miércoles, 31 de marzo de 2010

El Canarias, el pabellón, dos mil años haciendo de grecorromanos.

No son tan fuertes y corpulentos como los antiguos gladiadores, quizás estén más emparentados con los atletas griegos, pero lo cierto es que ahora, como hace más de dos mil años, el hombre occidental, uno de aquí, de Canarias, que vive , se podría decir, en los últimos confines del Imperio Grecorromano, revive el modo civilizador y urbano con el que empezaron en los comienzos de nuestra historia occidental griegos y romanos.
Nos gusta el deporte, asistimos a edificios que, con más o menos adelantos técnicos (las más de las veces a peor, si comparamos nuestras actuales canchas y edificios deportivos con los espectaculares munumentos que nos dejaron nuestros abuelos y que aún siguen en pie, mantien las estructuras básicas de los primeros grecolatinos.
Como ya entonces, a la voz, también es cierto, a la voz de PANEM ET CIRCENSES, en nuestra provinciana cancha del Juan Ríos Tejera se concreta humildemente (hasta en eso hemos perdido), se concreta en un fin de semana en el sur de la isla, una limpieza de boca en una conocida clínica lagunera, y en alguna que otra fruslería más. nada que ver, claro está, con las remesas de pan que se repartían a mansalva a cargo de los annona o distribuidores del grano de Roma, para paliar el peligroso hambre de la masa urbana ociosa y acostumbrada ya, como nosotros ahora, al intercambio desigual campo-ciudad.
Nos gusta el deporte, admiramos a los jugadores, los convertimos en protagonistas de nuestros ideales o los criticamos con una convicción que acabamos por creernos que es verdad. Admiramos el pequeño drama que se vive cada fin de semana en la cancha, da igual si es de fútbol, teatro, cine o televisión. Como ya decía Píndaro, somos griegos que vivimos una cultura agonística, competitiva, eso sí, con todos las malas derivaciones que eso pueda llevar.
El rito social de acudir a la cancha, llevar la entrada, entrar y salir por escaleras (las antiguas vomitoria), los diferentes grados de asientos (abondos, palco de autoridades, masa social), todo esto ya lo venimos reviviendo desde que griegos yromanos empezaron a construír sus propios edificios por su afición deportiva y su vida urbana.
Los vomitoria, la cancha (la antigua arena), los árbitros, las aficiones alteradas, entusiasmadas, decepcionadas, agresivas, compasivas, como el público antiguo, pues ¡ay! del equipo que muestre malas artes en el juego, del jugador que se encare con el público o del árbitro que, aferrado a su pito como un arma ofensiva o defensiva, desagrade al respetable. Allí no se exhiben pulgares hacia arriba o abajo (todavía no se sabe cuál era el signo), pero la catarata de palabras bonitas con que pueden rociar a estos nuevos protagonistas de la arena deportiva es en cierta punto comparable con los supuestos rugidos de los públicos antiguos.
Nos gusta el deprte, la ehibición de las cualidades atléticas, el acierto en el juego, la inteligencia, el movimiento, en fin, en todo esto somos fieles seguidores de nuestra antigua cultura pagana. Aunque en aquellos primeros tiempos del cristanismo las cosas estaban tan coinfusas que Justiniano llegó a prohibir los Juegos Olímpicos como última manifestación del culto al espíritu y cuerpo humano, en aras de una visión teocentrista, seguimos yendo, andando el tiempo, a la cancha como antes también lo hacía cualquier ciudadano del imperio, por muy remota y distante del Roma que se encontrara su provincia. La ciudad presentaba ventajas, comodidades, placeres, que la vida rural ni podía soñar en rivalizar con ella.
Los nuevos atletas, gladiadores, competidores, entran de nuevo en escena, en la arena deportiva. Pabellones como anfieteatros, estadios con gradas, la cavea o graderío, los vomitoria, el velarium, la admiración hacia los deportistas, se vuelve a repetir como hace dos mil años en cualquier lugar del imperio.

lunes, 22 de marzo de 2010

el batallón sagrado y Srebrenica


Un general de EEUU culpa a los soldados gays holandeses de la matanza de Srebrenica
19.03.10 19:46 h. A. Villena


