miércoles, 23 de marzo de 2016

Hasta aquí hemos llegado.

Hasta aquí hemos llegado ... es la penúltima novela de Petros Markaris y su inefable comisario Járitos junto con el resto de su ya conocida familia, su esposa Adrianí, su hija Katerina y su marido Fanis. Junto a este núcleo básico se encuentran  sus colegas del departamento de policía de Atenas, y unos pocos allegados más que conforman el núcleo principal de sus personajes. Es la última pieza de su trilogía sobre la crisis económica, social y moral que viene sufriendo Grecia en el contexto de una feroz crisis mundial.
Como en todas las novelas de a trilogía, la obra hace una radiografía sociológica y moral absoluta de la sociedad griega, donde no parece dejar títere con cabeza. La trama policíaca tiene su interés pero, como en las tragedias antiguas, el final parece resolverse con el recurso del  deus ex machina, a mi entender. En medio de tal gran desbarajuste social, la principal consecuencia es la existencia inevitable de un estado paralelo que funciona al margen del estado oficial, donde impera la economía sumergida, el soborno y la corrupción institucionalizada. 
En este contexto de unas instituciones sociales debilitadas, el suceso con el que se abre la novela es el del suicidio de un ingeniero alemán pero de origen griego. Este personaje, que puede ser representativo de un sector de la sociedad griega, como el mismo autor (que realizó sus estudios y durante largo tiempo vivió en Alemania), es hijo de uno de esos emigrantes griegos que tuvieron que emigrar en los años sesenta para labrarse un porvenir fuera de su país. 
La mirada sobre la crisis griega, pues, no se queda en lo que ha estado ocurriendo en los últimos años, sino que se remontan a la posguerra mundial, la Guerra Civil, los bandos en los que quedó dividida la sociedad griega, la emigración posterior, la discriminación por ser de un bando o de otro, en fin, un largo cúmulo de condicionantes  históricos, (que en mucho también se parecen a las de España) que dan como resultado un clima de una moral social pobre, corrompida, y recelosa de sus pequeños privilegios. 
De resultas de todo ello, y agravado por la crisis, refleja un panorama desolador apabullante. Así lo reflejan  expresiones populares griegas muy apropiadas para la ocasión, de las que una de ellas, "hasta aquí hemos llegado" precisamente da título a  la obra. No hay soluciones, lo que hay es un ambiente muy deteriorado y una sociedad fragmentada y sin recursos para salir adelante.
Pero también es una novela, y lo que le da el contraste a este fondo social tan devastador son las relaciones familiares del comisario con su familia y allegados, las cenas austeras pero amigables, el virtuosismo de su mujer Adrianí para sacar de una pobre despensa  platos y salsas que satisfacen a los comensales. En algunos momentos recuerda a fragmentos de Lisístrata, cuando debaten sobre si dejaran a las mujeres dirigir la sociedad y la economía, qe otro gallo cantaría. Aunque en estas obras la fabulosas contramedidas femeninas no hacen su aparición de forma tan manifiesta. La confraternidad, la ayuda mutua entre yernos, suegros, y amigos de la familia, terminan por resaltar el contraste con el resto de la rota sociedad.
Como contrapunto curioso a los tormentosos atascos que sufría el comisario en sus primeras novelas, ya no hay esos problemas. Por un lado, porque no puede coger el coche, es un lujo para su economía; por otro, todo el mundo está en la misma situación y el tráfico ha descendido notablemente en las calles de Atenas.
Es un buen remate final a su trilogía de la crisis griega, siguiendo la línea de las otras dos obras que la forman.

FRAGMENTO DE LISÍSTRATA PARA ARREGLAR LA GUERRA ENTRE ATENIENSES Y ESPARTANOS:

CONSEJERO.- ¿ Y cómo vais vosotras a poder acabar con tantas cosas revueltas como hay en el país y desenredarlas?
LISÍSTRATA.- Muy fácilmente.
CONSEJERO.- ¿Cómo? Dilo.
LISÍSTRATA.- Como con una madeja: cuando se nos enreda, la cogemos así y la separamos con nuestros husos, uno por aquí, otro por allí; del mismo modo vamos a desenredar nosotras esta guerra, si se nos deja, separando a los dos bandos mediante embajadas, una hacia allí, otra hacia aquí. 
CONSEJERO.- ¿Con la lana, las madejas y los husos como modelo creéis que podréis acabar con asuntos tan graves? Estáis locas. 
LISÍSTRATA.- También vosotros si tuvierais cabeza haríais toda vuestra política tomando el manejo de la lana como modelo.
CONSEJERO.- ¿Cómo es eso, vamos a ver?
LISÍSTRATA.- Ante todo, como se hace con los vellones, habría que desprender de la ciudad en un baño de agua toda la porquería que tiene agarrada, quitar los nudos y eliminar a los malvados, vareándolos sobre un lecho de tablas, y a los que aún se quedan pegados y se apretujan para conseguir cargos arrancarlos con el cardador y cortarles la cabeza; cardar después en un canastillo la buena voluntad común, mezclando a todos los que la tienen sin excluir a los metecos y extranjeros que nos quieren bien y mezclar también allí a los que tienen deudas con el tesoro público y además, por Zeus, todas las ciudades que cuentan con colonos salidos de esta tierra, comprendiendo que todas ellas son para nosotros como mechones de lana esparcidos por el suelo cada cual por su lado. Y luego, cogiendo de todos ellos un hilo, reunirlos y juntarlos aquí y hacer con ellos un ovillo enorme y tejer de él un manto para el pueblo. 
CONSEJERO.- Ya tiene narices que ovillen y vareen esto las que no participan en absoluto de la guerra. 

