jueves, 26 de octubre de 2023

LA XYSTON DE ALEJANDRO: EL ALEXANDROS DE V.M. MANFREDI

 LA TRILOGÍA DE ALEJANDRO DE V.M. MANFREDI: EL CONFÍN DEL MUNDO.

   

A finales de los noventa, y después de una latga carrera como autor exitoso del género histótico ambientado en la antigüedada, el autor italiano valerio M. manfredi decide acometer una gran obra, la que presenta en forma de trilogía. El título y la figura novelesca a la que va a dedicar su trabajo es Alejandro Magno.

La obra se titulará Alexandros, y tuene cada una de sus partes un subtítulo. En el se se relata la batalla de Gaugamela es el tercero, subtitulado El confín del mundo, en clara alusión a la última parte del extraordinario viaje del rey guerrero.

En cuanto a las páginas que le dedica a la batalla a la que nos referimos, Manfredi da una descripción detallada y documentada de toda la batalla de Gaugamela, sus prolegómenos, y el desarrollo de la misma, implicando no solo a Alejandro, sino a los principales generales que lidera el ejército, como Crátero, Filotas o Parmenión.

Cuando describe el ataque de los carros falcados,  

En algunos puntos la formación se abrió y los carros pasaron sin problemas, pero en otros cayeron en plena carrera en medio de las filas en marcha segando a los soldados como espigas, haciendo rodar por el suelo cabezas separadas de sus troncos limpiamente, con los ojos desorbitados y estupefactos aún.

Es curioso que Manfredi utilice el mismo símil segando a los soldados como espigas que Curcio segaba muchos batallones de persas, como con su hoz cortan los campesinos las espigas de su campo para referirse a la mortífera actuación de los carros falcados sobre la infantería helena. Es una símil literario muy gráfico e impactante, evidentemente.

En otros párrafos, dedica líneas muy gráficas a la montura de Alejandro y a la impresión feroz que podría dar en la batalla.

… Bucéfalo piafó, relinchó y, empujado por los gritos cada vez más fuertes del rey, se lanzó a una carga furibunda martilleando la tierra con sus cascos de bronce, resoplando como una fiera.

            Cuando llegan los momentos decisivos, una vez avanzada la contienda, recobra el protagonismo de Alejandro

Las tornas de la batalla comenzaban a cambiar: Alejandro avanzaba cada vez más amenazante hacia el centro enemigo y Darío aparecía ya a la vista montado en su carro de guerra. El rey macedonio desató de la trabilla una jabalina y apuntó. Protegido por sus compañeros, lanzó con gran fuerza pero falló, golpeando sin embargo de lleno al auriga, que cayó al suelo muerto.

         Ya hemos visto que la lanzada de Alejandro, famosas por los dos films que la representan, no tienen fundamento en los textos de Plutarco ni Arriano. Ellos se refieren, quizás lógicamente, a la carga de la caballería, Alejandro al frente, contra el carro de Darío y la guardia real. Solamente Quinto Curcio aventura que hubo una lanzada, sin decir por pare de quién, que mata al auriga y desmanda los caballos, y es el inicio del descalabro persa. Pero ninguna de las fuentes habla de este protagonismo de Alejandro, que sí se deja ver, ciertamente, en el mosaico.

Manfredi recoge estos testimonios documentales, especialmente el de Curcio, además del mosaico donde Alejandro carga contra Oriartes, y la película de Rossen de 1956, pero no la de Stone, posterior a su novela,  y conforma la escena en su relato. Es cierto también que el autor dedica varias líneas muy descriptivas al caballo Bucéfalo, su apariencia y su fiero empuje., como también cita Plutarco.

Más bien parece que Stone se inspiró en Manfredi para componer estas escenas centrales de la batalla, si es que se puede decir

Es decir, frente a las fuentes documentales más fidedignas, que lo que hacen hincapié es en la carga de la caballería macedonia y Alejandro al frente de ella, Manfredi, como el mosaico y Rossen, singulariza en Alejandro, en su cabalgadura y el xystón, la lanza, todo el golpe de mano que efectúa en el momento clave de la contienda, añadiendo de su composición narrativa estos hechos que nunca se podrá saber tal como ocurrieron.