La culpa de la matanza de Srebrenica, en la que 8.000 bosnios musulmanes fueron asesinados por tropas serbias, tuvo una causa hasta ahora desconocida: el alto porcentaje de homosexuales integrados en el ejército holandés que estaban presentes como cascos azules de la ONU en la zona en la que se produjo el genocidio. Un delirio que cabe en la cabeza de un ex general estadounidense que utiliza este argumento para postularse en contra de la ley que, por primera vez, permite a los soldados estadounidenses expresar públicamente su homosexualidad. Con testimonios como los de Gen Sheenan es de esperar que esta iniciativa legal salga probablemente adelante.
En noticias telecinco

Esta noticia nos recuerda al batallón sagrado de Tebas, cuerpo de elite formado por parejas de amantes, de los que se decía que uno nunca abandonaba a su compañero, aunque hubiese muerto. Aquí viene una breve información de la wikipedia

El batallón sagrado tebano:
El Batallón Sagrado de Tebas (en griego antiguo ἱερὸς λόχος / hieròs lókhos) era una unidad de élite griega formada por 150 parejas de amantes, todos masculinos. Según Plutarco, fue creado por el comandante tebano Górgidas.1 Las parejas consistían en un miembro de mayor edad o “heniochoi” (conductor) y uno más joven o “paraibatai” (compañero). La motivación para el uso del “ejército de amantes” en batalla lo expresa Plutarco:
Para hombres de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.

Las madres de nuevo luchando por los derechos y la dignidad de sus familiares, como Antígona, Lisístrata y otros personajes de la tragedia griega. Más de 6000 madres de la ciudad de Srebrenica pretenden llevar a juicio la actuacíón de la ONU y de las fuerzas holandesas en las muertes de Srebenica.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Percy Jackson, Perseo, actividades:

preguntas sobre el mito de Perseo:
1.- Di quiénes son los siguientes personajes del mito; añade alguna imagen de cada uno de ellos.
Perseo:
Dánae:
Acrisio:
Medusa:
Grayas:
Atlas: (una montaña muy cercana a éste personaje ha sido identificada como ella, ¿cuál o cuáles? ¿Por qué?
Andrómeda:

2. Preguntas sobre la historia de Perseo
1.- ¿Qué parentesco unía a Dánae con Perseo?

2.- ¿Por qué el rey de Argos los encerró en un baúl y los hizo arrojar al mar?

3.- ¿Qué parentesco había entre Acrisio, Dánae y Perseo?
.
4.- ¿Quienes son y que función cumplen las pitonisas en los mitos?

5.- Perseo es un héroe ¿Qué hazañas tuvo que realizar para salvar a su madre?
6.- ¿Qué dioses lo ayudaron a cumplir la misión?¿de que manera?

7.- ¿Qué caracterísiticas, además de ser héroe para que los dioses le ayuden?
8.- ¿Se cumplió lo que dijo la pitonisa, con respecto a Acrisio, Perseo, y el destino que unía a ambos?¿Por qué?


3. Busca imágenes de las siguientes constelaciones donde se puedan ver lo que representan:
Andrómeda
Pegaso,
Perseidas
Casiopea
Cetus

Jasón en cómic

Del estupendo blog de Carlos Viloria Lisias y Eufileto tomamos este entretenido cómic de Jasón y el vellocino, bastante fiel, además, al contenido original. A disfrutarlo.

JASÓN Y EL VELLOCINO DE ORO.

sábado, 13 de marzo de 2010

el comisario Járitos en Noticias de la noche, Aristófanes y Medea.



La primera novela, al parecer, del comisario Járitos es la titulada Noticias de la noche, título revelador de lo que viene. Su acción transcurre, como es habitual en la mayoría de sus obras (excepto la última de la serie, Muerte en Estambul y ambientada en dicha ciudad, con un profundo recuerdo de añoranza, todo hay que decirlo, por la que fue y es la gran ciudad griega por todos los de ese país deseada), está situada, decíamos, en Atenas. Hasta se podría decir que la gran protagonista de sus obras es esta misma y gran ciudad, pues en realidad la cantidad de personajes representativos que por sus páginas pululan, por un lado, y el punto de vista realista y crítico, por otro, punto de vista crítico que no oculta el fervor y cariño que tiene hacia una ciudad tan embarullada, ezquizofrénica y mediterránea, como hacia sus habitantes y paisanaje. Un ejemplo de este retrato de la personal ciudad de Atenas es el tráfico insoportable, la contaminación atmosférica, los atascos inmisericordes, sacan más de una vez de las casillas a este comisario tan latino como cualquier otro conductor de alguna de nuestras ciudades mediterráneas.
Otro ejemplo, esta vez en relación a los personajes; El coronel Guikas, su inmediato superior, hábil navegador entre dos aguas, las de los poderes fácticos que presionan desde arriba y su propia supervivencia, siempre con sus afanes de grandeza (los cursos que hace en el FBI y que luego trata de hacérselo saber a sus subordinados, cuando el autor nos enfrenta lo absurdo de trasplantar esos modelos extraños a la realidad del comisario, día a día tratando con lo inmediato de la vida, a la que por mucha tecnología e innovación académica, no la puede sustituír nadie.