Πρόβουλος
πῶς οὖν ὑμεῖς δυναταὶ παῦσαι τεταραγμένα πράγματα πολλὰ    565
ἐν ταῖς χώραις καὶ διαλῦσαι;

Λυσιστράτη
φαύλως πάνυ.

Πρόβουλος
πῶς; ἀπόδειξον.

Λυσιστράτη
ὥσπερ κλωστῆρ᾽, ὅταν ἡμῖν ᾖ τεταραγμένος, ὧδε λαβοῦσαι,
ὑπενεγκοῦσαι τοῖσιν ἀτράκτοις τὸ μὲν ἐνταυθοῖ τὸ δ᾽ ἐκεῖσε,
οὕτως καὶ τὸν πόλεμον τοῦτον διαλύσομεν, ἤν τις ἐάσῃ,
διενεγκοῦσαι διὰ πρεσβειῶν τὸ μὲν ἐνταυθοῖ τὸ δ᾽ ἐκεῖσε.    570

Πρόβουλος
ἐξ ἐρίων δὴ καὶ κλωστήρων καὶ ἀτράκτων πράγματα δεινὰ
παύσειν οἴεσθ᾽ ὦ ἀνόητοι;

Λυσιστράτη
κἂν ὑμῖν γ᾽ εἴ τις ἐνῆν νοῦς,
ἐκ τῶν ἐρίων τῶν ἡμετέρων ἐπολιτεύεσθ᾽ ἂν ἅπαντα.

Πρόβουλος
πῶς δή; φέρ᾽ ἴδω.

Λυσιστράτη
πρῶτον μὲν ἐχρῆν, ὥσπερ πόκου ἐν βαλανείῳ
ἐκπλύναντας τὴν οἰσπώτην, ἐκ τῆς πόλεως ἐπὶ κλίνης    575
ἐκραβδίζειν τοὺς μοχθηροὺς καὶ τοὺς τριβόλους ἀπολέξαι,
καὶ τούς γε συνισταμένους τούτους καὶ τοὺς πιλοῦντας ἑαυτοὺς
ἐπὶ ταῖς ἀρχαῖσι διαξῆναι καὶ τὰς κεφαλὰς ἀποτῖλαι·
εἶτα ξαίνειν ἐς καλαθίσκον κοινὴν εὔνοιαν, ἅπαντας
καταμιγνύντας τούς τε μετοίκους κεἴ τις ξένος ἢ φίλος ὑμῖν,    580
κεἴ τις ὀφείλει τῷ δημοσίῳ, καὶ τούτους ἐγκαταμεῖξαι·
καὶ νὴ Δία τάς γε πόλεις, ὁπόσαι τῆς γῆς τῆσδ᾽ εἰσὶν ἄποικοι,
διαγιγνώσκειν ὅτι ταῦθ᾽ ἡμῖν ὥσπερ τὰ κατάγματα κεῖται
χωρὶς ἕκαστον· κᾆτ᾽ ἀπὸ τούτων πάντων τὸ κάταγμα λαβόντας
δεῦρο ξυνάγειν καὶ συναθροίξειν εἰς ἕν, κἄπειτα ποιῆσαι    585
τολύπην μεγάλην κᾆτ᾽ ἐκ ταύτης τῷ δήμῳ χλαῖναν ὑφῆναι.

Πρόβουλος
οὔκουν δεινὸν ταυτὶ ταύτας ῥαβδίξειν καὶ τολυπεύειν,
αἶς οὐδὲ μετῆν πάνυ τοῦ πολέμου;

viernes, 18 de marzo de 2016

ëpica y western

Veía esta tarde, de pasada y por un ratito mientras descansaba un poco, uno de los westerns clásicos más populares, El Dorado, de Howard Hawks. Ya lo había cogido a poco de comenzar, en el momento en que el pistolero Cole Thorton (John Wayne) se acerca al rancho de los McDonalds, unos humildes granjeros en lucha contra los caciques que que quieren arrebatarles sus tierras. Thorton llega con el cadáver de uno de los  hijos de McDonald, al que ha matado en legítima defensa, atado a lomos de un caballo. 
Una vez frente al padre, le manifiesta lo ocurrido, cómo ha sido la muere de su hijo, el cual es retirado rápidamente por las mujeres de la familia. McDonald acepta la versión del pistolero como si existiera un pacto tácito entre caballeros. Sólo la impulsiva hija de éste, Joey, verdadera amazona de la película, intenta dispararle, pero enseguida es reprimida por otro de sus hermanos de forma tajante, "deja que esto lo solucione padre" o algo así le dice.



