miércoles, 21 de mayo de 2014

Biografia de Esquilo

ESQUILO Fue dramaturgo griego conocido como el predecesor de Sófocles y Eurípides. Nació en Eleusis, Ática, en el año 525 a.C. Pertenecía a una noble y rica familia de terratenientes. Luchó en las guerras promovidas contra los persas en la Batalla de Maratón(490 a. C.), en las de Salamina (480 a. C.) y, posiblemente, en la de Platea. Alguna de sus obras, como Los persas (472 a. C.), Los siete contra Tebas (467 a. C.), son el resultado de sus experiencias de guerra. Posteriormente se erigiría en este lugar un monumento en memoria suya. Se ha dicho que Esquilo escribió unas noventa obras. Sus tragedias, representadas se ofrecían como trilogías o grupos de tres, cada trilogía venía seguida por un drama satírico. Se le acusó de haber revelado los misterios de Eleusis, por lo que fue juzgado y posteriormente absuelto. Hizo al menos dos viajes, puede que tres, a Sicilia, y allí murió, en Gela, durante su última visita. De las noventa obras que escribió Esquilo, sólo se han conservado completas siete, entre ellas una trilogía, la Orestíada. Al introducir un segundo actor en la obra, Esquilo creó el diálogo dramático. También desarrolló la representación del drama, al introducir el vestuario y los decorados. Los argumentos de sus obras son profundos, referidos al mito, la religión y la pasión, y encuentran expresión en un lenguaje muy poético. Poco antes de su muerte un oráculo le vaticinó que moriría aplastado por una casa, así que se retiró al campo. Falleció al ser golpeado por el caparazón de una tortuga, que fue soltado por un quebrantahuesos desde el aire. Sus obras • Los persas (472 a. C.) • Los siete contra Tebas (467 a. C.) • Las suplicantes (463 a. C.) • Orestíada (458 a. C.) que comprende: • Agamenón • Las coéforas • Las euménides Bibliografia http://www.biografiasyvidas.com/biografia/e/esquilo.htm http://es.wikipedia.org/wiki/Esquilo

domingo, 18 de mayo de 2014


Dejamos aquí la semblanza trágica del personaje de Clodia-Lesbia realizada por Marcel Schow, que puede acompañar muy bien la biografía de la dama y su época.