el dignificado pero crudo trabajo del comisario-policía: Por otro lado, el autor no reniega de mostrarnos la faceta más, digámoslo así, la faceta más cruda y descarnada del trabajo policial, especialmente en los interrogatorios. Sin embargo, en todo momento, más tarde o más temprano, nos encontramos a un profesional duro, tenaz, obcecado muchas veces, terco hasta que las evidencias no demuestran lo contrario, incluso diríamos que pedrestre, que, sin embargo, no renuncia a su forma de ser, este es el retrato del autor. y más pronto que tarde, acabamos admitiendo que todos sus actos tienen un fondo de sentido común y de humanidad que enlaza la difícil convivencia entre un trabajo en principio tan desagradable como con las ansias y deseos de considerarse una especie de juez divino dispuesto a impartir una justicia gratuíta que no sería de su competencia y en la que, probablemente, se equivocaría.
No obstante, son bastantes episodios los que a lo largo de la novela van quedando asi sueltos, sin la debida solución, y en manos de un benevolente comisario que es capaz de decidir hasta cuándo ha de seguir y cuándo es el momento de soltar cuerda.
Esta faceta enlaza con otro elemento siempre presente, el de la represión política en Grecia en la época de la dictadura de los coroneles. Dando profundidad temporal a su obra, el comisario Jaritos es una especie de testigo excepcional entre los dos momentos de la historia griega. Aparentemente podría aprovechar para hacer una crítica demoledora a aquella época, pero sus referencia, acotadas al mundo estrictamente policial y represivo de la época, en referncia concreta a comisarios de aquella época a los que él estaba subordinado, nos muestra un perfil en absoluto heroico pero sí más realista y humano de su actuación. De hecho, en otras obras suyas aparecerá un personaje represaliado de aquella época, Zizis, que colaborará en algunas ocasiones y cuyo conocimiento mutuo se efectuó en los calbozos represivos de aquel régimen en el que ya trabajba Jaritos.