Luego seguía la película, pero me recordó este fragmento, mutatis mutandis y con  todas las salvedades y diferencias del mundo entre una obra de corte popular como es el western, y los poemas épicos griegos, esto es, que esta escena, salvando las distancias, me recordó, aunque sea un poco superficial decirlo, a la escena de la conversación entre Príamo y Aquiles.
 Evidentemente aquí no tiene el elevado contenido trágico que se manifiesta el la obra griega, y que en algún sentido es el auténtico broche final que casi podemos decir que da sentido a toda la Ilíada y a todo el sentimiento épico trágico que incluye la obra, una reflexión profunda sobre las desgracias de la guerra. Así se puede ver en uno de los últimos libros publicados sobre esta obra.
Es obvio que no hay nada de eso, el western es una obra de alcance más ligero y que quiere llegar a un gran número de espectadores sin elevar un mensaje que cale tan hondo como el de la épica griega. Sin embargo, escenas como esta revelan cierta imitación a estos modelos de la épica griega y de todos los tiempos.
En este caso, el motivo de la entrega del cadáver de un hijo a su padre por parte del propio asesino del mismo, y la aceptación resignada por parte del padre, dentro de un cierto código de conducta que respeta al enemigo incluso en los momentos tan dolorosos como es el de aceptar tan desgraciada noticia.
La escena en sí tiene un tono dramático, como es evidente por lo que se está tratando. No alcanza el nivel de la épica `pues allí el enfrentamiento y la muerte final es la de uno de los grandes héroes de la guerra. Aquí es sólo un chiquillo, como el propio Thorton le dice al padre y le culpa en parte de ello: "ha enviado usted a un chiquillo a hacer el trabajo de un hombre". McDonald acepta lo que le dice y es capaz de darle las gracias por traer a su hijo. Estamos otra vez ante este código ético invisible que los protagonistas reconocen aceptar por encima de sus enemistades y las muertes. 
"... pero eso no los consolorá", termina por decirle Thorton en el momento de marcharse, en una muestra también de dolor y sentimiento de compasión por lo sucedido. Poco después, una vez llegado al pueblo, el propio Thorton no podrá seguir por más tiempo en el pueblo. Las Erinias, los remordimientos por haber matado a un joven, aunque fuese de forma involuntaria, hacen que abandone por un tiempo la ciudad, a sus amigos y a una futura vida en pareja con cierta pareja suya. Aqúí volvemos a encontrar este tema clásico tan repetido en los mitos y las leyendas clásicas, la muerte fortuita de un familiar o un amigo, y los consiguientes remordimientos que obligan al personaje a buscar otros lugares y darse un tiempo hasta que se pasa la pena y el dolor.
Aunque sea en una obra ligera y de corte popular, vemos que algunas situaciones y las conductas de los personajes, sin alcanzar la profundidad de la épica, mantiene una cierta similitud en lugares comunes, tópicos y personajes.

La verdad es que comparar estas dos escenas es muy superficial, ya hemos dicho la diferencia de altura dramática entre uno y otro. Además, en un caso es el propio pistolero quien entrega el cadáver, en el otro es el dolorido padre quien suplica que le devuelvan el cadáver de su querido para darle las debidas honras fúnebres. nada de esto hay en el western, el mundo del más allá, las honras fúnebres, el sentimiento religioso, queda fuera, apartado, no se menciona. como decimos, el conflicto religioso no existe en el fim, mientras que en la épica todo gira en torno a ella. Pero quedemonos con los aspectos superficiales en que hay ciertos parecido y dejemos las grandes diferencias por un momento a un lado.
En este sentido, la granja de los McDonalds parece que los roles están perfectament asignados, es a las mujeres a las que corresponde velar por el cuerpo, mientras que el jefe del clan mantienen una actitud hasta insensible ante la noticia de la muerte. Aunque bien es cierto que el cuerpo ya está entre ellos para darle las debidas honras.




LOS DUELOS SINGULARES
Aunque sea ya repetitivo, uno de los momentos clásicos de los westerns, y de todas las películas de acción, herencia de los combates épicos, son los duelos singulares. Éstos han de realizarse, claro está, ante un público expectante, el cual reproduce, en cierta manera, a los espectodres mismos que estamos viendo el film. Uno muy famosos es el combate o la disputa en el interior del bar-saloon o la taberna de la ciudad. En otras ocasiones el combate singular es a lo largo de la vía principal de la ciudad.
Aquí dejamos uno de los duelos singulares que hay en la película.



Dejamos también dos versiones de la banda sonora del film.




Luciano Pavarotti & Barry White