LOS CABALLOS SE DESBOCAN Y DARÍO EMPRENDE LA HUIDA.

Los caballos echaron a correr ya sin guía hacia el borde norte del campo y Darío, tras aferrar las riendas, los fustigaba empujándoles al galope fuera de la batalla.

Aquí está el otro momento clave, cuando muerto el auriga, DaRÍO, QUE EN Rossen se deshace del guerrero de cualquier manera, se hace con las riendas del carro. Es curioso que Manfredi no mencione el icónico carro real, falcado además, como señalaba Ps. Calístenes, que en el resto de las fuentes, y en el mosaico, se toma como imagen manifiesta de la huida. Las expresiones como hizo girar el carro y similares, la pintura del mosaico y los films lo exhiben muy gráficamente.

Los Inmortales, despreocupados de la huida del rey, siguieron batiéndose con increíble encarnizamiento aun a sabiendas de que no iban a tener escapatoria, y sólo mediada la tarde comenzaron a ceder, extenuados por el cansancio.

         Se menciona aquí a la guardia real de Darío, que Manfredi identifica con los Inmortales, cosa que no sabemos. El dato que da a continuación tiene su refrendo también en Quinto Curcio, quien exalta la valentía y la conducta suicida de estos guerreros reales,

Otras muchas unidades, habiéndose difundido la noticia de que el Gran Rey había muerto, habían huido.

         Aquí Manfredi vuelve a seguir a Curcio, quien da este dato de la falsa muerte del Gran Rey y la huida que esto provoca en parte del ejército.

LAS LANZAS DE LOS HETAIROI.

El armamento de los hetairoi incluía una larga lanza arrojadiza, el xyston. Llama la atención lo de larga, pues suponemos que para ser arrojadiza no lo debería ser. Además de la lanza o xyston, llevaban también una espada kopis, en el cuerpo a cuerpo, coraza, brazaletes y yelmo. Además, los caballos también llevaban algunas protecciones.

HAY    QUE SUPONER, por lo tanto, que la lanza con la que aparecen Alejandro y los hetairoi en el mosaico, en los films y en este relato de Manfredi, es esta lanza propia del equipamiento de la caballería macedonia, la llamada xyston, Ξυστόν.

Como dice la información, podía ser asida por debajo o por arriba, dependía del guerrero. En el mosaico Alejandro lleva el xyston agarrado por abajo y ataca, con él asido, a un guerrero persa. Detrás del propio Alejandro y al mismo tiempo, adivinamos, pues está fragmentario, a otros hetairoi que llevan por su parte la lanza en alto.

Ya se especifica que también servía como arma arrojadiza, a pesar de que era una lanza larga. Como tal arma, es como la vemos utilizada en los films y en la novela de Manfredi, y Quinto Curcio también señala una lanzada anónima que cae sobre el auriga.

Tenemos el testimonio de Flavio Josefo, en La guerra de los judíos, que identifica el xyston con el pilum de las legiones romanas, lanza esta que si era empleada como arrojadiza.

En Manfredi y los films, por tanto, es donde encontramos esa lanzada, la que arroja Alejandro contra Darío, la de esa lanza propia de los hetairoi, la llamada xystón. A diferencia del mosaico, donde Alejandro aferrada a ella, ataca a un persa, los films y Manfedi la ubican como momento álgido de la figura de Alejandro y de la batalla.

 

LA ESTRATEGIA DE GAUGAMELA.

          Una vez enfrentados los dos ejércitos, la caballería de Alejandro hace un movimiento lateral y se aleja del centro de la batalla.

         En un determinado momento, Alejandro y sus hetairoi dan un giro, se percatan que su movimiento ha hecho que el centro del ejército persa, donde se encontraba Darío, quede un hueco y aparezca desguarnecido. Es entonces cuanso avanza directamente hacia el centro donde se encuentra el carro real de Darío y su guardia.


Alejandro enfila por el centro y va directamente a por Darío al frente de su caballería. Darío, con lanzada o sin ella, muerto el auriga o tampoco, advertido del peligro personal e impresionado ante la llegada repentina del macedonio, parece desistir de la lucha, aunque por lo que parece, la batalla aún estaba por decidir, y parece emprender la huida en ese momento.



