LA TRILOGÍA DE ALEJANDRO DE V.M. MANFREDI: EL CONFÍN DEL MUNDO.
A finales de los noventa, y después de una latga carrera como autor exitoso del género histótico ambientado en la antigüedada, el autor italiano valerio M. manfredi decide acometer una gran obra, la que presenta en forma de trilogía. El título y la figura novelesca a la que va a dedicar su trabajo es Alejandro Magno.
La obra se titulará Alexandros, y tuene cada una de sus partes un subtítulo. En el se se relata la batalla de Gaugamela es el tercero, subtitulado El confín del mundo, en clara alusión a la última parte del extraordinario viaje del rey guerrero.
En cuanto a las páginas que le dedica a la batalla a la que nos referimos, Manfredi da una descripción detallada y documentada de
toda la batalla de Gaugamela, sus prolegómenos, y el desarrollo de la misma,
implicando no solo a Alejandro, sino a los principales generales que lidera el
ejército, como Crátero, Filotas o Parmenión.
Cuando describe
el ataque de los carros falcados,
En algunos puntos
la formación se abrió y los carros pasaron sin problemas, pero en otros cayeron
en plena carrera en medio de las filas en marcha segando a los soldados como
espigas, haciendo rodar por el suelo cabezas separadas de sus troncos
limpiamente, con los ojos desorbitados y estupefactos aún.
Es curioso que Manfredi utilice el
mismo símil segando a los soldados como espigas que Curcio segaba muchos
batallones de persas, como con su hoz cortan los campesinos las espigas
de su campo para referirse a la mortífera actuación de los carros
falcados sobre la infantería helena. Es una símil literario muy gráfico e
impactante, evidentemente.
En otros párrafos, dedica líneas
muy gráficas a la montura de Alejandro y a la impresión feroz que podría dar en
la batalla.
… Bucéfalo piafó,
relinchó y, empujado por los gritos cada vez más fuertes del rey, se lanzó a
una carga furibunda martilleando la tierra con sus cascos de bronce, resoplando
como una fiera.
Cuando llegan los momentos decisivos, una vez avanzada
la contienda, recobra el protagonismo de Alejandro
Las tornas de la batalla comenzaban a cambiar:
Alejandro avanzaba cada vez más amenazante hacia el centro enemigo y Darío
aparecía ya a la vista montado en su carro de guerra. El rey macedonio desató
de la trabilla una jabalina y apuntó. Protegido por sus
compañeros, lanzó con gran fuerza pero falló, golpeando sin embargo de lleno
al auriga, que cayó al suelo muerto.
Ya
hemos visto que la lanzada de Alejandro, famosas por los dos films que la
representan, no tienen fundamento en los textos de Plutarco ni Arriano. Ellos
se refieren, quizás lógicamente, a la carga de la caballería, Alejandro al
frente, contra el carro de Darío y la guardia real. Solamente Quinto Curcio
aventura que hubo una lanzada, sin decir por pare de quién, que mata al auriga
y desmanda los caballos, y es el inicio del descalabro persa. Pero ninguna de
las fuentes habla de este protagonismo de Alejandro, que sí se deja ver,
ciertamente, en el mosaico.
Manfredi recoge estos testimonios
documentales, especialmente el de Curcio, además del mosaico donde Alejandro
carga contra Oriartes, y la película de Rossen de 1956, pero no la de Stone, posterior
a su novela, y conforma la escena en su
relato. Es cierto también que el autor dedica varias líneas muy descriptivas al
caballo Bucéfalo, su apariencia y su fiero empuje., como también cita Plutarco.
Más bien parece que Stone se
inspiró en Manfredi para componer estas escenas centrales de la batalla, si es
que se puede decir
Es decir, frente a las fuentes
documentales más fidedignas, que lo que hacen hincapié es en la carga de la
caballería macedonia y Alejandro al frente de ella, Manfredi, como el
mosaico y Rossen, singulariza en Alejandro, en su cabalgadura y el xystón, la
lanza, todo el golpe de mano que efectúa en el momento clave de la contienda,
añadiendo de su composición narrativa estos hechos que nunca se podrá saber tal
como ocurrieron.
