos una religión sentida especialmente, aparece en este género como los tradicionales ritos religiosos de función público social. Aquí Kid está experimentando una especie de revelación, pues nota en su ser la presencia de lo numinoso en sus acciones, muy ajena al género.

 

Es en ese momento es cuando aparece el tema de las Sortes Vergilianae. Como se sabe, dentro del complejo mundo de la adivinación y sus artes en la Antigüedad, las Sortes es un procedimiento de adivinación, como otros muchos, que viene de antiguo, y en el mundo clásico tenemos los primeros testimonios. 

Este rito consiste en abrir un libro al azar, o también lanzarlo al aire, y leerlo por la página en la que casualmente ha quedado abierto

Al principio, se empleaba la Eneida u otro libro con máximas de Virgilio. Pero luego ya se empleó la propia Biblia y, al final, se puede emplear este método con cualquier libro. En el mundo clásico, esta práctica se generalizó en tiempos de Adriano.

Se dice, incluso, que la conversión de San Agustín se produjo a raíz de este medio adivinatorio.

Como se ve, es un recurso que alguna vez hemos probado o visto en películas o en obras de literatura. No parece, así a primera vista, tener mayor complicación. 

Incluso algunos ilustres  profesores de universidad utilizaban este método manual con el manual de su asignatura, los días de exámenes, para desesperación de sus alumnos.


En el film, las sortes se llevan a cabo por la segunda opción, lanzarlo al aire, ejecutando el rito sin ser consciente de ello, después de que el manotazo de Bob aventara el libro por los aires. 

Y es que, indirecta e irónicamente, el escéptico Bob ha actuado de oficiante de culto en el rito adivinatorio, sin ser consciente ni quererlo.

Kid, en ese rapto omnisciente, encuentra en el relato bíblico los apoyos a su revelación.

  • No digo tonterías ni tengo ni tengo fiebre, Bob, te lo aseguro. No, como tampoco tuviste que ver con tirar el libro PARA QUE SE ABRIERA EN EL LUGAR DONDE HE ESTADO LEYENDO, donde nos dice a dónde hemos de ir. Escuchad, os lo ruego.

manteniéndolo abierto por la página tal cual cayó


A todas estas, Pete y Bob han guardado un reverencial silencio mientras Kid hablaba ensimismado, transmutado casi en un sacerdote de cultos paganos.

Pete le dice nervioso “¡No, Kid, no!”, pero Bob, más tranquilo y resignado, le anima,  “¡Adelante, Kid, si eso te hace sentir mejor!”.

Empieza Kid a leer con voz temblorosa:

“Y cuando los días de su purificación fueron consumados, según las leyes de Moisés, recogieron al niño y lo llevaron a Jerusalén, para presentárselo al Señor”.


Entonces Kid detiene la lectura y se vuelve admirado hacia Bob:

“¡Te das cuenta, Bob! Aquí dice Jerusalén”.

“¡Nueva Jerusalén!”, responde Bob, como si de pronto hubiera abandonado su escepticismo y aceptara las ensoñaciones de Kid. Efectivamente, el pueblo así llamado de Nueva Jerusalén es uno de los que está a una distancia manejable para alcanzarlo.

Verás, Bob, dice Pete entonces, reverente, que también se queda sorprendido, yo no digo que al Señor le importe mucho lo que le pase a un vulgar cuatrero, pero, si yo estuviera en una casa de juego - es su mundo, juergas, alcohol y salones de apuestas -, ¡jugaría al número de Kid”.

Los tres han llegado a tal nivel de desesperación, expresado por estas últimas palabras de pete, que son capaces de someterse a un rito adivinatorio a todas luces ilógico. En tal estado se encuentran.

Pete se dirige a Bob, porque sabe que es al único al que hay que convencer.

¿De veras?”, inquiere Bob, que sabe que no es cierto esto. Pero a continuación, coge el sombrero, dando por acabada la sesión llamémosla de trance originario, y se marcha aceptando el designio: “¡Está bien! ¡Vámonos!”.


imagen  de Kid arrebatado casi por un rapto extático.

La ceremonia, el ritual de las Sortes Vergilianae ha concluido. La última imagen nos muestra a Kid, solo pues los otros dos han marchado rápido, con la expresión de visionario cristiano o de la Pitia en el momento del éxtasis.


Como curiosidad, hay que decir que el fragmento que toca en suertes es Lucas 2, 22 ss.