Járitos y Aristófanes: desde la primera líneas de la novela (esa conversación telepática entre Járitos y un subordinado, Zanasis, al que el comisario mentalmente llama cretino y cree saber por misteriosa telepatía que el subordinado asiente y admite tal condición), desde estas primeras líneas hasta el relato aparentemente frívolo pero que encubre la relación matrimonial de Járitos con su esposa, repleta de pequeñas escarumuzas, odios pasajeros y reconciliaciones tan gozsas como efímeras, incluidas las escenas más íntimas de la alcoba, todas ellas nos recuerdan algo, un poco, al maestro Aristófanes. En el gran autor de la comedia satírica ateniense ya encotramos insultos de la más escandalosa ordinariez, y la guerra de sexos, tal como aparece en Lisístrata, por ejemplo, aquí aparece librada en el reducido espacio de la casa del matrimonio Járitos, entre él y su esposa Adrianí.
Allí se vienen a representar, siguiendo a Aristófanes, el escenario del conflicto de género, tratado con cierto sarcasmo que, no por ello deja de ser menos real, y precisamente ese realismo es el que también presentaba Aristófanes. Las trifulcas entre Adrianí y el comisario, seguidas de las reconciliaciones y vuelta a empezar, no dejan de recordarnos el retrato de la vida en común de hombres y mujeres atenienses en Lisístrata. Como allí, Adrianí utiliza sus armas, su mundo está separado, en principio, del de su marido, aunque no siempre ni mucho menos, y su vida marital está emarcada en ese toma y daca diario con su marido el comisario. El romanticismo amoroso, las pasiones imposibles, el dulciamargo sentimiento no tienen aquí cabido, aunque es evidente que tras el relato ciertamente desmitificador de las relaciones maritales está latiendo una descripción realista del mundo amoroso. Sin embargo, aunque desprovisto de aquel romanticismo excesivamente idealizado, no deja de mostrar bajo toda esa cotidianeidad, la fuerza y continuidad de los sentimientos de los personajes en la dura tarea de la convivencia.
En esto otra vez más nos encontramos con el fran Aristófanes, quien adopta en sus obras ese misma postura realista en su descripción de las relaciones entre mujeres y hombres, aprovechando la ocasión, como hace también Makaros, de mostrar a veces la condición bufa y tan a escala humana de la conducta social. Evidentemente, Aristófanes es más crítico y burlón con las mujeres, aunque los hombres tampoco están fuera de su crítica. Makaros no se decanta por uno u otro, el hogar es el teatro de pequeñas escarumuzas libradas en aras de la supervivencia en un mundo y una ciudad tan desquiciada y trastornada como la Atenas de la obra.
Hasta podríamos decir que el personaje femenino de Adrianí, en su aparente inocencia e impulsividad, rasgos típico-tópicos femeninos, no deja de ser más inteligente que el comisario; no es que sus opiniones sean equivocadas pese a su evidente ignorancia, sino que exhiben otra forma de enfrentar las cosas que la enriquecen y configuran su forma de estar en el mundo.
Es claro que la familia es un valor claramente presente en la obra de Makaros y en la sociedad griega de hoy y quizás de siempre, esto ya no sabemos. Por este lado, se asemeja Járitos al comisario Brunneti, de Donna Leon, donde la familia va a la par que sus investigaciones policiales y da al personaje un entronque y una dimensión más amplia y diferenciada del clásico detective solitario, de relaciones de pareja más o menos estables o no, pero sin familia. Otro caso parecido sería Wallander aunque éste, en la más clásica tradición centro y norte europea, tiene un ámbito familiar que sí está presente, pero más como algo perdido, como un deseo inalcanzable, tan endeble ha sido la relación matrimonial en su caso. (esto sería para más adelante).

Eurípides, Medea y el tráfico ilegal de niños:
si apartamos un poco la mirada de la cruel venganza de Medea contra Jasón en la persona de sus hijos, quizás podamos enfocar la tragedia desde el punto de vista de estos últimos, y no desde la tan miles de veces analizada e interpretada personalidad femenina de Medea. Si, cosa que habría que comprobar, en el mito original en nada se hablaba de las muertes de los niños y este episodio es una invención de Eurípides, quizás deberíamos atender un poco al asunto de los hijos en esta tragedia.
Así, el tema central de esta novela de Járitos es precisamente el de los niños, la necesidad de matrimonios de diferentes lugares de tener una descendencia y enfocar el cariño hacia unos nuevos seres, y el abandono, por unas u otras razones, de estos niños por parte de sus padres auténticos.
En la novela, además del tema central este, se encuentra también el que afecta a una de las principales personajes, el de la periodista Yanna Karayorgui. En esto la novela traza un círculo, como buena novela policíaca que es, y entre el principio y el final la lectura nos lleva de aquí para allá dejando el motivo central casi desaparecido hasta que, en buena composición anular, vuelve a entroncar al final, y con ya la solución, con el motivo del principio.
En esto entronca así con Medea. aquí las circunstancias son otras, el contrabando ilegal de niños se realiza a mayor o menos escala, la oraganización clandestina tiene una estructura más o menos estable que permite el tráfico regular de estos menores, el origen de los niños así como las posibles repercusiones de sus familias originales no tiene cabida en la obra, los hijos, hay que sobreentender que proceden de familias sin recursos de un país en situación límite como Albania, son tratados como un recurso económico que viene a resolver los problemas de natalidad de otras parejas, éstas procedentes de ámbitos sociales más pudientes.
Así, como Egeo en la tragedia se compromete a ayudar a Medea a a cambio de que le asegure una paternidad real, sin importarle nada de lo que pueda estar tramando por su parte Medea (qué gran contradicción que por un lado Medea sacrifique a sus propios hijos y por otro sea la garante casi mágica de la nueva paternidad en Egeo, adquiriendo un tamaño digno de la propia madre Tierra en mayúscula, otorgadora y, a la vez, negadora de la vida), pues así también las parejas occidentales hacen la vista gorda a los posibles orígenes de sus deseados retoños, tan seguras de que podrán darles a esas nuevas vidas lo que están esperando.
Las Medeas aquí serían esas madres albanesas resignadas (y también los padres), resignadas a abandonar a sus hijos, resignadas o airadas, o emocionalmente destrozadas. Sin embargo, apenas sabemos nada de ellas y su condición natural nos es desconocida.
Quien más se puede parecer a Medea es esa periodista rutilante, altanera y profesionalmente envidiable. Su relación con los hombres es de superioridad y la maternidad para ella, como para cierto tipo de mujeres en algún momento, es un aspecto secundario en su desarrollo personal y profesional, o es un motivo de sacrificio en determinado momento, una vez sopesada su condición maternal frente a su realización profesional o su afán de superioridad frente al mundo masculino. Aunque ni mucho menos se alcance esta dimensión de tragedia en la obra.