LOS CABALLOS SE DESBOCAN Y DARÍO
EMPRENDE LA HUIDA.
Los caballos
echaron a correr ya sin guía hacia el borde norte del campo y Darío, tras
aferrar las riendas, los fustigaba empujándoles al galope fuera de la
batalla.
Aquí está el otro momento clave,
cuando muerto el auriga, DaRÍO, QUE EN Rossen se deshace del guerrero de
cualquier manera, se hace con las riendas del carro. Es curioso que Manfredi no
mencione el icónico carro real, falcado además, como señalaba Ps. Calístenes,
que en el resto de las fuentes, y en el mosaico, se toma como imagen manifiesta
de la huida. Las expresiones como hizo girar el carro y similares, la pintura del
mosaico y los films lo exhiben muy gráficamente.
Los Inmortales,
despreocupados de la huida del rey, siguieron batiéndose con increíble
encarnizamiento aun a sabiendas de que no iban a tener escapatoria, y sólo
mediada la tarde comenzaron a ceder, extenuados por el cansancio.
Se
menciona aquí a la guardia real de Darío, que Manfredi identifica con los
Inmortales, cosa que no sabemos. El dato que da a continuación tiene su
refrendo también en Quinto Curcio, quien exalta la valentía y la conducta
suicida de estos guerreros reales,
Otras muchas
unidades, habiéndose difundido la noticia de que el Gran Rey había muerto,
habían huido.
Aquí
Manfredi vuelve a seguir a Curcio, quien da este dato de la falsa muerte del
Gran Rey y la huida que esto provoca en parte del ejército.
LAS
LANZAS DE LOS HETAIROI.
El armamento de los hetairoi incluía una larga lanza arrojadiza,
el xyston. Llama la atención lo de larga, pues suponemos que para ser
arrojadiza no lo debería ser. Además de la lanza o xyston, llevaban también una espada kopis, en el cuerpo a cuerpo, coraza, brazaletes y yelmo. Además,
los caballos también llevaban algunas protecciones.
HAY QUE SUPONER, por lo tanto, que
la lanza con la que aparecen Alejandro y los hetairoi en el mosaico, en
los films y en este relato de Manfredi, es esta lanza propia del equipamiento
de la caballería macedonia, la llamada xyston, Ξυστόν.
Como dice la información, podía ser asida por debajo o por arriba, dependía
del guerrero. En el mosaico Alejandro lleva el xyston agarrado por abajo y
ataca, con él asido, a un guerrero persa. Detrás del propio Alejandro y al
mismo tiempo, adivinamos, pues está fragmentario, a otros hetairoi que llevan por
su parte la lanza en alto.
Ya se especifica que también servía como arma arrojadiza, a pesar de
que era una lanza larga. Como tal arma, es como la vemos utilizada en los films
y en la novela de Manfredi, y Quinto Curcio también señala una lanzada anónima
que cae sobre el auriga.
Tenemos el testimonio de Flavio Josefo, en La guerra de los
judíos, que identifica el xyston con el pilum de las legiones
romanas, lanza esta que si era empleada como arrojadiza.
En Manfredi y los films, por tanto, es donde encontramos esa lanzada, la que
arroja Alejandro contra Darío, la de esa lanza propia de los hetairoi, la
llamada xystón. A diferencia del mosaico, donde Alejandro aferrada a ella,
ataca a un persa, los films y Manfedi la ubican como momento álgido de la
figura de Alejandro y de la batalla.
LA ESTRATEGIA DE GAUGAMELA.
En un determinado momento, Alejandro y sus hetairoi dan un giro, se percatan que su movimiento ha hecho que el centro del ejército persa, donde se encontraba Darío, quede un hueco y aparezca desguarnecido. Es entonces cuanso avanza directamente hacia el centro donde se encuentra el carro real de Darío y su guardia.
Alejandro enfila por el centro y va directamente a por Darío al frente de su caballería. Darío, con lanzada o sin ella, muerto el auriga o tampoco, advertido del peligro personal e impresionado ante la llegada repentina del macedonio, parece desistir de la lucha, aunque por lo que parece, la batalla aún estaba por decidir, y parece emprender la huida en ese momento.
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