De Mushii - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3204215

jueves, 19 de octubre de 2023

ALEJANDRO vs. DARÍO EN PSEUDO CALÍSTENES.

     La novela Vida y hazañas de Alejandro el Grande, atribuido a un autor desconocido nombrado como Pseudo Calístenes, fue una obra novelesca y de entretenimiento que tuvo mucha difusión desde la época en que se escribió, hacia el s. III. Con un tono novelesco, donde abunda lo fabuloso y lo aventurero, se narra la vida del rey macedonio sin excesivo rigor histórico, convertido en un personaje legendario y en vivencias de situaciones extraordinarias.

Mantiene, desde luego, el eje cronológico y los principales sucesos históricos de su aventura oriental. Por lo tanto, vamos a encontrar los relatos de las batallas, que es lo que nos trae aquí, de las batallas de Issos y la de Gaugamela.

En concreto, la batalla principal de Gaugamela o Arbelas, Libro II, 16 ss., es descrito por el autor sin dar este nombre. Sólo cita como referencia un río, un tal río estragas, en los alrededores del cual se sucede el encuentro campal.

El relato propiamente de la batalla es breve, muy breve si lo comparamos además con el tiempo que le dedica a los momentos previos, las escaramuzas iniciales o la arenga de Alejandro a sus falanges dispuestas a entrar en combate. Todo tienen un aire épico y de aventura, los soldados están enardecidos por entrar en combate, Alejandro es un líder idealizado.

Pero la descripción de la batalla, como decimos, es apenas un suspiro, eso sí, cargado de patetismo, muy plástico y que logra, como una pintura, captar en una imagen impactante el encontronazo de los dos ejércitos. Pero como en una instantánea, casi parece. 

En su marcha llega hasta las regiones del rio Estranga, esto es, hasta la misma ribera del rio. Dario toma también sus fuerzas y llega también él al Estranga. Al verlo estrecho y helado lo cruzó y encaminose y movió sus efectivos a través de la zona desértica, con la intención de atacar el primero de improviso a los soldados de Alejandro, de modo que los encontrara desprevenidos y los pusiera en desbandada. Los heraldos se colocaron en el centro del campamento y llamaron al combate a los valientes. Todo el ejército de Dado revistiose de coraza y de todas las armas …

Dario iba sobre un elevado carro … 

Es curioso este dato, que bien refleja el Ps. Calístenes, la posición sobresaliente de Darío en su carro real.

Esta posición la podemos ver directamente y, es más, resalta a primera vista, es más, en el mosaico. Los films, por su parte, y tal vez Stone lo intente más, no logran reflejar esta posición en alto del monarca.

Pero el mosaico, como decimos, lo refleja bien claro y es algo que llama la atención desde el principio, la altura preeminente del monarca persa sobre el carro, frente a un Alejandro jinete, que se halla no en línea y al nivel del otro, sino en una escala un poco inferior pero apreciable. 

… y sus sátrapas se apostaban en sus carros armados de guadañas. Otros conducían mortíferas máquinas de guerra y lanza dardos mecánicos. 

         Al autor le interesa resaltar, por su impresión, estas armas extraordinarias y potentes. Sobre todo, los carros, los carros armados de guadañas, drepanóforos. Los films, es claro, aprovecharan la ocasión para exhibir en pantalla la espectacularidad de estos terroríficos carros, con sus ruedas armadas de funestas hoces.

Esto también se verá en otro de los mejores films de la Antigüedad clásica, Ben-Hur, donde se muestra en primer plano el carro de guadañas del antagonista de Ben-Heston. 

         El mosaico no tiene espacio para mostrar esta arma terrorífica, y los otros textos los citan sin más. El de Ps.C. une los carros de guadañas con otras armas a cuál más terrible, mortíferas armas de guerra y lanzadardos mecánicos.

Estas últimas no las citan ni Arriano no Plutarco o Curcio, con datos más precisos sobre la falange y la caballería macedonia.

A las tropas macedonias las acaudillaba Alejandro, montado en su caballo Bucéfalo. Nadie era capaz de aproximarse a este fiero caballo.