La humanidad bufa de Járitos:
volviendo a Aristófanes otra vez, el comisario, en varios momentos de la obra, no tien reparos de presentarse como un héroe cómico o bufo, un antihéroe, el gran protagonista que mete la pata, es vapuleado de cuando en cuando por personajes de las altas esferas (políticos, altos empresarios, ejecutivos, ...), su propio jefe o también sus propios subordinados; en otras ocasiones, también, ante las mujeres, que ya sea en afán de superar alguna inferioridad previa o, claramente, con féminas más inteligentes que él y que no tienen reparo en mostrárselo. En fin, el comisario Járitos nos aparece en todas estas ocasiones como un personaje de la comedia aristofanica. No alcanza la talla trágica de un personaje de Eurípides, y la resolución final de sus casos no llegan de una solución tan fantástica como absurda, propia de las comedias, no. El comisario se mueve entre la tragedia, a la que no llega, y la comedia bufa, crítica, de Aristófanes, a la que se asemeja más.
Pero en ella se revela una auténtica y vieja sabiduría, sabiduría que también, en forma de breves sentencias y reflexiones, aparecen por aquí y por allá en la obra. Sí, esta vieja sabiduría del personaje que se sabe derrotado y vencido por personas y situaciones muy superiores a él y contra las que no puede luchar, hace que el personaje tome su talla humana, sepa encajar con plena conciencia de su ridiculez los golpes que le tienen reservado la vida, y nos revele ese personaje bufo que a veces olvida su dimensión humana. En ese entonces nos identificamos más con él y admiramos un poco ese saber reírse de sí mismo, mientras el mundo, Atenas, el mundo de la prensa, el cuerpo de policía, los magnates, las mafias, el mundo de la delicuencia, las pequeñas riñas familiares, siguen su curso en el mundo que gira y gira con este personaje dignamente cómico en su interior, tratando de entender y situarse entre lo que que le rodea.

sábado, 6 de marzo de 2010

La gorgona Medusa aparece en el arte occidental.


Sobre el mito de Perseo, uno de los episodios principales es el del enfrentamiento con la gorgona Medusa (hay que recordar que Gorgo era un nombre que se oía en Grecia, al menos la mujer de Leónidas, el general espartano de las termópilas, se llamaba así; cf. su etimología). En esta página encontramos seleccionados por su autor tres textos clásicos que tratan el mito. Además, en la misma página ofrece un relato más detallado del mito y una colección de imágenes artísticas que han tratado el episodio desde la antigüedad hasta casi la actualidad (habría que incluir también las recientes versiones cinematográficas, por ejemplo). La dirección es
http://www.pixelteca.com/apuntes/grecia/arte.html.

Entre las diversas referencias literarias que he encontrado por el momento, incluyo las 3 que más datos aportan: un texto de Hesíodo, donde se explica el linaje y la descripción de las Gorgonas; un texto del genial Ovidio, que resulta muy interesante al proponer otra explicación para la monstruosidad de Medusa; y una última referencia en Apolodoro.

Hesiodo. La Teogonía [270]

«A su vez Ceto tuvo con Forcis a las Grayas de bellas mejillas, canosas desde su nacimiento; las llaman Viejas los dioses inmortales y los hombres que pululan por la tierra. También a Penfredo de bello peplo, a Enío de peplo azafranado y a las Gorgonas que viven al otro lado del ilustre Océano, en el confín del mundo hacia la noche, donde las Hespérides de aguda voz: Esteno, Euríale y la Medusa desventurada; ésta era mortal y las otras inmortales y exentas de la vejez las dos.