CLODIA

Matrona impúdica

Era hija de Apio Claudio Púlquer, cónsul. Cuando tenía apenas unos pocos años, se distinguía de sus hermanos y de sus hermanas por el fulgor flagrante de sus ojos. Tertia, su hermana mayor, se casó muy pronto; la joven cedió por entero a todos sus caprichos.
Sus hermanos, Apio y Cayo, ya eran avaros con las alcancías de cuero y los carritos de nuez  que  les  hacían;  más  tarde,  fueron  avaros  de  sestercios.  Pero  Clodio,  hermoso  y femenino, fue compañero de sus hermanas. Clodia las persuadía con miradas ardientes de que lo vistieran con una túnica con mangas, le pusieron un pequeño gorro de hilos de oro y lo ciñesen por debajo del pecho con un cinturón flexible. Después lo cubrían con un velo color de fuego y lo llevaban a los dormitorios donde se acostaba con las tres.
Clodia fue su preferida, pero también tomó la virginidad de Tertia y la de la menor. Cuando Clodia tenía dieciocho años, su padre murió. Clodia se quedó en la casa del monte Palatino. Apio, su hermano, gobernaba la propiedad y Cayo se preparaba para la vida pública. Clodio, siempre delicado e imberbe, dormía entre sus hermanas, las que llamaban Clodia a las dos. Empezaron a ir a los baños con él en secreto. Les daban un cuarto  de  as  a  los  grandes  esclavos  que  las  masajeaban,  después  hacían  que  se  lo devolvieran. A Clodio le daban igual trato que a sus hermanas, en presencia de ellas. Tales fueron sus placeres antes del matrimonio.
La más joven se casó con Lúculo, quien la llevó a Asia, donde estaba en guerra con Mitrídates. Clodia tomó por marido a su primo Mételo, hombre honesto y basto. En esos tiempos  de  alboroto,  fue  el  suyo  un  espíritu  conservador  y  cerrado.  Clodia  no  podía soportar  su  brutalidad  rústica.  Ya  soñaba  con  cosas  nuevas  para  su  querido  Clodio. César comenzó a imponerse a los espíritus; Clodia juzgó que había que impedirlo. Hizo que Pomponio Ático le llevara a Cicerón a su casa. La envolvía un ambiente burlón y galante.  Al  lado  de  ella  se  encontraba  a  Licinio  Calvo,  el  joven  Curión,  apodado  la "nenita",  Sextio  Clodio,  que  le  hacía  los  mandados,  Egnacio  y  su  banda,  Cátulo  de Verona y Celio Rufo, que estaba enamorado de ella. Mételo, sentado pesadamente, no
decía una palabra. Se hablaba de los escándalos de César y Mamurra. Después, Mételo, nombrado procónsul, partió para la Galia cisalpina. Clodia quedó sola en Roma con su cuñada  Mucia.  Cicerón  fue  totalmente  subyugado  por  sus  grandes  ojos  llameantes. Pensó  que  podía  repudiar  a  Terencia,  su  mujer,  y  supuso  que  Clodia  abandonaría  a Mételo.  Pero  Terencia  descubrió  todo  y  aterrorizó  a  su  marido.  Cicerón,  miedoso, renunció a sus deseos. Terencia quiso más aun y Cicerón debió romper con Clodio.
El  hermano  de  Clodia,  mientras  tanto,  tenía  en  que  ocuparse.  Le  hacía  el  amor  a Pompeya, mujer de César. La noche de la fiesta de la buena Diosa no debía haber sino mujeres en la casa de César, que era pretor. Pompeya ofrecía sola el sacrificio. Clodio se vistió de tañedora de cítara, como su hermana había acostumbrado disfrazarlo, y entró en lo de Pompeya. Una esclava lo reconoció. La madre de Pompeya dio la alarma y el escándalo fue público. Clodio quiso defenderse y juró que en aquellos momentos estaba en  casa  de  Cicerón.  Terencia  obligó  a  su  marido  a  negar  aquello;  Cicerón  dio  su testimonio en contra de Clodio.
Desde entonces Clodio estuvo perdido en el partido noble. Su hermana acababa de pasar  la  treintena.  Estaba  más  ardiente  que  nunca.  Tuvo  la  idea  de  hacer  adoptar  a Clodio por un plebeyo para que pudiese convertirse en tribuno del pueblo. Mételo, que había vuelto, adivinó sus proyectos y se burló de ella. En esos tiempos, cuando ya no tenía a Clodio entre sus brazos, se dejaba amar por Cátulo. Su marido, Mételo, le parecía odioso. Y su mujer resolvió desembarazarse de él. Un día, cuando volvía del Senado fatigado, le ofreció de beber. Mételo cayó muerto en el atrio. Desde ese momento Clodia quedaba libre. Abandonó la casa de su marido y volvió rápidamente a enclaustrarse con Clodio  en  el  monte  Palatino.  Su  hermana  huyó  de  lo  de  Lúculo  y  se  fue  con  ellos.
Reanudaron su vida en común los tres y ejercieron su odio. Primero, Clodio, convertido en plebeyo, fue des" nado tribuno del pueblo. A pesar de su gracia femenina, tenía la voz fuerte y mordiente. Logró que Cicerón fuese exiliado; hizo que se arrasara su casa ante sus propios ojos y juró la ruina y la muerte para todos sus amigos. César era procónsul en Galia y nada pudo hacer. Sin embargo, Cicerón ganó influencias merced a Pompeyo, e hizo que se lo llamara al año siguiente. El furor del joven  tribuno  fue  mucho.  Atacó  con  violencia  a  Milón,  amigo  de  Cicerón,  quien comenzaba  a  maniobrar  en  procura  del  consulado.  Se  apostó  de  noche  y  trató  de matarlo, derribando a sus esclavos que llevaban antorchas. El favor popular de Clodio disminuía. Se cantaban refranes obscenos sobre Clodio y Clodia. Cicerón los denunció con un discurso violento; en él, Clodia era tratada de Medea y de Clitemnestra. La rabia del  hermano  y  de  la  hermana  acabó  por  estallar.  Clodio  quiso  incendiar  la  casa  de Milón, y los esclavos guardianes lo abatieron en las tinieblas.
Entonces Clodia se desesperó. Había aceptado y rechazado a Cátulo, después a Celio Rufo, después a Egnacio, cuyos amigos la habían llevado a las bajas tabernas; pero ella amaba sólo a su hermano Clodio. Por él había envenenado a su marido. Por él había atraído y seducido a bandas de incendiarios.  Cuando  él  murió  su  vida  ya  no  tuvo  objeto.  Aún  era  hermosa  y  cálida. Tenía una casa de campo en el camino a Ostia, jardines junto al Tíber y en Bayes. Allí se refugió. Trató de distraerse bailando lascivamente con mujeres. No fue suficiente. No podía  apartar  de  su  mente  los  estupros  de  Clodio,  a  quien  veía  siempre  imberbe  y femenino. Recordaba que había sido apresado en una ocasión por piratas de Cilicia, los que  habían  usado  su  tierno  cuerpo.  También  volvía  a  su  memoria  una  cierta  taberna adonde había ido con él. En el frontón de la puerta había dibujos hechos con carbón y de los hombres que allí bebían emanaba un olor fuerte y tenían el pecho velludo.
Y Roma la atrajo de nuevo. Las primeras noches anduvo errante por encrucijadas y pasajes  estrechos.  La  insolencia  fulgurante  de  sus  ojos  era  siempre  la  misma.  Nada podía apagarla; y lo probó todo, hasta recibir a la lluvia y acostarse en el barro. Fue de los baños a las celdas de piedra, a los sótanos donde las esclavas jugaban a los dados. Y las  salas  bajas  donde  se  embriagaban  los  cocineros  y  los  cocheros  también  conoció. Esperó a los pasantes en las calles embaldosadas. Pereció en la mañana de una noche sofocante, víctima de una extraña reaparición de lo que había sido una costumbre en ella. Un batanero le había Pagado con un cuarto de as: la acechó en el crepúsculo del alba en la alameda para recuperarlo y la estranguló. Después arrojó su cadáver, con los ojos muy abiertos, al agua amarilla del Tíber.