 A continuación y de forma alternativa, presenta al contingente heleno, del que el autor solo destaca a Alejandro y su caballo. Como en toda la tradición, respeta esta imagen icónica ya del Alejandro jinete enfrentado a un Darío sobre el carro real.

No introduce esos detalles realistas que citan los otros autores, referidos al cabio de montura a lo largo del combate de Alejandro. Al autor le interesa, desde el tono legendario y heroico, presentar al líder macedonio y su animal emblemático, Bucéfalo. Apostilla a continuación el rasgo personificado del caballo, quizás transferido del que o monta.

En esto, también el mosaico como, sobre todo, el Alejandro de Stone, dan relieve a la presentación del noble bruto. 

En cuanto uno y otro bando dio con gritería el toque de ataque, lanzaban unos piedras, disparaban los otros flechas, como una lluvia que cayera del cielo; otros lanzaban jabalinas y otros hondeaban bolas de plomo. de tal modo que ocultaban la luz del día. 

El comienzo de la batalla es simple y sin detalles realistas. Se da el toque de ataque y empiezan los dos bandos de forma tumultuaria a atacarse y lanzarse todo lo que pueden.

Por otro lado, bien es cierto que los comienzos de las batallas generalmente empezaban con el lanzamiento de artilugios a distancia, para pasar luego al combate cuerpo a cuerpo. Y esto es lo que nos cuenta que hacen los dos ejércitos, sin mayor problema.

Eso sí, encontramos aquí la referencia a las jabalinas, jabalinas como la que pudo llegarle a Darío, según Curcio, y que los fims eligen como escanas icónicas del combate.

Los dos símiles, elementos literarios de por sí retoman motivos literarios ya conocidos. Ha pasado ya a la historia la respuesta del espartano de las Termópilas ante laingentecantidad de lluvia que les venía encima. Aquí Ps.C. recurre a los mismos, 

... flechas, como una lluvia que cayera del cielo; … jabalinas y … bolas de plomo. de tal modo que ocultaban la luz del día.

Estos detalles literaturizados de la batalla, los referidos a la abundacia de objetos arrojadizos que se lanzan, que más parece u trasposición del episodio de las Termópilas, no tienen referencia en los otros textos y tampoco en el mosaico y los films.

Como decíamos, el autor hace un relato brevísimo de esta magna batalla, y tras esta lluvia de armas arrojadizas de todo tipo, el inicio propiamente de las batallas, se siembra una confusión general d y desastrosa para el ejército persa. 

Enorme era la confusión de los que herían y los que caían heridos. Muchos caían muertos traspasados por los proyectiles, otros quedaban moribundos. Oscuro estaba el aire y sangriento.

 A continuación y sin intervención de Alejandro y su caballería de hetairoi, planta ya de repente el desenlace final

 Como responde a su género novelesco, la descripción de la batalla, unas pinceladas, viene repleta de imágenes llamativas y trata de ser algo espectacular.

La lanzada, la que hemos rastreado en los textos y obras visuales, aquí no tiene aparición. La huida de diario se produce sin más, una vez constata que los suyos están siendo arrollados por los griegos.

No hay señales divinas, como el águila de Zeus o el adivino. Tampoco hay referencia alguna a la carga de la caballería de los hetairoi, que sí aparece en los textos y era un arma estratégica principal en sus tácticas de batalla de Alejandro.

No, la narración de Pseudo Calístenes está realizada con esas pinceladas de hechos dramáticos y lugares comunes espectaculares.

Carga las tintas en el poderío de armas persa, en especial los carros con guadañas. Las flechas tapaban el cielo de tal manera que el aire se volvía oscuro, por todos lados caían piedras, jabalinas y hasta bolas de plomo, en tal densidad que oscurecían el día. Utiliza símiles y recursos ya habituales en los relatos literarios, como hemos visto.

Cuando los textos y el propio mosaico ponen en liza la carga de los hetairoi, el Pseudo Calístenes, en esta breve descripción de la batalla, la pasa por alto, como ya señalamos.