»Con ella sola se acostó el de la Azulada Cabellera [Poseidón] en un suave prado, entre primaverales flores. Y cuando Perseo le cercenó la cabeza, de dentro brotó el enorme Crisaor y el caballo Pégaso. A éste le venía el nombre de que nació junto a los manantiales del Océano, y a aquél porque tenía en sus manos una espada de oro.

»Pégaso, levantando el vuelo y abandonando la tierra madre de rebaños, marchó a la mansión de los Inmortales y allí habita, en los palacios de Zeus, llevando el trueno y el rayo al prudente Zeus. Crisaor engendró al tricéfalo Gerión unido con Calirroe, hija del ilustre Océano; a éste lo mató el fornido Heracles por sus bueyes de marcha basculante en Eritrea rodeada de corrientes…»

[Hesiodo. La Teogonía.
Biblioteca Básica Gredos.
Traducción de Aurelio Pérez Jiménez
Hesiodo nació en Ascra, un pueblecito de la región de Beocia, hacia el siglo VIII a. C. y murió en la misma localidad en algún momento del siglo VII. Después de Homero, es el más antiguo poeta heleno del que tengamos noticia. Fue uno de los primeros autores en escribir una recopilación sistemática de la tradición mítica griega.

Aunque se le atribuían diversas obras, con certeza tan solo se suelen considerar suyas La Teogonía, donde expone la genealogía y los hechos de los principales dioses del panteón griego, y Los trabajos y los días, un manual que incluye información útil para el trabajo en el campo.
]

Ovidio. Las metamorfosis. (Libro IV. - 772)

«El hijo de Agenor les contó que había un lugar al pie
del helado Atlas protegido por la defensa de una masa rocosa;
que a su entrada habitaban las hermanas gemelas, las Fórcidas,
que compartían el uso de un solo ojo; que él lo cogió
secretamente mediante un ardid, poniendo la mano debajo
mientras se lo estaban pasando; después, por regiones
muy ocultas, inaccesibles, y rocas erizadas de abruptas selvas
había llegado a la morada de las Gorgonas; por todas partes
por campos y caminos, había visto estatuas de hombres y
animales, convertidos de lo que eran en piedras al ver a Medusa.

»El, sin embargo, había mirado la cara de la horrenda Medusa
reflejado en el bronce del escudo que llevaba en la izquierda;
mientras un profundo sueño embargaba a las culebras
y a ella misma, le arrancó la cabeza del cuello y de la sangre
de su madre nacieron Pegaso, fugaz con sus alas, y su hermano.

»Añadió también los peligros, no fingidos, de su largo viaje,
los mares y las tierras que había visto desde lo alto debajo de él
y las estrellas que tocó con el batir de sus alas.

»Calló sin embargo antes de lo esperado; uno de los nobles toma
la palabra para preguntarle por qué sólo una de las hermanas
llevaba serpientes mezcladas alternativamente con sus cabellos.

»El extranjero dijo “pues preguntas algo digno de contarse,
he aquí la respuesta. Ella era la de figura más bella
y el partido codiciado por muchos,
y en toda ella no había parte más admirable que sus cabellos;
he conocido a quien dijo haberla visto. El soberano
del piélago [Poseidón], cuentan, la deshonró en el templo de Minerva [Atenea];
la hija de Júpiter [Zeus] se volvió y se cubrió el casto semblante
con la égida, y para que el hecho no quedara impune,
cambió la cabellera de la Gorgona en feas hidras.

»Y aún ahora, para aterrar y dejar paralizados a sus enemigos,
lleva delante del pecho las serpientes que creó».

[Ovidio. Metamorfosis.
Alianza Editorial.
Traducción de Antonio Ramírez de Verger y Fernando Navarro Antolín
]

Publio Ovidio Nasón nació en Sulmona (Italia central) en el año 43 a . C., en el seno de una familia noble que no vio con buenos ojos la carrera literaria su hijo. Tras realizar diversos viajes por el Próximo Oriente, Atenas y Sicilia, se asentó en Roma, donde no tardó en alcanzar un reputado prestigio como poeta y erudito. Por razones aún desconocidas fue condenado por Augusto al destierro en el año 8 a . C. Le enviaron a Tomos (en la costa occidental del Mar Negro), donde vivió tristes años hasta su muerte acaecida el año 17 d. C. De su magnífica obra, sugiero leer cuanto menos su Ars amandi y, sobre todo, Las metamorfosis, una obra fundamental para los amantes de la mitología.

