Acaba uno de ver el capítulo quinto de la exitosa miniserie La Fortuna, de A. Amenábar. Como deben saber, y si no lo adelanto, la serie está basaba en un cómic-novela titulado a su vez El cisne negro, que, a su vez, parte de un suceso verídico ocurrido años ha. Cuando me dijeron la de años que habían pasado, no lo podía creer. definiticvamente, vamos rumbo a no sse sabe dónde.
El asunto fue el hallazgo del pecio, el barco hundido de un galeón, La Fortuna, cargado de monedas de oro, en los bajos cercanos al estrecho de Gibraltar. Ante tamaña cantidad de oro, se inició un pleito jurídico sobre quién era el propietario auténtico de la fortuna, la empresa americana o el gobierno español.
Éste es el punto de partida verídico, y a partir de ahí el cómic-novela y la película despliega una serie de temas, argumentos, situaciones, persomajes, etc., que van adornado y haciendo atractiva la trama de la historia.
Uno de los asuntos, de los muchos que aparecen en la serie, que tiene antecedentes en la cultura popular y en los relatos y mitos clásicos, es el de la miasma o impureza. Esto se ve en Edipo Rey Belerofonte, es una constante en el mundo clásicos, y perdura hasta hoy en series como El mentalista, también un personaje con una carga o miasma que no se puede purificar. O incluso, la serie Monk, curyo protagonista manifiesta en marte las consecuencias de su impuriza y necesidad cta´rtica con sus tics y manías neutrótios.
Aquí la misama recae en el abogado amenricano que defiene al gobierno español, el avezado, duro y tenaz Jonas. a medida qiue avana la serie y los capitulos, vemos eque una sombra lo atenaza en sus acciones. Se manifiesta indirectamente en sus acciones, una de ellas precisamente es la oposición a todo lo que haga el antagonitsa y represanetante de la empresa arqueológica, Frank Wild. Curioso el apellido.
Prescisamente es en este capítulo quinto cuando se desvela el misterio de esa culpa o miasma, que no vamos a desvelar aquí. Sólo constatamos este recurso de la cultura clásica y del relato popular, en concreto la culpa por la muerte de alguien próximo almpersonaje, que persiga y atosiga al personaje.
Además de esto, tenemos a una valiente amazona si la podemos considwerar así, la arqueologa Lucía Vallarta. para avetntuar ese carácter varonil , la vemos jurando en arameo y se nos presenta con una mujer de arreos. no en vano corrige a los otros cuando se habla de echar c..., a un asunto, por el de ponerle ov....
El otro protagonista representa al joven diplomático que entra a trabajar por primera vez en el mundo adulto, y como una especie de Juan Sn Miedo, se enfrenta y pasa las distintas pruebas hasta conseguir su rito de iniciación. En el transcurso del mismo conocerá también los sinsanores de lo que significa entrar en la vida adulta, cosa que no le quedará más remedio que aceptar con dolor.
También aparece un ministro, en lo que parece la insula Barataria, una corte imperial. Más que un ministro imponente, autoritario y efeiciiente, es un personaje con carácter, sí, decidido, pero su imagen es socarrona, abrumada por el cargo en el que está y muy campechana.
En fin, y resumiendo, solamente queríamos comentar ese elemento clñasico de la miasma o culpa sufrida, y la búsqueda de purificación de uno de los personajes, tema que se encuentra con cierta freeuncia en el mundo clásico. De paso, hemos hecho una pequeña presentación de la miniserie, historia altamente recomndable.
Por último, y no menos importante, no sabe uno por qué la serie tiene ciero aroma a las aventuras de Tintín. Y, en efecto, la historia misma recuerda al episodio que se narra en dos cómics, El secreto del Unicornio, primero, y, a continuación, El tesoro de Rackham el Rojo (que luego Spielberg llevó también al cine). El episodio del hundimiento de l galeón por barcos ingleses es recreado en flash-back en la serie, y recuerda en algo a lo que pasa en el cómic y en la película de Spielberg,
Y, yendo un poco más, el diplomático parece, en cierta forma, un alter ego de Tintín, incluido el flequillo, y su figura pulcra e impoluta.
Ya puestos a ellos, el ministro Solchaga parece un capitán Haddock bramando a cada momento porque las cosas no saelen bien, soltando tacos y exclamaciones blasfemas.
La chica, la amazona Lucía Vallarta, no encaja mucho en Tintín, aunque hay que espèrar al último capítulo y ver como concluye esta agradable miniserie.