 Ante la gran mortandad de persas en el fragor mortífero, Darío se aterrorizó y volvió las riendas de su carro armada de galiailar. Y al rodar entre sus gentes segaba muchos batallones de persas, como con su hoz cortan los campesinos las espigas de su campo. Al llegar Darío al rio Estranga en su huida, él y los de su escolta, que encontraron helado el rio, lo cruzaron. Pero

          El detalle gráfico de la huida del carro se le presenta haciendo girar su carro. Así se repite en los otros autores, lo reproduce el mosaico y lo repiten los films de los que hablamos. Volvió las riendas de su carro, aquí además remarcada por el detalle de las guadañas, aun cuando se supone que el carro del rey no entraría en combate.

Y, claro, fiel al estilo del texto, llamativo, novelesco, patético, señala el detalle cruento de estas ruedas con hoces cortando e hiriendo crudamente a sus mismos guerreros. A continuación, y para rematar con dramatismo la desenfrenada escapada del rey, añade una comparación sencilla, en una tímida imitación de los largos símiles homéricos,

 segaba muchos batallones de persas, como con su hoz cortan los campesinos las espigas de su campo

martes, 17 de octubre de 2023

LA LANZADA DE QUINTO CURCIO RUFO Y LOS FILMS DE ALEJANDRO

 Quinto Curcio Rufo, historiador y escritor romano, vivió en el s. I, bajo el emperador Claudio, se refiere también a esta batalla.

Su única obra conservada es Historiae Alexandri Magni Macedonis (Historias de Alejandro Magno de Macedonia). 

Se la considera, junto con la de Plutarco y Flavio Arriano, de las tres fuentes principales sobre el rey y sus campañas. 

Habría que revisar la bibliografía que trate de las fuentes en las que se inspira este autor. De momento, intentaremos confrontar lo que relata en su obra sobre Issos   y Gaugamela, y su correspondencia o no con el mosaico y las películas de Rossen y Stone.


- LOS DOS REYES SE AVISTAN, DARÍO EN CARRO, ALEJANDRO A CABALLO.


Después de dar la arenga Alejandro a sus soldados, Curcio nos muestra a los dos con la imagen que hasta ahora ha quedado como icónica, representativa de cada líder.


23) Ambos reyes, a cortísima distancia ya el uno del otro, inflamaban a los suyos al combate; (24) Darío en un carro y a caballo Alejandro, rodeados ambos de sus más escogidas tropas, 


Duo reges iunctis prope agminibus proelium accenderant; plures Persae cadebant, par ferme utrimque numerus vulnerabatur. Curru Dareus, Alexander equo vehebatur: 


batalla de issos

Duo reges iunctis prope … Curru Dareus, Alexander equo vehebatur:


Si no fuera porque es imposible de confirmar, parece que Curcio está haciendo una écfrasis, sin del fresco pompeyano, de alguna otra copia que muestre la misma escena, casi considerada ya como canónica.

Esta imagen, la de Darío en el carro real y Alejandro a caballo es la imagen ya fijada desde entonces gráficamente por el mosaico, aunque en los textos se destacan también las dos formas de enfrentarse ambos monarcas en la batalla.

Este contrapunto entre los dos reyes y su diferente apariencia lo reproducen fielmente los dos films, en alternativos planos de los dos líderes.


- EL SACRIFICIO PERSONAL DE LOS GUERREROS ANTE SU REY.


Se ve que a Curcio le interesa destacar este dato. Sin embargo, los otros textos no lo mencionan, más centrados en la figura de Alejandro.


rodeados ambos de sus más escogidas tropas, las cuales atentas sólo a librar a sus reyes, despreciaban generosamente sus vidas, no pudiendo lograrlas sin las suyas, a cuyo precio y el de morir a su vista se tenían por felices. (25) Si bien era mayor el riesgo en los que estaban más inmediatos a sus personas, por ser allí donde de una y otra parte anhelaban todos obtener la gloria de dar por su mano muerte al rey enemigo. (26) 


utrumque delecti tuebantur, sui immemores; quippe, amisso rege, nec volebant salvi esse nec poterant; ante oculos sui quisque regis mortem occumbere ducebat egregium. Maximum tamen periculum adibant, quos maxime tuebantur: quippe sibi quisque caesi regis expetebat decus.


 

nec volebant salvi esse, El sacrificio de los guerreros persas ante su rey


Este detalle del sacrificio de los guerreros por su rey aparece bien reflejado, en el caso de rey persa, en el mosaico, y la película de Rossen la muestra en la escena del auriga que interpone su cuerpo a la lanzada. 