Apolodoro. Biblioteca Mitológica. [Libro II – 34]

«A Acrisio, que había consultado un oráculo sobre el nacimiento de hijos varones, le respondió el dios que de su hija nacería un niño que le daría muerte. Temiendo esto, Acrisio preparó bajo tierra una habitación blindada y puso bajo vigilancia a su hija Dánae. Sin embargo, según cuentan algunos, la sedujo Preto, por lo que surgió entre ellos una disputa, o tal como afirman otros, Zeus se transformó en oro y se derramó a través del techo llegando hasta el seno de Danae.

»Cuando más tarde Acrisio se enteró de que ella había dado a luz a Perseo, no creyó que hubiese sido seducida por Zeus y metiendo a su hija junto con el niño en una cesta los arrojó al mar.

»La cesta fue llevada hasta Sérifos y Dictis la recogió y crió al niño. Reinaba entonces en Sérifos Polidectes, hermano de Dictis, que se enamoró de Dánae y, no pudiendo unirse ya con ella cuando Perseo se hizo un hombre, convocó a los amigos, entre ellos Perseo, dicéndoles que se trataba de reunir una dote para el matrimonio de Hipodamia, la hija de Enómao. Entonces Perseo dijo que no lo rechazaría ni por la cabeza de la Gorgona. Polidectes pidió caballos a los demás, pero no aceptó los de Perseo, sino que le ordenó traer la cabeza de la Gorgona.

»Perseo, bajo la guía de Hermes y Atenea, fue hacia las hijas de Forcis: Enio, Pefredo y Dino. Eran hijas de Ceto y Forcis, hermanas de las Gorgonas y ancianas ya desde su nacimiento. Entre las tres tenían un solo ojo y un solo diente, que se intercambiaban sucesivamente de una en otra.

»Una vez que se adueñó de ellos Perseo, cuando ellas se los reclamaron, les dijo que se los devolvería si le indicaban el camino que llevaba hacia las ninfas. Estas ninfas tenían sandalias aladas y el “kíbisis”, que dicen era una especie de alforja (Píndaro y Hesíodo en el Escudo dice sobre Perseo: "toda la espalda estaba cubierta por la cabeza del terrible monstruo Gorgona, y el kíbisis lo rodeaba". Se llamaba kíbisis porque en ella se metían ropa y alimentos). Tenían también el yelmo de Hades.

»Luego que las Fórcides le señalaron el camino, les devolvió el diente y el ojo, y se fue hacia las ninfas y consiguió lo que buscaba; se echó alrededor del cuello el kíbisis, se ajustó las sandalias a los tobillos y se puso el yelmo en la cabeza, con el cual podía ver a los que quería pero sin ser visto por los demás. Tomó también de Hermes una hoz de acero, echó a volar y llegó al Océano, sorprendiendo a las Gorgonas dormidas. Eran éstas Estenio, Euríales y Medusa. La única mortal era Medusa. Por eso, Perseo fue enviado a por su cabeza.

»Las Gorgonas tenían cabezas rodeadas de escamosas espirales de serpientes, grandes dientes como de jabalíes, manos de bronce y alas de oro, por medio de las cuales volaban. Convertían en piedra a los que las miraban. Perseo, por tanto, se situó sobre ellas mientras dormían y guiando Atenea su mano se volvió y miró al escudo de de bronce por medio del cual veía la imagen de la Gorgona, y le cortó la cabeza.

»Una vez cercenada la cabeza, salió volando de la Gorgona el caballo alado Pegaso y Crisaor, el padre de Gerión. Éstos los tuvo de Poseidón. Entonces Perseo metió en el kíbisis la cabeza de Medusa y regresó, pero las Gorgonas se despertaron del sueño y empezaron a perseguirlo; sin embargo no podían verlo a causa del yelmo que lo ocultaba».

[Apolodoro. Biblioteca Mitológica.
Akal Clásica.
Edición de José Calderón Felices
]

No sabemos con certeza quién fue realmente el autor de La Biblioteca Mitológica de Apolodoro, una especie de manual del siglo II (aproximadamente), que reúne de forma sistemática los principales mitos de la antigua Grecia