Stone en cambio, no muestra esta fidelidad hasta la muerte entre los orientales, aunque sí destaca la especial unión de los hetairoi con su líder. Como señala …, nunca en la historia, con ningún jefe militar, se dio tal confraternización, que remonta a la camaradería homérica, entre un líder y su tropa escogida 

De ahí que Stone muestre escena del socorro que le prestan al rey cuando está luchando pie a tierra, e introduzca en Gaugamela, desubicado, el episodio de Clito, Clito el Negro, Κλετος Μέλας, que le salva la vida a Alejandro, suceso éste ocurrido años antes en la batalla del Gránico.


- EL ÁGUILA DE ZEUS Y EL ADIVINO ARISTANDRO.


Pero fuese ilusión o hecho cierto, es sin duda que los que se hallaban al lado de Alejandro aseguraron haber visto volar apacible a un águila sobre su cabeza, sin que la alterase ni espantase el ruido de las armas, ni los gemidos de los que morían, (27) que permaneció por largo espacio alrededor de su caballo, como suspendida en el aire; 


El águila sobrevolando los ejércitos enfrentados en Gaugamela

    Ceterum, sive ludibrium oculorum sive vera species fuit, qui circa Alexandrum erant vidisse se crediderunt paululum super caput regis placide volantem aquilam, non sono armorum, non gemitu morientium territam, diuque circa equum Alexandri pendenti magis quam volanti similis adparuit


Como ya señalamos cuando Plutarco, no en Arriano, estos dos datos, el del águila y el del adivino Aristandro, están reflejados alternativamente en las películas de Rossen y Stone, Rossen el adivino, Stone el águila. El mosaico no la representa, y el águila sí que aparece en el relieve del Museo Arqueológico Nacional


y que mostrando Aristandro revestido de una ropa blanca, con un ramo de laurel que tenía en la mano, (28) como seguroanuncio de la victoria, a los soldados que combatían, aquel pájaro, les infundió tan grande ánimo y confianza, que los que se hallaban poco antes amedrentados volvieron entonces a la carga con increíble ardor y gusto


El adivino Aristandro junto al rey macedonio, en Rossen, 

pero que, por el contrario, no muestra la aparición del ave de Zeus.


Certe vates Aristander, alba veste indutus et dextra praeferens lauream, militibus in pugnam intentis avem monstrabat, haud dubium victoriae auspicium. Ingens ergo alacritas ac fiducia paulo ante territos accendit ad pugnam,...


- CURCIO CITA EL ÚNICO UNA LANZADA, PERO ANÓNIMA.


Fue empero mayor cuando traspasado de una lanzada el que conducía el carro de Darío, e iba sentado delante de su persona, le tuvieron, así ellos como los persas, por el rey


… utique postquam auriga Darei, qui ante ipsum sedens equos regebat, hasta transfixus est. Nec aut Persae aut Macedones dubitavere quin ipse rex esset occisus.


Volvemos al tema de la lanzada con el que hemos comenzado el escrito. La lanzada es clara en los dos films, además, resulta efectiva, determinante y es muy gráfica. El mosaico no la muestra, no representa una lanzada, sino que Alejandro atraviesa lanza en mano a un persa.



En los textos vistos antes, los de Arriano y Plutarco, ya vimos que no aparece de ninguna manera este momento de la lanzada, como sí el de la carga de la caballería de los hetairoi macedonios.

Es en este de Curcio el que habla, en efecto, de una lanzada, en esto se ve que no tiene el mosaico en mente.

Si encuentra su reflejo claro, y con tintes más dramáticos, en la película de Rossen, que recoge la muerte del auriga de Darío, lo que uno pensaba al principio que era un añadido de películas del género. En efecto, esta lanzada, tal como la cuenta Curcio, tiene su reproducción en el film, aunque es Alejandro quien realiza el lanzado, no alguien anónimo.



En cambio, Stone, y se demora en ello, muestra la lanzada, como vimos, pero tanto Darío como su auriga la esquivan por poco. No le interesa añadir el dramatismo de la muerte como señalan Curcio y Rossen en su film, al parecer.


Otra cosa es el detalle añadido que da Curcio, el hecho de que tanto los persas como los propios macedonios confundieran la persona del auriga con la del rey, y que esto provocara en el bando oriental el alboroto inmediato. Esto parece ser un motivo recurrente en lanarración de batallas, podría ser.

Ni Arriano ni Plutarco lo citan.


Un poco más adelante sigue dando cuenta de esto, quitando la apariencia de cobardía que tanto las otras fuentes como el mosaico y los films le atribuyen directamente y en directa oposición al coraje de Alejandro.

En verdad que Curcio parece dedicarle más tiempo y detalle a darío que al propio Alejandro y, además, trata de restaurar su figura, tildada de temerosa y cobarde por las fuentes anteriores. la tradición historiográfica recoge esta conducta temerosa del persa, para contraonerla a la de un valiente Alejandro. pero hasta esta imagen es también un dato elaborado y recreado en gran parte, siemore la realidad histórica es más compleja, obviamente.


Por otra parte, la imagen de Alejandro lanza en ristre ha quedado ya marcada para siempre por el mosaico, que no imaginamos que pueda haber otras representaciones posibles, que seguramente que las hubo.

Sin ir más lejos, en el relieve anónimo conservado en el Museo Arqueológico, Alejandro se nos muestra como un guerrero diferente, espada en mano, con amenaza y acribillando a todo aquel que se le ponga al alcance de su hierro.

Y con su espada lanzando tajos a diestro y siniestro se muestra en los films de Rossen y Stone también, no así en el mosaico, donde queda estampada su imagen lanza en ristre traspasando a un guerrero persa.



El relieve está inspirado en una pintura de Ch. le Brun, gran pintor del Barroco, en 1669, La batalla de Gaugamela.



- LOS PARIENTES DE DARÍO EMPRENDEN LA HUIDA, OTROS SE MANTIENEN.

(29) Con cuya persuasión fueron tan espantosos sus gritos y lamentos que pusieron en desorden todo el ejército, aunque hasta entonces combatía con igual esfuerzo que el del enemigo. Los parientes de Darío, que estaban a mano izquierda, abandonando el carro, se pusieron en fuga, si bien los que se hallaban a la derecha le recibieron en medio.

Ergo lugubri ululatu et incondito clamore gemituque totam fere aciem adhuc aequo Marte pugnantium turbavere cognati Darei et armigeri. Laevumque cornu in fugam effusum destituerat currum, quem a dextra parte stipati in medium agmen receperunt. 

Esta mención a los parientes contrasta con la referencia del mosaico. Según algunos comentarios del mismo, el guerrero que aparece alanceado por el rey macedonio es cierto Oxiartes, hermano o pariente de Darío, que da su vida por el rey.


- DARÍO DUDA UN TIEMPO SI DARSE A LA FUGA. CURCIO REHABILITA A DARÍO.


(30) Refiérese que habiendo sacado aquel príncipe su cimitarra, estuvo en duda si evitaría la ignominia de la fuga con una honrosa muerte, y que reconociendo desde su carro que aún mantenían los suyos el combate, tuvo por indigna acción erubescebat la de abandonarlos; (31) aunque mientras fluctuaba entre la esperanza y la desesperación empezaron los persas a retroceder poco a poco y a desamparar sus filas.

 

Dicitur acinace stricto, Dareus dubitasse, an fugae dedecus honesta morte vitaret. Sed eminens curru nondum omnem suorum aciem proelio excedentem destituere erubescebat, dumque inter spem et desperationem haesitat, sensim Persae cedebant et laxaverant ordines.


Aquí es donde señala un dato significativo y particular de Curcio, el que la huida no fue reacción directa de Darío, sino un impulso general del ejército persa, en la duda de que su rey hubiese caído. Curcio parece arrojar un capote y rahabilitar al rey persa, al que tal huida lo sorprende mientras sopesaba la acción a realizar después de la lanzada y la marcha de la batalla.


la expresión convencional y aceptada del miedo de Darío ante un coajudo Alejandro


Parece que, al no contar aún por nuestra parte con un estudio de las fuentes de Curcio, se podría decir que este autor añade cosas de sus propios pensamientos y señala este dato que va en contra de toda la versión tradicional de la cobardía de Darío, añadiendo este dato psicológico.

De todas formas, esta carga de los hetairoi, y la lanzada, que Curcio es el único que la menciona, no Plutarco n Arriano, ni el mosaico, y sí los films, es el momento decisivo en el que se decide la batalla que, por otra parte, se encontraba hasta entonces en dudosa situación, a pesar de los logros de los macedonios.


- BUCÉFALO Y LOS OTROS CABALLOS DE ALEJANDRO.


Alejandro, habiendo mudado de caballo, después de haber fatigado muchos, no cesaba de dar muerte a los que le resistían y a los que huían. (32) 


Alexander, mutato equo, —quippe plures fatigaverat,—resistentium adversa ora fodiebat, fugientium terga.


La referencia al, o a los caballos de Alejandro, incluyendo a Bucéfalo, aparece en Plutarco, quien cita expresamente por su nombre al favorito del rey. Arriano no lo menciona, el mosaico lo resalta, junto con toda la carga de la caballería.

Rossen, en cambio, no le da mayor relieve, pero Stone siente predilección por el tema de la montura. Ya lo había hecho al principio del film, cuando el episodio de la doma de Bucéfalo, a la que le dedica unas secuencias muy intensas. 

Y ahora ocurre lo mismo, la lanzada final de Alejandro no sería la misma sin la cabalgada sobre el brioso corcel, en la que se demora el directos.


- LA HUÍDA DEFNITIVA DEL REY.


Finalmente, no siendo ya combate aquél, sino destrozo y mortandad, se vio necesitado Darío a volver su carro y a entregarse como los demás a la fuga. 

Iamque non pugna, sed caedes erat, cum Dareus quoque currum suum in fugam vertit.


El momento de la fuga o huida lo resuelve Curcio rápidamente, como los otros autores, el propio mosaico o los films. E gesto es hacer girar el carro, detalle este que repiten las fuentes textuales al igual que la pintura y los films. Es el hecho manifiesto de la derrota del Gran Rey


- PERSECUCIÓN DEL EJÉRCITO PERSA.


Cargaban los vencedores por las espaldas a los fugitivos, pero impidiéndoles la vista una espesísima nube de polvo que levantaba el crecido tropel de los caballos, (33) procedían con errantes pasos, como pudieran en la más oscura noche, sin poder unirse por otro medio que por el del sonido de alguna voz conocida que se oía, así como de rato en rato el estallido de los azotes con que castigaban a los caballos que conducían los carros, seña única que había quedado a los fugitivos.

Haerebat in tergis fugientium victor, sed prospectum oculorum nubes pulveris, quae ad caelum efferebatur, abstulerat; ergo haud secus quam in tenebris errabant, abstulerat; ergo haud secus quam in tenebris errabant, ad sonum notae vocis aut signum subinde coeuntes. Exaudiebant tamen strepitus habenarum, quibus equi currum vehentes identidem verberabantur: haec sola fugientis vestigia excepta sunt.


PARA CONCLUIR, se pude decir que el texto de Curcio se desarrolla algo similar en extensión que los de Arriano y Plutarco. Añade unos detalles, unos más realistas, otros que desconocemos sus fuentes y que no lo son tanto, que se complementan con los de los otros autores y tienen su reflejo en las representaciones visuales.

Es llamativo, en efecto, que sea el único texto de los tres que hable precisamente de una lanzada, tal como se ve en los films y a diferencia del mosaico. Esta lanzada, además, y como se ve en el film de Rossen, traspasa al auriga de Darío. En esto vemos que es la única cita textual de los tres autores que se puede corresponder a la lanzada de Alejandro que se exhibe en los films.

Añade detalles de otro tipo que contrastan con la visión tradicional de Darío hasta el momento, es decir, no lo muestra cobarde ni carga sobre el rey la fuga que descontrola a todo el ejército, sino a una parte de sus guerreros, confundidos por una posible muerte de aquel.

Muestra algún detalle que otro, pero no hemos contrastado las fuentes con los datos que se presenta para saber hasta qué punto el autor añade de sus cosecha y estilo más de lo que la realidad histórica pueda refrendar.